El Psicodrama Simbólico empieza invitando a una inmersión en doce cuentos, especialmente significativos.

 

1. Los Siete Cabritillos y el Lobo.

2. Caperucita Roja y

3. Los Tres Cerditos.

 

4. La Casita de Chocolate.

5. Pulgarcito.

6. La Reina de las Abejas.

 

7. El Patito Feo.

8. Pinocho.

9. Cenicienta

 

10. La Bella Durmiente.

11. Blancanieves.

12. La Bella y la Bestia.

 

Si tomamos como referencia el proceso de individuación del que habla Carl Gustav Jung, estos doce cuentos evocan de manera metafórica, el crecimiento psíquico que conlleva, desde una primera fase, que engloba la relación básica de apego, en la que se inicia, hasta la génesis de la identidad adulta.

En este artículo haremos una breve aproximación a un héroe simbólico que va haciendo un recorrido por los doce cuentos, tomando cada vez una forma diferente, creciendo y completando etapas esenciales del desarrollo psicológico, encarnándose cada vez en un protagonista con una edad existencial y un nivel de individuación diferentes a medida que va subiendo la escalera de los doce peldaños de estos cuentos.

En este viaje, podemos mirar cada cuento, en parte como si fuera un sueño y, situándonos desde la perspectiva del protagonista, que sería el durmiente que tiene este sueño, adoptaríamos la forma gestáltica de interpretación de los sueños, según la cual, todos los personajes del mismo son partes o tendencias del propio sujeto que ha creado este sueño, y por tanto, cada una de ellas nos revela un aspecto de su sí mismo.

También podemos mirarlo como un espejo de los vínculos, contenidos, valores, obstáculos y logros fundamentales que cimientan la vida humana en su conquista por el significado, en busca de la autorrealización y la trascendencia.

Este viaje simbólico del héroe va mostrando las grandes dificultades a las que se enfrenta todo ser humano en su proceso evolutivo, los grandes ejes sobre los cuales crea su guión existencial y la propia historia de su vida, y va ofreciendo también las claves para resolverlas y superarlas con éxito.

Es un viaje ejemplar, pues ofrece un modelo de persona, un modelo de sí mismo, un modelo de vinculación, un modelo de autorrealización y de trascendencia.

En ese viaje, cada protagonista completa una parte del recorrido de la vida humana y realiza nuevas conquistas que irá guardando en su historia, en su interior, y que le servirán para acometer nuevas dificultades; de modo que debemos imaginarnos a cada uno de los protagonistas, como una síntesis también del anterior y al décimo segundo como el que atesora la totalidad de los logros.

Se inicia con el Cabritillo Pequeño y va pasando por los distintos protagonistas de cada uno de los doce cuentos: Caperucita Roja, El Cerdito Mayor, Hänsel y Gretel, Pulgarcito, Bobillo, El Patito Feo, Pinocho, Cenicienta, La Bella Durmiente, Blancanieves y La Bestia, aportándonos cada vez nuevas conquistas y un nivel superior de individuación y madurez.

Veamos lo que nos ofrecen cada uno de estos protagonistas:

El Cabritillo Pequeño es el apego genuino a una buena madre, la prudencia y la autoprotección ante una situación que aún no se tiene capacidad de resolver por uno mismo.

Es el primer eslabón de un proceso de individuación, en el que se produce una primera separación de la figura básica de identificación.

Este personaje nos muestra la confianza, el apego, el vínculo esencial y la necesidad de edificarse desde un primer universo, la madre o universo madre, en el que hunde sus orígenes toda identidad.

Este Cabritillo Pequeño parece esconderse en el lugar más seguro de todos, en el que el lobo no puede encontrarle. Curiosamente este lugar es un reloj, lo que completa otro de los aspectos que nos aporta este personaje, el de una primera conciencia del tiempo, así como la aceptación del paso del mismo. O también nos dice que el reloj de la evolución se ha puesto en marcha y es imparable. Este cuento y su personaje central nos marcan la primera expresión individual, el inicio de la puesta en escena de eso que después vamos a llamar guión existencial. Podemos considerar a este Cabritillo número siete como el primer día de la vida, entendiendo la vida representada por siete días que evocan cada uno una etapa crucial y diferente de la misma.

El símbolo del pozo, con el que acaba este cuento, representa ese eje que conecta lo más profundo con lo más elevado, los dos aspectos que marcarán siempre ese proceso evolutivo de individuación y de crecimiento psicológico y espiritual.

El héroe imaginario de los doce cuentos ha evolucionado y toma la forma de Caperucita.

Podemos ya ver un cambio importante con relación al Cabritillo Pequeño, pues Caperucita ya puede aventurarse ella sola por el bosque, abriendo así la serie de viajes iniciáticos que van a tener lugar a lo largo de los tres primeros cuentos de la segunda fase.

