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Dora Pastoriza de Etchebarne, El arte de narrar. Un oficio olvidado, ed. Guadalupe, Buenos Aires, 1972.

“Este libro es un intento de rescatar del olvido la vieja costumbre de contar cuentos a los niños.

Para ello, busca hacer sentir el valor de la narración como caja de resonancia  telúricas que prolonga la infancia de los hombres —la enriquece y embellece— estableciendo entre ellos un vínculo de misteriosa comunicación.

Sólo quien haya ejercido este viejo menester, quien haya visto los rostros transfigurados de los oyentes —niños y adultos—, y haya sentido vibrar de emoción sus corazones ante el impacto del “Había una vez…”, puede dar fe de lo que este acto mínimo de confraternidad, tiene de esencial y profundo.

Por ello, no ha de verse en nuestra fervorosa defensa de la narración, una actitud sentimental desubicada del momento presente. Todo lo contrario: para nosotros “el presente no es más que un punto de contacto entre la línea del pasado y la del porvenir”, de tal manera que al restituir a la palabra oral su justo valor, no hacemos más que “mirar lo antiguo con ojos nuevos, como una forma de forma de comprender el mañana”.

Entendemos pues, que quien afronte con seriedad la problemática de la Literatura infantil y juvenil —y dentro de ella, la crisis actual de la lectura— habrá de volver sus ojos al poder de la palabra oral, medio de comunicación ancestral silenciado por el avance tecnológico."

Este párrafo constituye la presentación del Libro El arte de narrar. Un oficio olvidado escrito por Dora Pastoriza de Etchebarne (Editorial Guadalupe- Bs. As. 1972.)

Dora Etchebarne es considerada pionera en el arte de la narración oral y maestra indiscutible de narradores. 

Este libro causó revuelo, consideren el año de edición,  en docentes y no docentes por defender la palabra oral en todos los ámbitos formales y no formales. Era inimaginable… y fue atacado por  un planteo semejante.

¿Cómo contar/narrar un cuento sin la utilización de imágenes? ¿Cómo sólo la voz humana, la voz del narrador, es la única encargada de establecer ese vínculo afectivo, de brindar imágenes nuevas? No la imagen masificada, la misma para todos, sino aquella que  crece según nuestras necesidades espirituales. 

Con el tiempo el enfoque fue teniendo éxito en Argentina y en otros lugares del mundo por aquellos que defendían el valor de la  palabra oral.

Dora era Doctora en Letras, su tesis fue sobre “El cuento en la Literatura infantil “. Editada por Editorial Kapelusz. La Literatura Infantil la unió a otra extraordinaria mujer, visionaria educadora que decía, “Hay que resucitar al narrador”. En esto veía la relación con la Literatura Infantil. 

Esto produjo en Dora un verdadero impacto y como ella expresó: “mezcla de asombro y de curiosidad, de temor y de entusiasmo. Se nos pedía no sólo la enseñanza de un oficio olvidado sino, además, el ejercicio de ese arte menor al que la sociedad contemporánea, hija de la civilización de la imprenta, parecería haber acallado para siempre”

Comenzó a formar narradores, a dar cursos a padres y docentes, y a ejercer este mismo oficio en escuelas, hospitales, bibliotecas, cárceles, plazas, geriátricos, congresos. Creó para esto el Club de Narradores. 

El viejo mester de juglaría cobraba nueva vida, cada narrador era a su manera, una réplica moderna de aquel juglar medieval.

Dora dice en El arte de narrar, en Palabra y comunicación (pag.10)

“…Se necesita ante todo, establecer comunicación entre el narrador y su público, algo así como una corriente vivificante que llega a través de la emoción. Y es la voz humana, la voz del narrador, el  artífice insustituible de imágenes, de imágenes verbales a las que un estado de creencia, es decir la adhesión fundada en las condiciones puramente subjetivas, les confiere validez objetiva.

Recuérdese que de la fuerza persuasiva del narrador dependerá en gran parte la actitud de creencia del oyente (...) De allí la importancia de que la palabra, considerada en el caso de la narración como único estímulo de la imaginación creadora, se vea reforzada por el gesto y los modos no verbales del habla, de cuyo acertado empleo dependerá la riqueza expresiva del relato”

“… mediante la palabra , como si la apoyara en el aire, irá “dibujando” su cuento. Pero cada oyente lo verá a su manera según lo imparten las secuencias del relato…”

Y en el epígrafe dedicado a la Comunicación — Soledad (pag. 14)

“… creemos firmemente en la posibilidad de recuperar la costumbre antiquísima de contar cuentos, otra vez, como quien retoma el hilo de los tiempos, y continúa un rito ancestral. Con nuestro trabajo queremos favorecer  ese reencuentro. Apoyados en una larga experiencia, exponemos el aspecto práctico que entraña la narración considerada como un camino insospechado de comunicación afectiva, que permite vehiculizar enseñanzas, estrechar vínculos y encauzar sentimientos, afianzando en el niño la capacidad de escuchar, antesala del pensar” 

En el libro encontramos los siguientes capítulos:

  • Valoración de la palabra:       
    • Imagen e imaginario
    • Palabra y comunicación
    • Valor de la imagen propia
    • Comunicación y soledad
    • Terapéutica de la palabra
  • Referencias Históricas
  • Didáctica de la Narración:
    • Ejercicios previos
    • Condiciones del cuento a narrar
    • Recreación del cuento (lit y folk)
    • El momento de narrar
    • Ubicación—voz—gesto—ademán
    • La narración en diferentes ámbitos
  • Proyección de la Narración.

Dora Etchebarne, recordemos que este libro fue publicado en el año 1972 (hace 43 años), revolucionó, como se observa en el resumido planteo del marco teórico, la relación del adulto con la literatura infantil, con el uso de la palabra, con favorecer la imaginación creadora, con  el acercamiento al libro, y con la formación de lectores reflexivos y críticos.

El arte de narrar se constituyó en bibliografía de consulta importante para todos los que nos acercamos al arte de narrar: narradores orales, autores de otros abordajes teóricos sobre narración, que felizmente ya hay, pero no podemos ni debemos dejar de valorar que fuera pionera en este oficio no tan olvidado .

Importa valorar a los que nos marcaron este camino, los que nos dejaron huellas en este arte de narrar.

En su libro Valoración  de la palabra Dora Etchebarne cita a Gastón Bachelard, quien resumiría todo este encuadre.

“… la imagen de la imaginación no está sometida a una comprobación de la realidad…”

“… no queremos un niño liberado de la imagen, sino libre en relación a la imagen …”

 

Lic. Carmen Bártolo
Profesora en Letras con Especialización en Literatura Infantil- Juvenil
 Especialista en Narración Oral
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