A ver por dónde empiezo... ¿Invención? ¿No es acaso, ya de por sí, escribir estas líneas intentado contar qué es «invención» un acto de invención? ¿No es invención salir a la carretera para recorrer un camino que se traza durante el trayecto hasta llegar a un fin; tomar un lienzo en blanco con una idea de lo que se quiere pintar, y que un trazo tache lo  pensado para convertirse en algo nuevo; tocar un instrumento o desempolvar un recuerdo o un sentimiento con la necesidad, siempre, de convertirlo en algo más tangible, físico, capaz de llegar al otro, al receptor, al amigo, al amante, al público? 

A mi modo de ver, diría que «invención» es el entrenamiento continuo ante un vacío o un atisbo leve de idea. A partir de cualquier cosa o cualquier espacio podemos construir. Incluso sin cosa ni espacio podemos construir, ya que en la mente lo tenemos todo. Los recursos están en nosotros y el uso que hagamos de estos recursos será lo que nos permita avanzar. 

«Invención» es probar y desestimar lo probado, reírse a carcajadas de las ideas absurdas y entusiasmarse con los hallazgos. Jugar y disfrutar. Jamás de los jamases intentar copiar o reproducir. Sorprenderse a uno mismo de la sorpresa que cause lo pensado. Crear mundos nuevos a partir de uno mismo y su historia, su propio camino y su propio ser. Intentar ser como el otro o redibujar el pensamiento del otro sin haberlo hecho propio conduce a la reproducción sin corazón, sin alma. La invención es lo que hace distinto y especial cualquier modo de arte.

De entre las acepciones que tendría el término relacionándolo con el oficio del narrante, ante la opción de decidirme por una de ellas, vincularía invención con formación, y no para contar lo imprescindible que es la formación para la invención sino lo nefasta que, a veces, es la formación en la invención. Parece que a veces se quiere mostrar un solo camino para conseguir el fin: contar. A esto le llamamos «crear escuela». A dar pautas que se erigen como pilares que sostienen quién sabe qué. A mi modo de ver, lo imprescindible es plantear un montón de interrogantes para que el que está en ese proceso de formación pueda cuestionarse e investigar sobre el cómo y el porqué de todo aquello que ha escuchado y trabajado. Me escuece en el alma ver contar a tantos lo mismo y de idéntica forma, como si el contar fuese como ponerse un traje hecho en serie. ¿No sería mejor que el cuento fuese algo que cada narrador hace a su medida? ¿Y habiendo tantas y tantas historias que contar, como es que tantas y tantas veces escucho lo mismo de voces distintas? ¿Qué pasó por el camino? No sé: o uno sentó cátedra o el otro se sentó en ella y más no hizo.

 

Jordina Biosca