Cuando escuchamos esta palabra, siempre entendemos que se refiere al respeto a la legalidad vigente, lo cual nos produce una cierta reacción adversa, especialmente cuando no nos sentimos demasiado identificados con el marco legal actual. El tipo de IVA aplicado a las actividades culturales, la alta retención de IRPF, la subida de cuotas de Autónomos... son cosas que nos afectan directamente. Otros aspectos como la complicación administrativa para cumplimentar las obligaciones legales tampoco ayudan. Tampoco la desaparición de ayudas a la producción (o su reducción). Y por último, la aplicación de una política económica y social injusta (recortes sociales, ayudas a bancos y grandes empresas, corrupción...) parecen desaconsejar el comportarse dentro de la legalidad.

Pero hay otra definición de legalidad que debemos tener en cuenta: «Virtud por la cual los ciudadanos son iguales ante la ley y todos los poderes públicos están sometidos a las leyes y al derecho». Esto significa que la legalidad nos iguala en el respeto a unas normas y dota de seguridad a la sociedad ante el poder. 

Pero no seamos ingenuos, es una bonita declaración, pero muchas veces se queda solo en eso. No obstante, lo que nos interesa de la definición es la palabra «iguales», es decir, la igualdad ante la ley y las obligaciones que esta impone (sean justas o injustas). Si son justas, debemos cumplirlas para asegurar ese principio de legalidad e igualdad, y, si son injustas (o los encargados de aplicar esa igualdad se comportan injustamente, actuando fuera de la legalidad), debemos hacer lo posible por que cambie esa situación. La legalidad es dotarse de instrumentos justos y aplicarlos de forma correcta. Pero para conseguir estos cambios no vale el principio del egotismo individual (decirse: como el poder se comporta injustamente, yo paso de legalidad), porque eso rompe el principio de igualdad con respecto a otras personas que no pueden aplicar ese principio individualista. Para cambiar las cosas hay que actuar conjuntamente, en muchas ocasiones desde la legalidad por mucho que sea injusta, para cambiar la situación con todos (o la mayoría de los afectados)

¿Y como se aplica al mundo de la narración oral?

Legalidad es:

Estar dado de alta en la Seguridad Social (en la forma que más nos interese).

Pagar los impuestos correspondientes de IVA e IRPF (intentando obtener las mejores condiciones de la flexibilidad de la ley).

No utilizar formular jurídicas y societarias fraudulentas.

Es cobrar un precio justo por el trabajo y que no suponga una competencia desleal con los compañeros.

Agruparse para cambiar la situación (o situaciones) que consideramos injusta.

Carles García Domingo