Caperucita introduce una separación mayor con respecto a la figura materna, aunque todavía muy guiada por ésta. Así mismo, nos habla de la necesidad de llegar a interiorizar y a aprender por uno mismo los límites, pues de lo contrario, no es posible discernir autónomamente y se puede estar a merced de grandes peligros.

Un aspecto fundamental de este cuento es la autoestima básica que muestra Caperucita, una niña feliz, que se siente tan protegida y bella con su caperuza roja de suave terciopelo (que es el símbolo de ese primer vínculo piel a piel, del que conserva el carácter táctil), y también provista de una cestita en la que están contenidos los alimentos esenciales en el desarrollo psicológico (la leche y la miel). También es fundamental la conexión con la generación de los abuelos. El personaje de la Abuela es el símbolo de la unión de Caperucita con los saberes antiguos y profundos de la especie. En la versión de los Hermanos Grimm, que es la que se sigue en el Psicodrama Simbólico, es la abuelita la que enseña a la niña a vencer al lobo.

El cuento de los Tres Cerditos marca un cambio de nivel y muestra la construcción de un núcleo sólido del sí mismo. El héroe se convierte en el Cerdito Mayor, que ya nos habla de un crecimiento. Este protagonista nos muestra las nuevas cualidades y capacidades adquiridas: el esfuerzo, la constancia, la espera, el trabajo. Es un nivel de madurez que permite que domine el principio de realidad sobre el principio del placer. Destaca este Cerdito Mayor en relación con sus dos hermanos que representan un proceso que culmina en aquel.

Este héroe aporta una adquisición de identidad de enorme valor psicológico, el núcleo del sí mismo, el yo, constituido de manera sólida, estructurada, con la capacidad de analizar las amenazas al crecimiento, representadas por el Lobo, y de vencerlas por uno mismo.

La casa fuerte, bien construida, bien estructurada es ese ámbito, en el que ya no puede irrumpir el elemento indiferenciado del Lobo.

Con este personaje se cierra un primer ciclo evolutivo, que evoca la formación de una identidad básica.

Con el cuento de Hänsel y Gretel entramos en una nueva etapa, que estará presidida por un desprendimiento de las figuras de identificación básicas (universo materno), una creciente independencia y el desarrollo de la autonomía.

Aquí el héroe toma la forma de dos hermanos, niño y niña, Hänsel y Gretel, que con su dualidad están aportando una primera integración de elementos masculinos y femeninos, la aparición del universo de los pares y la importancia del mismo en este desprendimiento materno y en esta conquista de autonomía que va a ser la constante de la serie de estos tres cuentos.

Estos dos hermanos representan la separación del universo materno, el cambio de una posición de dependencia, en la que fundamentalmente el niño se nutre de este universo materno, que metaboliza para configurar su identidad, a una postura de inicio de independencia, en la que los aspectos que van a alimentar su identidad, van ya a provenir, de los iguales y de su propia elaboración personal, de una manera cualitativamente superior a como ha tenido lugar este proceso hasta ahora, teniendo en cuenta, que el niño nunca es un sujeto pasivo, moldeado a imagen del universo materno, que desde un comienzo su originalidad, espontaneidad y libertad, están en funcionamiento; pero que en esta etapa hay un salto cualitativo.

Estos hermanos realizan un primer desprendimiento del universo materno y entran en el universo paterno.

Es de destacar el ámbito de compañía y ayuda mutua que les permite atravesar el viaje iniciático del bosque, enfrentarse a los peligros de la casa de la bruja, y salir victoriosos y cargados de tesoros, para culminar el cuento con un cambio de nivel, representado por el hecho de cruzar el río; para llegar finalmente a la casa del padre. Es el momento evolutivo en que el universo paterno hace su aparición.

Es muy interesante cómo la casita del bosque, que en realidad alberga a la bruja, se les aparece, en un principio como la imagen idílica y deseada de un paraíso perdido. Hänsel y Gretel nos aportan la pérdida de ese paraíso.

 

Pulgarcito sigue el proceso iniciado por los dos hermanos y añade un elemento de gran valor en el desarrollo psicológico. Aporta una evolución del pensamiento, la aparición de la conciencia, de la capacidad de ver, de analizar, de conceptualizar..., de ser consciente de uno mismo. Señalemos cómo esto viene representado por la luz, que es posible descubrir al situarse en una nueva perspectiva, la que da estar en lo alto de un árbol, y que guía a Pulgarcito en la oscuridad del bosque y representado también por la vigilia en la que se mantiene Pulgarcito, lo que le hace menos vulnerable, menos presa del miedo y le dota de capacidad para hacer frente a un peligro desmedido (representado por el Ogro), con la inteligencia y la capacidad de prever y planificar el futuro.

La Reina de las Abejas, nos ofrece con Bobillo, la integración de aspectos fundamentales del desarrollo para poder culminar la etapa de la infancia. Marca el fin de la infancia y anuncia ya de alguna manera el ideal de un guión existencial completo.

