Después de sopesar varios formatos, me decanto por hablar con cada festival por separado, y el recorrido se hará de norte a sur.

 

Atlántica

Sede central: Santiago de Compostela
Dirección de Soledad Felloza
Desde 2012
 

En su primera edición, Atlántica presentó 12 funciones en total, 8 de ellas para público adulto. En la última, celebrada en marzo de 2017, el número de funciones fueron 44, de las cuales el 75% fueron para público infantil y el 25% para público adulto.

La financiación es mayoritariamente privada. Al principio fueron las taquillas las que sostuvieron el festival y cada año entró una empresa privada nueva con pequeñas aportaciones. Poco a poco fueron también sumándose instituciones. Se venden packs de actuaciones niños-adultos a ayuntamientos cercanos a Santiago, y, con el aumento de publicidad y el crecimiento del festival, cada vez son más los ayuntamientos implicados y los packs contratados. Se están planteando si acceder a subvenciones porque, a pesar del aumento económico, supondría quizás una pérdida de independencia. No se quiere renunciar al cobro de entradas, tanto por independencia como por darle valor a lo que se hace. Es una tónica que volveremos a encontrarnos en casi todos los festivales de este estudio.

Hay un reparto solidario de lo que se recauda entre los artistas. Todo va a una caja común y se reparte por funciones hechas, de manera que, en función de esto, cada año varía el caché por función.

El festival se inicia con una gala inaugural con todos los artistas en un teatro de Santiago, buscando que el público, que viene incluso de fuera de Santiago, pueda conocer a los artistas y luego buscarlos en el programa, para poder disfrutar de una función completa de cada uno.

El equipo se conforma de un grupo estable de colaboradores (10 personas) –de los cuales 2 son narradores– que se ocupa de labores de comunicación, diseño, etc. Además, hay un grupo de narradores locales que voluntariamente acompañan a los narradores invitados en lo que necesiten.

El espíritu del festival es que es profesional y revoltoso. Aúna las cosas buenas que encuentra en otros festivales y trata de laminar las, a su entender, incorrectas. Su dirección cree que si queremos ser profesionales tenemos que serlo por todos lados, e investiga hacia ese lugar. Se trata de aprender a gestionar lo mejor posible y a contactarse con una red de festivales del Atlántico, con los que se retroalimentan.

Lo que Soledad Felloza ha aprendido de la experiencia de festival es que hay que venderse mejor como narradores, entender que hay que dar una imagen profesional de lo que hacemos, y saber a quién nos dirigimos, a qué público queremos atrapar. No es lo mismo la publicidad para un espectáculo infantil en un colegio que para una biblioteca o para un teatro. Es necesario aprender a comunicar con eficacia lo que hacemos, en qué consiste y por qué tienen que venir a verlo, y hay profesionales que pueden ayudarnos a ello; es su trabajo.

 

 

 

Munt de Mots

Sede central: Barcelona
Dirección de Rubén Martínez
Desde 2010
 

La primera edición, en 2010, contó con cerca de 100 actividades en unos 50 espacios diferentes. Desde el principio el festival se fundamentó en ser estrictamente de narración oral, pura, sin teatro o poesía como artes independientes. El objetivo era promover la narración oral sin mayores artificios, el arte de una persona sola en un escenario, para niños o para adultos. Después fueron incorporándose actividades como conferencias y talleres. Un hito interesante fue que en 2013 crearon el “Centro de interés en la narración oral”. Parte de la idea de que las bibliotecas funcionan por especialidades, y que una podría especializarse en narración oral. La idea no cuajó, pero sí la creación de un centro de interés en la biblioteca de Vila de Gracia, en Barcelona. Es un espacio para la reflexión y la teoría y en la última edición (octubre de 2017) se han realizado 4 conferencias y 1 taller en ese espacio. Los artistas han ido donando parte de sus creaciones teóricas o artísticas como narradores orales y se ha ido creando así un fondo. Es el único taller que se mantiene en las bibliotecas públicas de Barcelona. En la última edición del festival, en 2017, se han llegado a realizar 46 actividades en total.

