De las muchas metáforas sobre la vida, la aventura de vivir que contienen los cuentos tradicionales, a nosotras como fascinadas receptoras siempre nos han seducido especialmente las que tienen que ver con el agua: los pozos a evitar, los lagos a respetar o temer, los mares a cruzar, los ríos a navegar… y dado que en nuestra metodología de crítica literaria la seducción, el placer y el asombro siempre han sido herramientas de análisis hace mucho que nos acercamos al gran tesoro humano que son los cuentos populares, tradicionales, orales… son muchas las clasificaciones.

A lo largo de las décadas de nuestro trabajo como críticas literarias hemos conocido distintas y cambiantes corrientes de clasificación y análisis de la cuentística mundial, algunas más atractivas o complejas que otras, pero fue el encuentro con las teorías de la gran antropóloga feminista Dolores Juliano el que cambió nuestra mirada para siempre jamás. Dolores nos contó, nos enseñó uno de las mejores versiones de Blancanieves que hemos escuchado jamás. Dejadnos contarla…

Dolores Juliano ha dedicado su carrera intelectual al análisis de la exclusión y marginalidad femenina, todas las mujeres en general, y los colectivos de putas, presas, viejas, migrantes, pobres… en particular. Su bibliografía es extensa, pero nos vamos a centrar en dos de sus libros que hablan de la subcultura de mujeres, ambos editados por Horas y Horas: El juego de las astucias. Mujer y construcción de modelos sociales alternativos (1992) y Las que saben. Subcultura de mujeres (1997).

No queremos privaros del placer de descubrir de primera mano sus sabios y lúcidos análisis, así que no vamos a resumirlos. Tan sólo os indicaremos que ambos son fundamentales para entender la subcultura femenina. Esa otra manera de hacer cultura que han tenido y tienen las mujeres de todo el planeta. Esa subcultura que es fundamentalmente una cultura oral y ha tenido como principales herramientas las canciones y los cuentos. Y nos estaba contando esto en un curso, a mediados de los noventa del siglo pasado, sobre metodología feminista en Bilbao, y también nos estaba recordando que una de las principales herramientas para el conocimiento de las mujeres siempre ha sido su sentido común, y entonces reflexionó sobre las distintas teorías que en ese momento clasificaban y analizaban los cuentos populares.

A partir de los años setenta, la crítica literaria feminista había iniciado una importante labor de revisión de los contenidos ideológicos de los cuentos tradicionales para llegar a la conclusión de que sus contenidos podían llegar a ser muy sexistas y patriarcales, que estaban llenos de figuras femeninas muy negativizadas y que podían ser nefastos para una educación en igualdad. Y es cierto, gran cantidad de ellos contienen mensajes altamente sexistas cuando no claramente misóginos, pero los cuentos contienen muchos mensajes más, algunos muy feministas. Eso sí, hay que saber verlos, encontrarlos, pero haberlos haylos. Resulta muy difícil de creer y entender –y ahora viene aquello del sentido común– que las mujeres, principales creadoras y transmisoras de la cultura oral hayan estado siglos recitando, cantando y contando historias que tan sólo creen y transmitan imágenes negativas, de sumisión u obediencia féminas… y dichas estas palabras, Dolores se subió a la silla más cercana y desde allí arriba nos preguntó:

–Soy Blancanieves, miradme bien. ¿Por dónde me llegan los hombres…? ¿Y cúantos tengo…? ¿Y lo contentos que están todos conmigo…? Tras las carcajadas que sus preguntas provocaron se bajó de la silla y nos hizo una simple pregunta. La pregunta que cambió nuestra manera de ver las imágenes de los cuentos: ¿Os parece ésta una imagen de mujer negativizada?

Dolores defendía la cuentística tal y como la habían creado y transmitido las mujeres. Nos recordó que durante siglos los cuentos habían vivido todo tipo de filtros culturales, ideológicos, religiosos, lingüísticos… y que los cuentos que nos habían llegado lo habían hecho porque eran los mejores; los más originales o impactantes, los más poéticos o enigmáticos, los más evocadores u horripilantes, los más filosóficos o evocadores… los mejores. Aquellos que merecía la pena aprender, recordar y transmitir a las siguientes generaciones. Cuentos en los que las mujeres, astutamente, habían sido capaces de construir modelos sociales alternativos donde los subalternos habían podido hablar, habían podido tomar la palabra para crear situaciones e imágenes positivas con las que enfrentar el discurso del poder patriarcal. Tan sólo teníamos que aprender a leer, a ver esas imágenes no siempre evidentes, pero siempre presentes. Para finalizar, Dolores nos animó a releer los cuentos tradicionales originales y nos animó a usarlos como valiosa herramienta para conocer el pasado y presente de la sabiduría femenina. Y si no dijo eso, por lo menos eso es lo que entendimos.

