En cine, «¡acción!» quiere decir '¡se rueda!', tanto en francés como en otros idiomas.

En ese momento, todo el equipo de rodaje, desde el director al cámara, pasando por el director de imagen, el técnico de sonido, los perchistas, los guionistas, los figurinistas, los técnicos de sonido, etc., y por último los actores y las actrices, suman sus esfuerzos para ponerse todos juntos al servicio de la imagen.

En la narración oral, para que ocurra la película de la palabra, bastan un solo cuerpo, voz y presencia, la del narrador o narradora, en estrecha relación con la «mirada interior» del espectador.

Las imágenes aparecen gracias a una increíble relación entre una palabra que crea las imágenes en directo y una escucha privilegiada, en la que se produce una suerte de malentendido creativo, que es en lo que se basa la narración.

Para que esto suceda será necesario que los planos o las secuencias se apoyen en las acciones, permitiendo que la historia avance. La narración se sostiene porque hay acciones marcadas, que son como las señales que indican que el camino que se va recorriendo es el acertado, y también se sostiene porque hay una cadena de causas y consecuencias que confieren cierta coherencia a la cuestión que el relato plantea en torno a la pérdida, el deseo, el sufrimiento, y que busca una solución que transforme la situación inicial.

No son necesarias, pues, demasiadas descripciones, informaciones, en fin, literatura. Bastan las palabras que expresen movimiento, los verbos de acción cuya finalidad sea mantener la progresión de la intriga y conducirnos de un lugar a otro de la historia. Es necesario que el relato discurra en el devenir y no se remanse en la contemplación.

En el arte de contar la pregunta que se plantea sin cesar es ¿y después qué?, provocando algo así como una carrera de obstáculos cuyo objetivo es alcanzar la resolución del problema que puso al protagonista en camino. La comunidad se reúne en torno a un problema común, en una catarsis en la que se haya implicado un héroe que tiene un conflicto y que representa a la comunidad.

Es un viaje en el que cada uno tiene su manera de ver el camino, y no es necesario que la imagen de ese camino sea común. Lo que sí es necesario es que se elabore un desplazamiento virtual, aunque ese desplazamiento a veces se reduzca a un detenimiento absoluto.

De esta manera, el narrador o la narradora son los maestros del tiempo y del espacio porque garantizan las etapas de la dramaturgia para llevar de la mano al público por el camino de su evolución interior.

La narración oral es, pues, activa, es decir, en movimiento. El juego entre las expectativas del que escucha (y que avanza elaborando él solo los escenarios que hay en el camino) y las sorpresas que maneja quien cuenta garantiza la actividad, la acción, del arte de contar.

 

 Trad. Ana Griott

 

En français, ACTION veut dire en cinéma... ça tourne!

Alors, toute l'équipe du film, du cinéaste, aux caméramen, en passant par le directeur de l'image, le preneur de son, les perchistes, scripts, accesoiristes, bruiteurs, artificiers etc., et enfin les acteurs et actrices conjuguent leurs efforts pour se mettre ensemble au service de l'image.

Dans la narration orale, tout se concrétise en un seul corps/ voix et présence d'un conteur ou d'une conteuse pour faire advenir le film de la parole, en étroite relation avec «l'oeil intériorisé» du spectateur. 

Les images sont manifestées dans une convention inouie entre une parole qui créent des images en direct et une écoute privilégiée dans une sorte de malentendu créatif qui est à la base de conter.

Pour ce faire, il va falloir que les plans-séquences s'appuient sur des actions permettant à l'histoire d'aller de l'avant. La narration ne tient que parce qu'il y a des actions repérées comme la construction d'un chemin, l'enchaînement de causes et de conséquences qui donnent une cohérence à la question posée autour du manque, du désir, de la souffrance et en vue d'une résolution de la situation initiale transformée!

Ici, point trop de descriptions, d'informations, de littérature, mais plutôt des mots qui agissent, des verbes action qui auront la tâche de faire progresser l'intrigue et nous emmèneront d'un point à l'autre de l'histoire.

On a besoin de se projeter dans le devenir et non dans la contemplation. L'art du conte pose sans cesse la question: Et après?, dans une sorte de course poursuite vers l'objectif à atteindre pour résoudre le problème de départ. 

La communauté est réunie autour d'une problématique commune dans une catharsis concernant un héros en difficulté et qui la représente! C'est un voyage où chacun a sa façon de regarder le chemin sans nécessairement voir la même chose, mais qui s'élabore dans un déplacement virtuel, bien que réduit à un surplace absolu.

Ainsi, le conteur ou la conteuse sont les maîtres du temps et de l'espace: Ils garantissent les étapes de la dramaturgie pour conduire par les oreilles le public dans son cheminement intérieur.

La narration orale serait donc active, c'est à dire en mouvement. Le jeu entre les attentes de celui qui écoute (et qui avance en élaborant lui-même des scénarios en cours de route) et les surprises gérées par celui ou celle qui raconte garantissent l'activité de l'art de conter.

 

Pepito Mateo