Las primeras ediciones se llevaron a cabo sin financiación, de manera voluntaria, luego se profesionalizó gradualmente. La dirección del festival tiene la experiencia de que un proyecto debe presentarse al menos tres veces para que se considere por una institución, lo cual resulta muy engorroso. Han ido manteniendo varias fuentes, si bien la subvención supone aproximadamente el 10% del total. También realizan campañas de micromecenazgo/crowdfunding y venta de beneficios como asegurarse un asiento, ya que la mayoría de las funciones son de entrada libre. En algunos casos funcionan con taquilla inversa, donde el espectador paga a la salida y no a la entrada. El merchandaising de bolsos, chapas, camisetas, etc., también reporta financiación. El festival opina que no deben depender de una única fuente de financiación para ser más independientes. También se venden funciones a bibliotecas y centros cívicos a precios más altos de lo que se hace durante la temporada, ya que se aprovecha el tirón de ser un festival y tener ese plus: artistas poco habituales o nuevos en la ciudad, promoción, programas de mano, ser parte de algo… El festival inició esta colaboración pidiendo simplemente que la programación que ya estaba formara parte del festival. Al observar los gestores que siendo parte del festival el público aumentaba comenzó una colaboración más estrecha, cediendo la programación de esos días al festival –incluso de funciones antes y después del festival- y asumiendo un pago algo mayor por las funciones. Esto permitió que el festival pudiera no solo crecer en número de espectáculos, sino elegir las bibliotecas más interesantes y abarcar más barrios en la ciudad.

El equipo del Munt de mots lo compone la asociación Munt de paraules (12 personas), con un “núcleo duro” encabezado por Rubén Martínez de gente que hace las relaciones, programación, redes, comunicación y prensa, diseño, etcn Al igual que vimos en Atlántica, consideran vital que la inauguración sea en un teatro referencial de la ciudad para darle proyección artística y publicitaria a la narración oral.

Una propuesta muy interesante que ha descubierto el festival es el programa Cuentae Linguae, es decir, un espacio donde se cuenta en diferentes idiomas por narradores nativos de regiones no hispanohablantes (o no únicamente hispanohablantes). Se cuenta sin traducción en un ejercicio de encuentro e investigación de la narración oral más allá de las palabras.

El espíritu del festival se basa en la proyección de la narración oral lo más pura posible y en que todo el mundo gana cuando cualquier espacio se abre.

La experiencia de Munt de mots ha enseñado a Rubén que la planificación previa ahorra mucha energía que a veces se pone en un primer momento mal canalizada, y que se desgasta. Para que eventos de este tipo salgan bien, conviene tener un buen plan.

 

 

DePalabra

Sede central: Cuenca
Dirección de Félix Albo
Desde 2014 en su nueva versión (la primera comenzó en 2002)
 

DePalabra nace de la FLIC, la feria del libro regional, con una función única en su primer año y a partir del siguiente ya cuenta con tres funciones nocturnas y funciones escolares para primaria y secundaria. A partir de entonces el festival se centra en público adulto y de secundaria, así como un foro formativo paralelo aprovechando a los artistas que vienen donde formar a padres y bibliotecarios en el arte de contar. Se invita a toda la gente interesado en la narración, bibliotecas, educación e intervención social. En las primeras ediciones, cuando el festival formaba parte de la FLIC, se invitaba a los asistentes a las funciones como a algo especial y conseguían reunir entre 400 y 500 personas cada noche, de lunes a sábado. Luego la Junta de Castilla-La Mancha dejó de financiar la FLIC y el festival también se cayó.

En el año 2014 el Ayuntamiento de Cuenca vuelve a financiar el proyecto. Desde la dirección de DePalabra se opina que un proyecto de la envergadura de un festival artístico debe contar con una financiación estable para tener continuidad, no armarlos “a lo loco”, sino en base a una sostenibilidad y a un objetivo, por eso hasta no aparecer esta fuente económica, el festival se detuvo. Al reanudarse hubo un cambio de espacio, desde el recinto ferial al Auditorio de Cuenca, de 190 butacas, buena acústica y cercanía con el público. Similar a un paraninfo de universidad. También hubo que preparar nuevos dosieres para los nuevos representantes políticos, a lo que ayudó el hecho de contar con mucha información de las versiones anteriores en forma de menciones en prensa, fotografías, etc.

