PedroParamo

Juan Rulfo, Pedro Páramo, 1955.

Cuando supe que iba a México lo primero que hice fue buscar entre mis libros el ejemplar de Pedro Páramo de Juan Rulfo, que como algún otro libro tan importante en mi vida fue mi amiga Alicia quien me lo regaló al cumplir los 17 años.

Antes de ir allá sentí la necesidad de releerlo, también los versos de Sor Juana Inés de la Cruz, pero de eso hablaré quizás en otro momento.

Juan Rulfo es un de esos autores que tras la lectura de su obra marca un antes y un después en la percepción que uno tiene de la Literatura y del Lenguaje.

Después de leer Pedro Páramo ya nada es igual.

Es un texto inmerso en la oralidad que demuestra que ésta puede y debe ser también poesía.

“Tus labios estaban mojados como si los hubiese besado el rocío.”

“... Y se preguntaba hasta cuando terminaría aquello. Esperaba que alguna vez. Nada puede durar tanto, no existe ningún recuerdo por intenso que sea que no se apague”.

”Entonces ella se dio vuelta. Apagó la llama de la vela. Cerró la puerta y abrió sus sollozos, que se siguieron oyendo confundidos con la lluvia”
“El reloj de la iglesia dio las horas, una tras otra, una tras otra, como si se hubiera encogido el tiempo.”

Describe una tierra hermosa, y árida, y hosca, al igual que muchos de sus personajes, pero pese a la sacudida, la sensación de mal presagio, la oscuridad y la desolación que impregna todo el texto...

“–En el mar sólo me sé bañar desnuda– le dije. Y él me siguió el primer día, desnudo también, fosforescente al salir del mar. No había gaviotas; solo esos pájaros que les dicen “picos feos”, que gruñen como si roncaran y que después de que sale el sol desaparecen. Él me siguió el primer día y se sintió solo, a pesar de estar yo allí.
–Es como si fueras un “pico feo”, uno más entre todos– me dijo. Me gustas más en las noches, cuando estamos los dos en la misma almohada, bajo las sábanas en la oscuridad. Y se fue.
Volví yo. Volvería siempre. El mar moja mis tobillos y se va; moja mis rodillas, mis muslos; rodea mi cintura con su brazo suave, da vuelta sobre mis senos; se abraza a mi cuello; aprieta mis hombros. Entonces me hundo en él, entera. Me entrego a él en su fuerte batir, en su suave poseer, sin dejar pedazo”

Al terminarlo queda en el alma la impresión, como grabada a fuego, de que si se puede contar, se puede cambiar, o al menos con el paso de los años eso me ha parecido, descubrir que solo el silencio es insondable.

“Hay aire y sol, hay nubes. Allá arriba un cielo azul y detrás de él tal vez haya canciones; tal vez las mejores voces... hay esperanza, en suma. Hay esperanza para nosotros, contra nuestro pesar.”

Y quizás por eso como cuenta Vila Matas en Bartebly y compañía Juan Rulfo dejó de contar, dice Vila Matas que dijo Juan Rulfo que dejó de escribir porque se le había muerto su tío Celerino, que es el que le contaba las historias... o quizás dejó de creer en la palabra.

El año que viene, en 2017, hará 100 años del nacimiento de Juan Rulfo y, pese a su silencio final, sus palabras seguirán escuchándose.

Extractos de la novela Pedro Páramo. 1955
Juan Rulfo (Sayula, Jalisco 1917- Ciudad de México 1986)

Paula Carbonell (Lyca)