El cuento contado ha sido compañero inseparable del ser humano desde sus primeros pasos: ha hecho cálidas las noches frías y alegres los días tristes; ha ahuyentado los miedos y ha explicado el mundo; ha alimentado los sueños y la imaginación, tan necesarios para el progreso de la sociedad.

El cuento contado, además, está hecho de palabras, como el ser humano. Somos palabra: lo que pensamos, lo que decimos, lo que sentimos, lo que contamos... todo son palabras.

En estos tiempos de dominio de la pantalla y los auriculares, el cuento contado se ha visto desplazado de los lugares donde tradicionalmente habitaba: las casas, las plazas, las calles... y ahora apenas pervive allí donde antes crecía sano y vigoroso.

Y sin embargo, seguimos necesitando alimentarnos de palabras para crecer como personas, para conocer la realidad que nos rodea, para soñar otros mundos posibles.

Hoy en día los cuentos habitan fundamentalmente en escuelas y bibliotecas. Escuelas que construyen la sociedad que será y bibliotecas que preservan la cultura y democratizan el saber y el conocimiento.

Por eso desde AEDA, la asociación de profesionales de la narración oral en España, pedimos que no se recorte en Educación Pública, que no se recorte en Cultura, que no se recorte en futuro, y nos adherimos a acciones y manifiestos que también reivindican y exigen la suspensión de estos recortes.

Porque la Educación no puede ser un lujo, sino que es un derecho y una necesidad. Y porque la Educación Pública es garantía de que ese derecho llegue a todos y revierta en la mejora de la sociedad.

Porque la Cultura no puede ser un lujo, sino que es un derecho y una necesidad. Es la que nos construye, la que explica quiénes somos y cómo hemos llegado hasta aquí.

Y porque es en los ámbitos de la Educación  y la Cultura donde el cuento contado, palabra dicha, pervive para seguir alimentando al ser humano.