La financiación actual, además del Ayuntamiento de Cuenca, corre a cargo del cobro de entrada y de la participación de una empresa pública, que paga los cachés, descontando lo recaudado con la venta de entradas.

El festival cuenta en su última edición con 4 funciones de noche para adultos, sesiones golfas que tocan más artes que se cuenten con historias, como la poesía, un foro de formación patrocinado por la Junta y la UIMP y una cuota por inscripción (ya que se da un certificado de asistencia), una sesión de apertura gratuita para enganchar al público, similar a lo visto en Atlántica y en Munt de mots, y sesiones infantiles, aunque no muchas, ya que la filosofía del festival es llegar a públicos más mayores, de secundaria y adultos, porque el público infantil en Cuenca ya tiene otros eventos de narración durante el año que cubren esa demanda. Los alumnos de secundaria a los que se cuenta suelen ser los mayores –de tercero a bachiller–, y se les invita a las sesiones del Auditorio. Y si vienen una hora antes, se les ofrece una visita guiada por el lugar.

El equipo este último año ha sido de 4 personas, aunque el espíritu del festival se basa en la participación ciudadana, en que la dirección sea elucidadora en su modelo de gestión (basándose en dirigir lo menos posible, simplemente decir qué se puede hacer, poner medios, etc). Esto lleva a que por ejemplo el público puntúa después de cada función los espectáculos entre 0-10 y el más votado hace la inauguración el año siguiente, se implica al grupo de voluntarios de prensa de la universidad para las fotos, se implica a los comerciantes de la ciudad, etc. En definitiva, se trata de que toda la ciudad esté comprometida con el evento y lo sienta como propio.

Félix Albo, director del festival, opina que hay que pensar siempre en la continuidad de las cosas, no en la realización puntual, y para ello hay que cuidar los espacios y a los artistas, y respetar también a la figura del gestor cultural, que existe profesionalmente, igual que nos gusta que nos respeten a nosotros como oficio. Aprender, colaborar con ellos, escuchar a los profesionales de cada cosa, cuidar el descanso de los narradores y su intimidad, cuidar al público, facilitar espacios de encuentro entre el público y los artistas (al público le gusta ver que el artista de ayer está hoy sentado unas butacas más adelante).

La publicidad del festival se basa en las redes, el buzoneo continuado, el boca a boca y en la presencia continuada en los medios de comunicación locales, que realizan una entrevista diaria y telefónica emitida por la radio. También en una base de datos recabada año tras años que permite abarcar gran parte de una ciudad pequeña como es Cuenca.

 

 

Ávila de Cuento

Sede Central: Ávila
Dirección: Maísa Marbán y Héctor Urién

Desde 2011

 

Este festival se realiza siempre entre las fechas 26 y 30 de diciembre. En su primera edición en 2011 contó con la participación de 4 artistas, que se repartieron un total de 12 funciones. En la última, en 2016, fueron un total de 6 narradores con 24 funciones, todas de narración, incluyendo sesiones abiertas para público adultos, familiar y bebés, y 2 sesiones solidarias, para público que no puede acudir a las abiertas (hospital y residencia de ancianos). En la última edición se hicieron actuaciones en Ávila y en Villamayor (Salamanca).

La financiación de Ávila de cuento está repartida entre las taquillas y la aportación de instituciones, que además ceden los espacios para los espectáculos. El equipo de producción del festival es estable en los últimos años y está compuesto por 6 personas que abarcan todo entre todos, si bien hay gente especializada en cada cosa. Un aspecto especial de Ávila de Cuento es que cada persona del equipo cobra por su trabajo, no se cuenta con voluntarios. Hay una remuneración acordada entre el festival y el equipo y los artistas que, en función de la recaudación final, siempre se aumenta.

