Desde antes de pasar a formar parte de AEDA varios compañeros me instaban a poner el debate de los cachés en la mesa. Es por todos sabido que es el nuestro un oficio con un índice nada desdeñable de intrusismo y cuando hablo de intrusismo no me refiero a la labor de contar cuentos, Propp me libre de querer poner puertas al campo, sino al hecho de cobrar por ello. Quién, tras pasar un presupuesto bastante ajustado, no ha visto rechazada su propuesta con la excusa de haber encontrado otra más barata y por más vueltas que le das no ves como encajan las cuentas. De lo que entiendes que la persona que ha desarrollado la actividad a bajo coste, o bien no estaba de alta en la Seguridad Social, o lleva tan poco tiempo ejerciendo que no sólo no tiene conciencia de que con el precio que está cobrando le va a resultar imposible vivir de esto, también está incurriendo en competencia desleal de cara al resto de compañeros. Lejos de querer generar aquí un debate al respecto, asunto que reservo para los foros privados de la asociación, me gustaría hacer ver a las personas ajenas al oficio cuáles son los costes que hay detrás de un espectáculo de cuentos.

Hay una serie de gastos inherentes a la profesionalización, por lo menos lo que yo entiendo como tal y lo que se defiende desde AEDA.

Seguros sociales

Si eres autónomo, salvo las excepciones que se encuentran bonificadas, debes pagar mensualmente a la Seguridad Social 267,03 € de base mínima mensual y en torno a un 45% de la nómina a percibir en el caso facturar con alguna otra figura legal y ser asalariado, es decir para cobrar 1000 € mensuales debo pagar/cotizar unos 450 € mensuales. Porcentaje que se dispara en caso de tributar en el Régimen Especial de Artistas. (¿Para cuándo una reformulación del mismo para que todas las personas jurídicas podamos tributar en él?). Importes que hay que ingresar mensualmente, haya pagado o no el cliente.

Impuestos

Como bien explica Mª Asunción Jaime en su artículo, el IVA a imputar hoy en día es el del 21% sobre la base imponible, y si eres autónomo se debe retraer el IRPF, normalmente el 15%. Estos impuestos se liquidan trimestralmente, haya pagado o no el cliente. Si el cliente no ha pagado y no tenemos liquidez siempre podemos pedir un aplazamiento con los consiguientes intereses.

Gestoría

Algunos narradores, pocos, además de grandes contadores de historias son grandes logistas, tienen amplios conocimientos de fiscalidad y cuentan con el tiempo necesario para hacer las gestiones. La gran mayoría, ante la posibilidad de cometer un error de peso o pensar que es más interesante dedicar nuestros esfuerzos a ser mejores profesionales, “zapatero a tus zapatos”, solemos contratar una gestoría que a cambio de una cuota mensual realiza todas las gestiones necesarias. Normalmente se pueden negociar tarifas planas a cambio de acuerdos anuales. Como recuerda mi hermano a menudo, en estos casos lo barato suele salir caro.

Seguro de Responsabilidad civil

Pese a no ser siempre obligatorio se recomienda estar en posesión de uno en caso de que hagas grandes montajes o manipules objetos que puedan causar un daño a terceros. Su coste depende del capital asegurado. Normalmente ronda los 250 €.

Vehículo y/o costes de desplazamiento

Para desempeñar nuestro oficio habitualmente nos desplazamos a cierta distancia de nuestro domicilio, ya sea en vehículo propio o en un transporte colectivo, ese desplazamiento va a costar un dinero, un error bastante común cuando uno se desplaza en vehículo propio es imputar tan solo los costes de gasolina, sin incluir la parte correspondiente del seguro, los impuestos, ni la amortización del vehículo por desgaste, mantenimiento o imprevistos. Según el informe Captio del kilometraje 2015, el precio medio del kilómetro durante ese año ha sido de 0,25 €/km, ahí sí que va incluido todo. Vamos que de cada 100km que recorro 25 € van para el coche y el combustible.

Dietas

En algunas ocasiones nuestro trabajo nos obliga a desayunar, comer o cenar de camino o donde nos pilla, en otras ocasiones tenemos que alojarnos. Algunos pensarán que si estás en tu casa también tienes que comer. Sin duda, pero no a ese precio.

Distribución y difusión

O bien la haces tú o se la encomiendas a alguien, en todo caso esta parte del trabajo que consiste en hacerse ver, suele ser de las que más tiempo y planificación requiere. Enviar propuestas a través de listas de correo, contactar telefónicamente, dejarse ver en las ferias, invertir en publicidad, diseño web y presencia en redes. Una parte importante de los ingresos suelen ir destinados a esto. Si la distribución se la encomiendas a un profesional suele acordarse un porcentaje del caché que oscila entre el diez y el veinte por ciento, si la haces tú prueba a apuntar las horas que inviertes y si te atreves ponle precio hora al trabajo de oficina.

Equipo informático y otros mecanismos electrónicos

A día de hoy es impensable intentar realizar una actividad profesional como la nuestra sin contar con los recursos tecnológicos necesarios, es cierto que prácticamente todo el mundo tiene un ordenador en su casa, también es cierto que una dedicación profesional requiere que los equipos estén puestos a punto y actualizados. En cuanto las amortizaciones de equipos lo más habitual es imputar un 25% anual de la base imponible. (Sin impuestos).

Línea telefónica

Sin entrar en una comparativa de precios y compañías no es fácil encontrar un servicio que dé cobertura a un profesional por menos de 30 € + IVA al mes. Yo pago el doble.

Tiempo no productivo

Un coste relacionado que tampoco se suele apreciar es el tiempo invertido para llegar hasta el lugar de la representación y el tiempo empleado en preparar el espacio. Si hablamos de trabajo estas son horas salariales.

La labor artística

Si se dan cuenta hasta aquí todavía no hemos entrado a dilucidar los gastos inherentes de la actividad artística, manteniéndonos en los costes de ser un profesional contribuyente. A continuación enumero el resto de gastos que están vinculados directamente al oficio y cuya cuantía depende exclusivamente del hacer de cada uno.

Entre ellos el vestuario, el atrezzo, el equipo de sonido, los libros y materiales sobre los que trabajar, la formación, la dirección escénica y todas las horas necesarias para preparar los repertorios, pulir, ensayar, etc.

Y finalmente a todo esto hay que sumarle nuestro salario, que es lo que vamos a cobrar por desarrollar nuestra labor, con lo que comeremos, pagaremos nuestro hogar, la escuela y la ropa de los niños y en el mejor de los casos las vacaciones o incluso ahorraremos por si en un futuro el dinero nos hiciera falta para algo.

En definitiva para que el público pueda disfrutar de un espectáculo de una hora de duración, el narrador profesional invierte mucho tiempo y dinero para que eso sea posible. Del importe que figura en la factura finalmente nosotros percibimos una parte ínfima. Es importante que algunos programadores sean conocedores de esto la próxima vez que estén pensando en regatear un caché, pero sobre todo aquellos que están pensando en arrojarse al ruedo y cobrar por contar cuentos.

Contar cuentos puede ser una pasión, una pulsión, una necesidad, un arte, un oficio... pero también una profesión. Y como le escuché decir no hace mucho a un compañero narrador, “Yo no cobro por los cuentos, los cuentos los regalo, cobro por todo lo demás”.

Otro día les hablaré de “el valor de ser narrador profesional”, pero eso es otra historia...

Mario Cosculluela

Narrador oral profesional. Miembro de AEDA

Este artículo se publicó en el Boletín n.º 45