honestomentiroso

 

Rafik Schami, El honesto mentiroso, Siruela.

 

Hace mucho que leo a Rafik Schami. Devoro cada novela que publica y en ocasiones me he servido de cuentos que he encontrado en sus páginas para añadirlos a mi repertorio. Le considero por ello un autor “familiar”, de esos cuyas novedades esperas confiado porque sabes que van a brindarte algo valioso. “El honesto mentiroso” (1994) es la segunda de sus novelas publicadas en España tras “Narradores de la Noche” (1990). Posteriores son “Viaje entre la noche y la mañana” (1996), “El lado oscuro del amor” (2008) y “El secreto del calígrafo” (2009). Se han publicado también dos de sus obras para niños: “¡Esto no es un papagayo!” (1999) y “Cómo curé a  papá de su miedo a los extraños” (2000). La he seleccionado  porque es la historia de alguien que vive de contar cuentos.

Sadik se recupera en el hospital de una operación en un ojo y recuerda los meses que pasó en su juventud trabajando como narrador de historias en el Circo India cuando por causa de una sublevación militar que impedía el tránsito por el país hubo de instalarse durante mucho tiempo en su ciudad. Rememora la vida en el circo, donde conoció al que fue su gran amor, describe a cada uno de sus compañeros: domadores, acróbatas, payasos, jinetes… hace un retrato del pequeño universo de comerciantes, artistas y buscavidas que pululan alrededor de la enorme carpa y sobre todo habla de su trabajo de narrador. Cada noche debe enfrentarse a un público expectante que abarrota las gradas y al que tiene que sorprender. Como inspiración para sus historias utiliza un universo muy cercano, su enorme familia y los vecinos de su barrio, personajes con los que elabora parábolas sobre el comportamiento humano que buscan no tanto ser ejemplos morales como reflejo de las miserias y grandezas que encierra el ser humano. 

Presenta siempre su espectáculo mediante un animal, en ocasiones real, pero muchas veces imaginario, con el que compara a la persona que protagoniza la historia que va a contar. 

Schami sitúa su historia en Morgana, trasunto de Damasco, en una época indeterminada en la que los tiempos estaban comenzando a cambiar con rapidez. En el gobierno un presidente Hadahek sucedía violentamente a otro de igual apellido en una especie de endogamia golpista. La calle era un hervidero de relaciones humanas. Una maraña de desconfianzas, amores, inquinas, peleas y celebraciones germen de todas las historias de Sadik y nos habla con una nostalgia no exenta de ironía de cómo la “modernidad” ha transformado el alma de una ciudad milenaria. Añora algunas de las cosas que se fueron y no volverán, el ritmo con el que se vivía “cuando las cabras pasaban por las calles” y critica de forma ácida cómo la uniformización que traen consigo los nuevos tiempos ha conseguido que valoremos lo superfluo y desdeñemos lo importante. Cómo a medida que nos hemos acostumbrado a poder comernos cualquier fruto en cualquier época del año ha dejado de importarnos que ya no sepa a nada. 

A veces las historias que cuenta Sadik contienen a su vez cuentos populares de la tradición oriental, al estilo de Las mil y una noches. Es aquí donde Schami demuestra que es amante conocedor de la palabra hablada. Esto queda también patente cuando nos habla por ejemplo de las dificultades que podemos encontrar cuando tenemos delante un auditorio que espera nuestras historias:

“- ¿Puedes contarnos una de esas historias cortas en inglés?

Era la primera vez en mi vida que tenía que contar una historia en un idioma extranjero, y tener que improvisar en aquel lugar inhabitual, en una roulotte, donde los niños y la madre me miraban con tanta expectación, me pareció casi imposible. Todavía no sé de dónde saqué la audacia para contestar tranquilamente:

- Por supuesto que puedo

- ¿De Las mil y una noches? – preguntó Shanti curiosa.

- No señora – contesté, pero sí de los mil y un vecinos: historias auténticas sobre gente honrada, inventadas de principio a fin.

-¿Por qué no de Scheherezade? –preguntó el director?

- Porque hay en los cafés muchos hakavatis, narradores de historias, que repiten dignamente año tras año las historias de la encantadora maestra. Pero yo creía que tú estabas más interesado en algo nuevo. (P.77)

Cuando nos da alguna clave importante para ser un buen narrador:

“Nos quedamos mirando a las mujeres que empezaban a tejer una alfombra. ¡Con qué cuidado hacían el principio!

- Cuando el principio de una alfombra no sale bien, se malogra la alfombra entera – dijo Mala, y de repente caí en la cuenta, ése era precisamente el motivo de que las historias de mi primo Sarkis no fueran aceptadas. Sus principios eran tan infames que los oyentes no encontraban la entrada al mundo de sus historias. Se quedaban fuera de él y se reían de sus esfuerzos tortuosos para crear un cuadro coherente de aquel caos.” (P. 321)

“Mentir bien requiere ingenio, la verdad puede decirla cualquier simplón” (p.188)

O cuando nos enseña  que a veces contar historias puede ser doloroso. Nabil vivía de tal manera las historias que contaba que esto le causaba daño.

“En su segundo intento como narrador sufrió tanto con sus héroes que cayó gravemente enfermo y solo se salvó de milagro. Desde ese día hasta el final de su vida Nabil siguió siendo muy aficionado a escuchar historias, pero no quiso volver a contar ninguna.” (P.390)

La novela tiene una estructura sencilla. La trama es lineal, como muchos cuentos. Transcurre noche tras noche, actuación tras actuación durante el período que el circo debe permanecer en Morgana, incluyendo episodios fantásticos (la transformación del hermano del director del circo en un cocodrilo, o el sorprendente final). Es una hermosa novela que habla de tres amores: amor al circo, a la palabra hablada y a una ciudad que con un nombre u otro juega siempre un papel esencial en las obras de este autor.

 

Artículo publicado en el segundo número de El Aedo

Alberto Sebastián