La publicidad se realiza mediante redes, programas de mano y boca a boca. Desde el Ávila de cuento creen que es muy importante que el festival esté fijado siempre en las mismas fechas, de manera que el público ya lo conoce y lo espera. Desde el primer año se convino una rueda de prensa conjunta y convocada por las instituciones patrocinadoras, lo cual provocaba una repercusión considerable en los medios de comunicación locales (radio, televisión y prensa) que hacían una labor informativa muy importante para el éxito del festival. Ese único movimiento provocaba estar en boca de todos durante los 5 días de duración del evento.

Ávila de cuento es un festival que trata de dignificar el trabajo de los artistas y de la gente que colabora con ellos. De ahí que se cuiden mucho las condiciones de trabajo, los descansos, los relevos y que todo el mundo cobre por su aportación. También es un festival que intenta estar conectado con la ciudad de Ávila y aunar todos los esfuerzos sobre la narración en la ciudad en una única propuesta, con todos los remos en la misma dirección. Aportan, como punto importante, la importancia de cuidar el detalle como detonante de algo más grande, cómo a veces un leve cambio produce un gran efecto. El cambio sutil de hora de las funciones de fin de semana, por ejemplo, les reportó doblar los espectadores de esas funciones.

 

 

Cuentacuarenta

Sede central: Ávila
Dirección de Patricia Picazo
Desde 2012
 

Cuentacuarenta más que un festival es un ciclo, con programación de fin de semana, mayoritariamente, durante las fechas de la Cuaresma. En su primer año duró 7 semanas (con 28 actividades en total) y pasaron por el festival 7 narradores en cartel y otros narradores acompañantes de algunas funciones, 12 en total. Todas las funciones fueron para público adulto.

A partir de 2013 y hasta la última edición en marzo de 2017, se ha reducido el ciclo a 5 semanas, durante las cuales se realizan 12 funciones de adultos, y un programa formativo llamado Cuentalabs que ha contado con 5 sesiones. Además, hay programación para el día del libro, 23 de abril, que también es el día de Castilla y León, con dos funciones más, un concierto de jazz, una exposición y dos cuentalabs.

El festival cuenta también con un cineforum y una exposición previos al inicio del ciclo. La exposición es siempre sobre un tema relacionado con la narración oral, por ejemplo, en 2016 se realizó una con fotografías de los artistas que habían pasado por Cuentacuarente en todos estos años. Está activa durante todo el ciclo. También se realiza un ciclo por redes de 40 cuentos en 40 días, consistente en microcuentos que se envían por twitter, ya desde la primera edición en 2012. Cuentacuarenta tiene también una extensión en Valladolid y desde este año otra en Salamanca.

Cuentacuarenta se financia desde distintos focos. Se recauda a la salida de las actuaciones de los sábados (al público se le entrega una taleguilla para que ponga el dinero que considere y se recogen a la salida). También colaboran espacios -como bares- que se adhieren al proyecto, bien sea por un servicio bien por una aportación económica. Hay también una campaña de crowdfunding y gente particular o empresas que ayuda en redes, cede espacios, etc. Por ejemplo, los domingos se hacen meriendas con cuentos y el espacio abona un caché descontando lo recaudado por la venta de entradas. También se pagan los cuentalabs, aunque a precios muy bajos –3 €–. Siempre se da algo físico cuando se cobra una entrada.

El festival funciona muy bien de público, los espacios se llenan (una media de 130 espectadores par la función central de los sábados en el Casino abulense) y para la publicidad utilizan redes, mailing que van recabando tras cada actividad, etc… Se realizan demos para youtube y pequeñas grabaciones de los espectáculos que se cuelgan a disposición de todos. También el boca a boca y el WhatsApp. El mailing personal con toda la información del festival y el boca a boca son lo que mejor funciona, las redes, sin embargo, no les dan gran resultado. Hay un bar de referencia donde se recogen las actuaciones y donde se hace también buena publicidad del festival, sirviendo de núcleo.

El equipo lo han conformado 6 personas en esta última edición. Siempre va cambiando la gente, por agotamiento y relevo natural. Se encarga de la producción, taquilla, acompañamiento, fotografía y vídeos, comunicación y diseño.

