1. Oposición a la acción de una fuerza. Efecto de soportar el paso del tiempo. El cuento como cortavientos, como parapeto, trinchera y barricada, como defensa de la historia ante los golpes del olvido.

El que cuenta impide la invasión de la nada. Alza murallas no para limitar sino para delimitar, definir, abrigar, acoger. Levanta paredes o despliega lienzos en los que colorear mientras afuera, en ocasiones, acecha la negrura.

El que resiste persiste, porfía y se empeña, y así el que cuenta se revuelve ante los embates del descuido, el desasosiego, el conformismo, las medidas políticas y económicas groseras que fomentan la pérdida y el atraso.

El que resiste revoluciona, defiende el regocijo, la calma, el silencio.

2. Capacidad básica para llevar a cabo una actividad durante el mayor tiempo posible.

El narrador es un corredor de fondo con todo el camino ante los ojos; sabe respirar, alimentarse, mantenerse en el esfuerzo durante largo tiempo, con constancia y empeño. Sabe de la fatiga, de la debilidad, del desaliento, y aprende a guardar energías para recibirlos. Sabe descansar y despejar el camino para proseguir con fuerza.

El narrador en resistencia lucha por los que fueron, por los que están y por los que vendrán.

El narrador en resistencia es el principio de la memoria.

 

Laura Escuela