 

Esta salida de la infancia, cargado con todas las capacidades y logros adquiridos en el viaje hasta llegar a Bobillo, nos muestra con éste, la necesidad de no sobrevalorar esos logros y de no olvidar nunca el sustrato profundo sobre el que se edifica todo el desarrollo mental humano: el inconsciente y el eros.

 

Por eso Bobillo debe enfrentarse a tareas que no pueden resolverse ni con la voluntad, ni con la visión.

Para superarlas, debe recibir la ayuda de elementos de la naturaleza que representan aspectos fundamentales para poder desarrollar una vida plena y completar la formación del sí mismo: el trabajo y la colaboración en grupo, la capacidad de introspección y de ahondar en el inconsciente y la elaboración y sublimación representada por la abeja, que hace la miel, que también representa la dulzura de la vida, es decir el gusto por la vida.

Con el Patito Feo, se inicia un recorrido en el que el héroe se va a ir enfrentando con aspectos duros y especialmente difíciles de la vida, como la soledad, la diferencia, el rechazo, la injusticia, incluso la muerte.

En último término, cobrará un lugar esencial la naturaleza incompleta y carente del ser humano, que le lleva en busca siempre del otro, de los iguales, del amor... aspecto que se revelará de manera magistral y culminante en Cenicienta, con la búsqueda de ese otro zapatito, la pareja que pueda completar el único testigo que ha quedado de la persona amada.

El Patito Feo nos muestra la vivencia de no sentirse aceptado, ni semejante, ni perteneciente a un determinado grupo familiar y social.

Con ello, se destaca la diferencia esencial de este personaje, que nos conecta con dos ideas fundamentales: la diferencia inherente a cualquier identidad, es decir, la diferenciación; y la diferencia del que, además posee un sello añadido a la propia identidad, como puede ocurrirle a cualquier persona con una marca, en relación a un grupo de referencia (personas con discapacidad, personas de otra cultura, el miembro que entra nuevo en un grupo...).

El Patito Feo es la búsqueda de esa identidad, del propio lugar en el mundo, a través de un camino de soledad y de encuentros fallidos.

Pinocho nos aporta la conciencia moral, la posibilidad de ponerse en el lugar del otro. Es también un cuento que nos pone en contacto con un niño artificial, un niño que no lo es del todo, un niño sin madre; y por tanto, puede hacer referencia a una carencia, que puede suplirse mediante un amor verdadero, primero el de Gepetto padre, y después el de Pinocho hijo, que puede morir como muñeco para convertirse en humano de verdad, después de haber dado su vida por el otro, es decir, por la superación del egoísmo.

Cenicienta nos habla de la muerte de la madre y la necesidad de recorrer el camino del crecimiento afrontando esta pérdida, que vuelve a ser representada por la pérdida del zapatito. No es, sin embargo, una pérdida total, queda una mitad, una de las partes del par, como significado de que si de verdad se ha interiorizado el amor de la madre o de los vínculos primigenios correspondientes al universo materno, uno no está solo del todo, siempre queda ese testigo, el zapatito, que nos guiará en la búsqueda del par perdido, del par soñado, que finalmente encontrará el Príncipe. Así mismo, la prueba del zapatito, que sólo vale a Cenicienta nos dice que en este momento está constituida de una manera muy firme la propia identidad, y que ésta es única, por eso el zapatito no puede entrar en ningún otro pie.

Con La Bella Durmiente se inicia el tercer ciclo de los doce cuentos, el que nos habla de la transformación que tiene lugar en la adolescencia y en la resolución de la misma, con la entrada en la juventud, en el inicio de la vida adulta, en que la identidad ya está formada, y las líneas esenciales del guión existencial trazadas.

La Bella Durmiente aporta el significado del descubrimiento de la propia sexualidad y de la conciencia de la condición mortal del ser humano, ambas cosas complementarias. El individuo muere y la especie perdura a través de los hijos.

 

Blancanieves nos muestra la diferenciación definitiva de una figura materna de referencia, en este caso, negativa, expresada por la amenaza de muerte y por la liberación de la parte negativa al escupir el trozo de manzana envenenada.

Y finalmente con La Bella y la Bestia, asistimos a la integración de los aspectos femeninos y masculinos, positivos y negativos, que hay en todo ser humano. A la verdadera conquista de uno mismo, a la individuación, representada por la trabajosa y arriesgada transformación de la Bestia en persona, en una persona completa, con bondad, belleza e inteligencia. Esta conjunción, esta integración, este equilibrio dejan afianzada la individuación de esta primera parte de la vida, sobre la que van a construirse las demás.

El Psicodrama Simbólico ha ideado un método que permite a cada persona dentro de un grupo, realizar su propio viaje adentrándose en estos cuentos, para inundarse de sus imágenes arquetípicas, despertar sus propios símbolos y así, enriquecer su potencial como protagonista de su guión de vida.

 Irene Henche Zabala

Autora del Método de trabajo de Psicodrama Simbólico, publicado en la Hoja de Psicodrama en el Primer Trimestre de 2006

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