El espíritu del festival puede resumirse en la frase: “cultura entre todos para todos”, de ahí que se cobre al final del espectáculo y mediante aportación secreta, para que gente en dificultades –Ávila ha sido una de las ciudades más golpeadas por la crisis– pueda venir aunque un día no pague. Se premia la asistencia, y que mañana traen a alguien que sí puede aportar. Se cobran microprecios por las actividades y se busca generar interacción y diálogo entre la gente, artistas y público.

Patricia Picazo resalta la importancia de aprender a negociar, de tener mucha paciencia y mucha mano izquierda con todos, porque hay muchas personas e instituciones implicadas en un evento grande y cada cual tiene sus necesidades y sus prioridades, así hay que lidiar con los artistas, los bares, el público, las instituciones, los hoteles, y armonizarlo todo. También fueron el primer ciclo en tener una imagen clara y un nombre propios y característicos, explotándolos como marca. Se considera capital el cuidado de la imagen, del folleto. Esto era muy importante para que el público lo entendiese como un espectáculo de calidad y lo valorase como tal; cuanto más se cuidaba la imagen, más se recaudaba a la salida de los espectáculos. Así, en Cuentacuarenta tratan de cuidarlo todo: la acústica, la iluminación, la ropa… hasta convertir cualquier espacio en un espacio escénico con telones, caja e iluminación propias de un teatro.

 

 

FINOS

Sede central: Sevilla
Dirección de Marco Flecha

Desde 2008

 

En su primera edición se realizaron dos funciones para adultos y una extensión, también para adultos. En la última ha cambiado la temporada en la que el festival se desarrolla (antes era en junio, ahora es en octubre) y ha contado con 3 sesiones para adultos y 2 para público familiar en una única sala teatral. Además, han sumado sesiones en librerías para público familiar. Las librerías pagan un caché y el festival, así, se extiende por los barrios de la ciudad. También hay sesiones en colegios de primaria y, en algunas ediciones, ha habido también de secundaria. Por último, la universidad de Sevilla se ha sumado con una función. En total, 20 funciones en esta última edición. Se invita a dos artistas internacionales y dos locales.

El equipo lo componen 10 personas, todos narradores, que realizan todo el trabajo de producción, comunicación y registro audiovisual.

El festival está totalmente autofinanciado, es decir, carece de subvención pública y obtiene el presupuesto de las librerías, los colegios, la taquilla y el merchandaising de camisetas, carteles, chapas…

El espíritu del festival es asambleario, sin dirección clara, familiar. Se hace todo entre todos, incluso la programación, que invitan a los artistas que les gustaría escuchar. Finos se apoya en generar alianzas con los espacios propios de la ciudad donde circula la narración, y que son alimentados por los narradores locales durante todo el año, hasta conseguir un reconocimiento de una ciudad grande y llena de propuestas como es Sevilla de que existe un festival de narración, que aglutina público y se retroalimenta con el público de las programaciones regulares.

 

 

Palabras al vuelo 

Sede central: Lanzarote
Dirección de Cristina Temprano
Desde 2013
 

Durante la primera edición se realizaron 4 sesiones de adultos, 1 para bebés, 1 familiar, 1 taller de construcción de álbum ilustrado, 1 exposición pequeñita, 1 presentación de libro (español-inglés, primera vez lo bilingüe) y 1 taller de animación a la lectura, realizado todo en dos fines de semana.

En la última edición (la quinta, octubre de 2017) hubo en total 38 actividades, 6 espectáculos para adultos abiertos a público, 2 para adultos en riesgo de exclusión social, 1 en residencia de ancianos, 3 para público familiar en español, 1 en francés y otra en inglés, 1 para bebés, 1 para niños hospitalizados, 6 escolares, 11 talleres escolares de ilustración, 1 charla-conferencia a cargo del narrador visual, 1 exposición, 1 charla-debate abierta para escritores locales y 1 taller de narración oral y otro de ilustración, abiertos. Durante 9 días seguidos.

Palabras al vuelo se caracteriza porque además de llevar narración oral, invita siempre a un ilustrador-narrador visual, que comparte con los narradores, expone su trabajo y además diseña el cartel de esa edición.