Desde entonces hemos seguido los consejos de Dolores Juliano y no hemos dejado de asombrarnos de sus contenidos implícitos, porque qué manera más rápida y eficaz para conocer las relaciones de supervivencia entre mujeres que recordar la situación de la que parte Caperucita Roja, por poner un ejemplo, o la cruel realidad de la rivalidad de belleza y juventud femenina de Blancanieves, por traer otro ejemplo cercano y conocido. Analizando de esta manera los cuentos sus protagonistas cobran una nueva vida, una cercanía que nos aporta mucho más que la enseñanza moral tradicional, que la tienen, no es nuestra intención negarla, pero esta otra mirada es la que mejor puede responder a aquellas preguntas de la infancia que no nos atrevíamos a hacer en voz alta (y que estamos seguras que no hemos sido las únicas en hacernos) como por qué Caperucita va vestida de rojo para cruzar un bosque si es el color que más llamará la atención del lobo. Fue así como descubrimos que había una clasificación que no había sido contemplada en ninguna que conociéramos: los cuentos que contienen avisos para navegantas.

Estos avisos son de mujeres para mujeres, de naveganta a naveganta, porque tienen que ver con nuestro navegar. Y es que aunque hombres y mujeres tengamos que cruzar los mismos lagos, ríos o mares, no serán los mismos obstáculos, escollos o peligros los que nos acechen, y así nos lo querían hacer saber desde la infancia. Muchos de estos avisos tenían que ver con la posibilidad real de sufrir una agresión sexual. Por eso, quizás, Caperucita va vestida de rojo, porque para el depredador todas las niñas son un rojo objetivo (¿nunca se han preguntado a qué se parece la imagen de una niña vestida con una caperuza roja?) y por eso mismo en tan importante no deformar ni dulcificar los finales de los cuentos tradicionales porque su trágico final es el que fija el aviso, y si el lobo se come a la abuela y a Caperucita, se las come, tal y como acostumbran a hacer en la vida real. Así de crudo, así de real.

O La ratita presumida que tras encontrar un dinero inesperado (¿podría ser una mujer soltera que recibe una herencia?) que gasta en embellecerse se convierte en un buen partido al que todo tipo de animales cortejan pero qué es eso de preguntar ¿Y por las noches que harás? ¿qué criterio es ese? (¿qué se suele hacer en las noches, con qué estaba eligiendo la ratita?). Un criterio así te convertirá en potencial víctima del que mejor te sepa mentir, el gato que te devore la noche nupcial. Claro que queda más dulce que se case con el ratoncito, su igual, pero entonces se anula el aviso para navegantas, el original, el que te advierte de los peligros de elegir con… de elegir probablemente mal.

Somos conscientes que esta manera de leer e interpretar los cuentos es más ambigua, más conflictiva pero también es mucho más creativa, original y atemporal, y, en nuestra opinión, más fiel al espíritu crítico y astuto que los creó. Al estar tan enmascarada esta posible lectura está más abierta a distintas interpretaciones, lo sabemos, pero ahora que hemos aprendido a leer estos avisos para navegantas no dejamos de encontrarlos una y otra vez, porque si al pasar la barca me dijo el barquero las niñas bonitas no pagan dinero, si no te voy a pagar en dinero en que te voy a tener que pagar… las navegantas me enseñan que te diga que no, que no soy bonita ni lo quiero ser, que arriba la barca una, dos y tres.

Y si todos estos cercanos ejemplos no resultan suficientes os invitamos a buscar y leer uno de los avisos para navegantas más fascinantes que hemos encontrado en todos estos años. Procede de las mujeres nativoamericanas de la etnia Chippeway y lo podéis encontrar en cualquiera de las ediciones de la antología de William Camus Leyendas de los pieles rojas. Se titula "La mujer que se casaba con cualquiera", y lo que no hubiéramos dado por que alguien nos lo hubiera contado cuando eramos niñas. Especialmente recomendable para cualquiera que trabaje en la enseñanza, da igual la edad.

Antes de acabar, quizás deberíamos presentarnos. Somos Skolastika un espacio para el encuentro con la cultura y la literatura creada por las mujeres. Nuestro trabajo consiste en recopilar, investigar, analizar, guardar y divulgar la literatura creada por las mujeres a lo largo de la historia y de la geografía mundial. Por el histórico y común lugar subalterno, periférico y secundario de las mujeres, por el difícil acceso a la cultura escrita y por sus roles domésticos y de cuidado la literatura oral ha sido el camino literario que más han andado. Es esta otra de las grandes razones por las que la recopilación y análisis de la cuentística mundial ha sido una de las constantes líneas de trabajo. Y como somos muy trabajadoras hemos leído muchos cuentos; cuentos vascos, chinos, nativoamericanos, persas, celtas…y hemos analizado muchos relatos orales de Niger, India, Marruecos, Castilla, México… y hemos reflexionado mucho sobre todos ellos y hemos llegado a algunas conclusiones que queríamos compartir.

Nos podéis encontrar en www.skolastika.net, y sí, tenemos el cuento recomendado en formato pdf y lo enviamos a las personas interesadas.

 

Josune Muñoz