Como cuentera en proceso de formación, la búsqueda incesante y el aprendizaje continuo son el pan de cada día. Durante estos años, en ese ejercicio de exploración, de análisis, de profundización en el mundo de la literatura infantil y juvenil y de la narración oral han sido muchos los contenidos que me han atropellado en el camino. Y digo atropellado porque vienen y voy a gran velocidad y muchas veces me sobrepasan, siguen corriendo mientras yo permanezco. Son básicamente información e ideas en torno a teoría y práctica sobre LIJ, en torno a la historia de la narración, a los infinitos estilos que definen a los narradores, a la decisión personal de para qué contar, por qué, cómo, qué seleccionar y un largo etcétera.

Esos atropellos han dejado marcas en la carretera y desde hace unos años esas huellas quedan expuestas y abiertas en el blog ¿Quieres que te cuente?, por si alguien quisiera acercarse a curiosear. 

Personalmente, el ritmo vertiginoso de los días dificulta mi proceso de reflexión.  Aprovecho los trayectos en coche, alguna charla con compañeros, amigos, pareja, un café antes o después de una sesión… y en esos impasse de tiempo me permito detenerme a analizar o más bien las ideas me detienen para autoanalizarse sin mi permiso y me descubro entendiendo certezas que no sospechaba y lo mejor: dudas que no sabía que albergaba. 

Sin embargo, normalmente esos procesos se ven interrumpidos o se quedan en un par de cuestiones descolgadas, y es cuando me siento ante el ordenador a escribir cuando me detengo a explicarme a mí misma qué pienso y por qué, qué he integrado conscientemente o sin querer, qué extraigo, por dónde redirijo el camino, etc.

Para mí el hecho de haber creado el blog ha sido una excusa para saber lo que opino. Escribo para leer qué tengo en la cabeza. Y por otro lado me ayudo del blog para reseñar lecturas o recoger información de artículos que he leído que no quiero olvidar. Es una obligación al detenimiento que es útil por un lado para dar forma a lo que pienso y archivarlo, y por otro para hacerlo llegar a los demás. También me es de provecho para compartir experiencias, dar a conocer alguna actividad concreta de las que hago o hacen y que tienen que ver con la narración o la LIJ y también para enlazar páginas y otros blogs que quiero tener a mano. Es una herramienta fundamental de trabajo.

Más de una vez me he sorprendido acudiendo de nuevo a una entrada concreta porque quería recordar qué pensaba sobre algún tema o por qué había recomendado tal lectura. Cuando uno tiene la memoria desarbolada y trabaja desordenadamente este tipo de estrategias ayudan a registrar, a centrar, a calibrar, a otorgar conciencia a lo que hago.

Además de eso, el hecho de compartirlo y observar que resulta útil a alguien es tremendamente reconfortante. Generar debate, acercar algún dato que se desconocía, confirmar con otros narradores alguna que otra idea, recibir de compañeros frases como “has puesto por escrito lo que llevo muchísimo tiempo pensando, me quitaste las palabras de la boca” me reafirman en que el camino no está del todo errado y que es estupendo registrar esas marcas de la carretera, y dejarse atropellar de cuando en cuando.

 

Laura Escuela