La narración oral es un arte que requiere un alto grado de técnica comunicativa y muchas veces no necesita ayuda de música, objetos o un vestuario especial para caracterizar personajes. El narrador desarrolla historias narrando y encarnando personajes con frases y gestos. Cuando el público se enfrenta a un narrador sobre el escenario (el lugar desde el que se cuenta), lo que está viendo es a un narrador, no a un personaje (a no ser que este decida contar caracterizando un personaje).

Entonces, ¿qué es exactamente ese narrador que el público ve?

Desde el punto de vista del propio narrador, se trata de «yo». Por lo tanto, el narrador tiene que saber, o al menos intentarlo, quién es ese yo frente a este oficio de contar y qué es lo que necesita para contar estos cuentos que ha escogido. Ya sea un traje tradicional o una camiseta y unos tejanos con agujeros, lo que ese yo decida llevar puesto se convierte en su vestuario y, quiera o no quiera, esas prendas dan al público una inmediata información visual sobre quién es este narrador, y esta es la única que él trae al escenario, amén de su cuerpo y sus gestos.

No son pocas las informaciones que uno recibe del vestir: de dónde provienen los cuentos o el narrador mismo, la ideología, el gusto, el sentido común, el sentido artístico, el carácter, la inclinación política...

En mi país, Japón, los narradores profesionales tradicionales, rakugo-ka, llevan puesto un kimono de color neutro y sin dibujos para contar. Al vestirse así, desaparece la mayor parte de la información personal e invita al público a concentrarse en las historias. Es un canon establecido de acuerdo con su fondo artístico e histórico.

Personalmente, no creo que un narrador deba seguir una serie de instrucciones para vestirse a la hora de contar, porque justamente sobre el escenario el narrador se desnuda ya que, quiera o no quiera, el público se da cuenta de quién es la persona que está contando y qué es lo que está contando. Por lo tanto, no hay que sentirse obligado a vestirse de nada. Más bien opino que el narrador debe pensar en un vestuario que le haga sentir cómodo o que afirme o potencie lo que los cuentos dicen. Y eso solo el narrador debería saber...

 

Yoshi Hioki