Queridos compañeros de AEDA:

Os envío esta respuesta suscitada por el artículo Nadar a contracorriente, publicado en la web de AEDA el pasado 15 de Julio. Me hizo recordar un fragmento de Joseph Campbell que viene que ni pintado... Lo publiqué en mi web a la vuelta del primer festival Ávila de Cuento, que organizamos al alimón Maísa Marbán y yo desde la Escuela de Narración Oral en diciembre de 2011 y en el que contaron, además de nosotros, dos narradoras de primerísimo nivel: Concha Real y Eugenia Manzanera. Como a todos nos gustan los cuentos, ahí dejo las palabras de Campbell, y luego hablamos:

“En la maravillosa leyenda de La Búsqueda del Santo Grial del siglo XII se cuenta que cuando los caballeros de la Mesa Redonda partieron en sus corceles para buscar el Santo Grial, abandonaron por separado el castillo del Rey Arturo. “Y cada uno fue por el camino que había decidido y se internó en el bosque por donde lo veía más espeso” (la ou il la voient plus espesse); de forma que cada uno, entrando por voluntad propia, dejando atrás la buena compañía conocida y la mesa de la corte de Arturo, guarnecida de torres, experimentaría a su manera heroica el bosque desconocido e intransitado.

 

 

Las murallas y las torres del mundo cultural que entonces se estaban construyendo se están desmoronando; y mientras que aquellos héroes podían internarse voluntariamente en lo desconocido, hoy, querámoslo o no, debemos entrar en el bosque la ou nos la voions plus espesse y, nos guste o no, la senda intransitada es la única que se nos ofrece.

Por supuesto, aquellos que todavía se las pueden ingeniar para vivir en el seno de alguna mitología tradicional siguen disfrutando de protección contra los peligros de una vida individual y, para muchos, la posibilidad de adherirse así a fórmulas establecidas es un derecho de nacimiento que hacen bien en disfrutar, porque aportará significado y nobleza a sus vidas carentes de aventura, desde el nacimiento hasta el matrimonio y sus deberes, la disminución gradual de facultades, hasta el paso tranquilo por la última puerta. Pues, como canta el salmista: “la piedad rodeará al que se confía a Yahvé” (Salmo 32,10); y quienes vean en esa protección una perspectiva merecedora de cualquier sacrificio encontrarán las pautas y los sentimientos de una vida de buena reputación en una mitología ortodoxa.

Sin embargo, para quienes esa vida no sería tal, sino una muerte anticipada, las montañas circundantes que a los demás les parecen de piedra, están hechas de la bruma del sueño, y el hombre valeroso camina precisamente entre su Dios y su Diablo, el cielo y el infierno, el blanco y el negro. Una vez fuera de esas murallas, en la noche del bosque inexplorado, donde el terrible viento de Dios sopla directamente sobre el espíritu inerme, inquisitivo, la confusión de caminos puede conducir a la locura. Pero también puede conducir, en palabras de uno de los grandes poetas medievales, a “todas aquellas cosas de las que están hechos el cielo y la tierra”. (Joseph Campbell: Las Máscaras de Dios, Volumen IV: Mitología Creativa, 1968) 

Estos tiempos que ahora nos corresponden de alguna manera son aquellos, y es necesario un salir a buscar, a crear espacios no sólo para comer sino para darle prestancia al oficio desde el amor, la búsqueda, la experiencia adquirida. Estamos de acuerdo en que hoy florecen las propuestas, algunas arriesgadas, otras más o menos afortunadas, pero en muchos casos lo hacen con la mente puesta precisamente en el futuro: en asentar la narración como un género sugerente y válido para el espectador (adulto), con el suficiente apoyo popular como para no necesitar el apoyo institucional, por otro lado tan de agradecer. Y hay muchas propuestas que se mantienen en las fórmulas anteriores a la crisis, que son heroicas, que funcionan desde lo institucional, sobre todo porque las personas involucradas en la organización saben lo que hacen y lo hacen con un cariño exquisito, pero es innegable que la dependencia absoluta del dinero público les confiere, a la larga, una fragilidad preocupante. Creo que es el público y no la institución la que debe sostener los proyectos de narración y el hecho de que haya propuestas que obliguen a cuidar al público, en el buen sentido, redundarán en beneficio para todos, y en beneficios que ahora apenas se perciben. Por ejemplo: qué interesante sería que hubiese producción de espectáculos de narración, que existiese esa figura dentro de la producción teatral. ¿Por qué no existe? Quizá en parte porque la narración para adultos no es muy conocida por el gran público, y las productoras desconfían, a no ser que uno se llame El Brujo y no se presente como cuentero, aunque en esencia cuente.

Creo que es un error pensar que todos los caminos planteados como erróneos en el post son yermos per se. Muchos serán equivocados (la confusión de caminos puede conducir a la locura) pero, tal y como está la situación, parece necesario un replanteamiento que, además, si sale bien, estoy convencido de que ofrecerá una narración más potente, diferente, mejor. Me gustaría que alguien que haya conocido a fondo la situación en la Argentina de 2001-2007 escribiera contándolo, porque hasta donde yo sé el teatro tuvo que retraerse, se ensayaron fórmulas novedosas, casi todas dirigidas al bolsillo del espectador, se hizo teatro en espacios infames, en naves industriales del extrarradio y aquello dio como resultado una revigorización del teatro con directores como Claudio Tolcachir, que brotaron de esa crisis aupados por un público y ahora hacen un teatro diferente, vital, potente y renovador. En Madrid está ocurriendo algo similar: ahora se hace teatro en las casas, en las librerías, incluso en los mercados, todo por muy poco dinero y muy experimental, que es la principal ventaja de hacer las cosas por muy poco dinero. No es, en modo alguno, pan para hoy y hambre para mañana; lo que hoy es moverse por pura necesidad de sobrevivir, mañana será fuerza renovada y renovadora. Eso enseñan Campbell y los cuentos de hadas, y eso enseña la experiencia argentina, al menos hasta donde yo sé. Ojalá alguien lo pueda contar aquí.

Por supuesto no todas las propuestas son equivalentes. Las hay desde la buena voluntad y las hay desde el oportunismo. Será el vuelo que tengan lo que determine una cosa o la contraria, porque el público, sobre todo el que se rasca los bolsillos, no es una masa boba, precisamente. Hasta entonces tengamos paciencia, comprensión y confianza en compañeros de oficio que conocemos bastante bien antes de juzgar sus movimientos. Porque con lo que sí tenemos que vivir es con que nos vemos muy poco, hay muy poco intercambio directo de opiniones y eso requiere hacer un esfuerzo por confiar en que el otro está haciendo un buen trabajo.

Un abrazo fuerte y hasta pronto,