La dramaturgia del cuento es la técnica que se practica para que la forma de un espectáculo de narración integre y canalice los cambios de dirección y tensión del contenido, creando un conjunto coherente entre los aspectos que conciernen al narrador (gestualidad, entonación, vestimenta,  música, etc.), al cuento (trama, tema, estilo, lenguaje, recursos, etc.) y a las características del espectador.

La dramaturgia considera los aspectos formales de un relato y nos permite detectar y/o elegir, por ejemplo, la estructura narrativa de un cuento, la posibilidad de servirse de la unidad de tiempo y de lugar, la elección del tiempo verbal, narrar en primera o tercera persona, etc. Pero la dramaturgia no solo se aplica al trabajo de escritura. El espectador, gracias a sus características cognitivas, puede comprender la estructura de un relato y descifrar mensajes e ideas, pero hay otro nivel de percepción que está ligado a un universo sensual, sensible, y abstracto. Ese nivel no forma parte de la literatura propiamente dicha (aunque la literatura pueda tenerlo en cuenta), pertenece al momento en que se realiza la narración y solo se anima y cobra sentido cuando está complementado por la presencia, la sensibilidad y la imaginación de ese otro importante elemento dramatúrgico: el espectador. 

La personalidad del narrador, que en principio no interpreta un personaje, se incorpora al proceso de creación como elemento dramatúrgico, de manera que podemos hablar de dramaturgia del narrador, es decir, de la coherencia de su personalidad, tanto  en sí misma como en relación con el cuento y su elección. 

La dramaturgia del cuento es la manera de pensar la narración buscando que los elementos que intervienen en ella estén relacionados entre sí hasta el punto en que ya no puedan ser considerados por separado. 

 

Alberto García