MIGUEL PRADES Y EL SALTO DE EXPLICAR A NARRAR
Elisa Yagüe - El Espinar | 03/08/2014
Miguel Prades comenzó su actuación del pasado viernes en San Rafael, con una declaración de intenciones a través del poema de León Felipe "Sé todos los cuentos". Y por momentos, parecía saberlos, y los traía, los llevaba, los disfrutaba y jugaba con ellos haciéndolos suyos a través de sorprendentes añadidos que intensificaban o multiplicaban su intención y su efecto.
Y es que en el repertorio del castellonense predominaron cuentos de la literatura hispanoamericana del XX, de realismo mágico y de críticas a las dictaduras, o simplemente sorprendente. Pero también había cuentos más tradicionales, de amor o de humor, a los que Prades apuntillaba con un algún ingenioso añadido final que aumentaba la sorpresa y ganaba la complicidad del público. Con todo, en la primera parte de la sesión, Miguel Prades cayó en el error de dar demasiadas explicaciones sobre la narración, los textos o cuál era su proceso para recrearlos, y sin embargo, al ir ganando confianza y conectando con el público, abandonó las justificaciones y simplemente, narró.
Y su modo de narrar es tranquilo, dejando respirar a las palabras entre silencios que le sirven para buscar las reacciones en los rostros de aquellos que le escuchan; confiado porque más que recordar las historias, las vive, y deja que estas lo posean. La voz potente, clara, con matices y diversidad de tonos que cambian el ritmo de la narración, y los gestos bien elegidos pero todavía un tanto titubeantes y faltos de contundencia. Quizás el excesivo movimiento por el escenario distrae, y en el caso de este narrador no es necesario porque estando quieto atrapa, pues cuenta incluso con los ojos, tal es la pasión que desprende al narrar aquello que tanto ama.
Ciertamente hay aspectos que pulir, pero la esencia de la narración está ahí: buenos materiales, buenas ideas para hacerlos suyos, buenas recreaciones. Pero sobre todo, tiene ese don de la palabra con el que seducir al que escucha y provocar el deseo de querer escuchar más.
Un correcto final para cerrar el XIV Festival de Narradores Orales, que este año ha sido un tanto irregular, que deja a los "enamorados" de la palabra un tanto vacíos, con hambre de más y todavía mejor, de más días y de mejores condiciones en los espacios destinados para contar.