Se financia gracias a diversas entidades. Hay instituciones que colaboran, empresas privadas que dan dinero o que aportan en especie y venta de entradas de algunos de los espectáculos que se ofrecen en el festival, que aunque no se recauda mucho, la dirección del festival opina que es importante mantenerlo porque aporta valor a los espectáculos.

El equipo hace un trabajo muy específico. Cristina Temprano, como el resto de directores de los festivales vistos, hace la programación, dirige y realiza una gestión general. Luego hay personas en comunicación, decoración, fotografía, vídeo, diseño, asistencia a los profesionales… 17 personas en total en esta última edición, entre contratados y voluntarios.

La publicidad se hace mediante una impresión de folletos de buena calidad y un reparto efectivo, en lugares estratégicos. También se puede descargar de la web en formato pdf. SE procura salir en las agendas culturales locales, tener mucha presencia en medios, que en este último año han hecho una cobertura importante del festival, incluyéndolo incluso en los informativos.

El espíritu del festival es por un lado ensalzar la narración oral como arte y belleza, dotando a cada actividad de las mejores condiciones para que brillen e intentar crear momentos en los que la gente viva una experiencia significativa, única, que provoque la cercanía y la humanidad. Se resalta la idea de que la gente tiene una respuesta muy cálida al festival, y se siente muy agradecida de poder vivirlo. Por otro lado, es importante la idea de que la variedad es unidad, es decir, abrir públicos y espacios a la narración, huir de la idea de “público de cuentos” para buscar otros públicos. Traer también narradores lejanos, propuestas diferentes y aunarlas con las propuestas locales, que siempre se intenta que estén presentes en el festival.

Cristina destaca la importancia de la unidad, del equipo. La primera edición fue un golpe de suerte, y con todo financiado lo hizo ella sola. Después, al tener que buscar más financiadores, encontró el valor del trabajo en equipo, donde pueden suceder cosas maravillosas y desde donde puede cambiarse el mundo, dice ella, porque todos aportan, desde el que más trabaja en el equipo hasta quien comparte en Facebook, es necesario tener conciencia de que todos ponen su granito de arena en el festival. También en la misma idea de apertura, hay un empeño en buscar nuevos públicos y llegar a gente de todas las edades y condición social, y lo consiguen.

 

 

Conclusiones

Con este estudio, más o menos esbozado en las reseñas anteriores, he podido constatar que los festivales impulsados por narradores tienen en común un especial interés por promover las funciones para público adulto, quizá porque son las que menos se hacen en general, y en muchos casos las funciones infantiles “recaudan” tanto directamente como vía financiación para sostener las funciones para adultos. También he observado que en general se busca una dignificación de las condiciones de trabajo y no tanto abarcar más de lo posible y trabajar mucho como trabajar bien, o al menos según el criterio de cada cual; que el festival de cada uno sea el festival al que cada uno gusta de acudir, esa sensación he tenido. Otro aspecto curioso ha sido el gran número de festivales que renuncian a dejar de cobrar por las funciones, en más o menos casos según el festival, pero lo que en un principio pareció una decisión por pura supervivencia ha resultado un hallazgo, un principio moral y de trabajo al que no renunciar porque da valor a las propuestas y confiere cierta independencia y una guía de trabajo a sus promotores. Ha sido hermoso ver cómo los festivales han florecido cada uno según su personalidad e idiosincrasia, y que a cada uno le funcionan las cosas no como fórmulas magistrales sino como adaptaciones a su ciudad, su medio, su público, sus intereses artísticos. De nuevo lo que parece tan sencillo como una persona hablando en un escenario resulta en propuestas llenas de matices diferenciadores. Ojalá este estudio sirva como chispa de inspiración para estar más conectados –algunos de estos festivales ya están hermanados en una causa común que pueda beneficiarlos a todos, y creo que es una gran decisión-, que cada uno encuentre soluciones a los problemas que nos van acechando como promotores de festivales, y todos ellos mejoren y redunden en un bien común, para todo lo que hay y lo que está por venir.

 

Héctor Urién