No confundir con «voltio». Por ejemplo, puedes ir a dar un voltio por ahí, pero no vas al watio hasta que tienes una necesidad perentoria de desalojar sobrepeso, ya sea en estado sólido, líquido o gaseoso. También «watio» tiene otra acepción relacionada con la corriente eléctrica. Determina su potencia, que es directamente proporcional a la cantidad de estas unidades de que disponga el fluido electrónico anteriormente citado.

En el caso que nos ocupa, la oralidad escénica, solo tiene cabida cuando hablamos de la luz eléctrica. Y solo cuando esa luz eléctrica ilumina a alguien que habla a un público. Y en este punto me voy a extender un poco para explicar lo que yo entiendo como «iluminación escénica» de un narrador, cuentero, rapsoda, actor, o alguien que decide trasmitir a alguien una idea, una historia, un poema… de forma artística desde cualquier tipo de escenario.

Para empezar quiero llamar vuestra atención sobre el significado de la palabra «iluminar». Para mí quiere decir ‘facilitar la visión’, pero también puede ser ‘dificultar la visión’, siempre que se utilice la luz para ello.

A algunos iluminadores les gusta hacer uso de esta última acepción para hacerse notar, los pobrecicos. Quiero destacar en este momento de mi disertación que el trabajo de un buen iluminador debe pasar desapercibido para el público, salvo en contadísimas ocasiones en las que la luz sea parte de la ilustración del momento escénico, y siempre estar al servicio del espectáculo que se está exhibiendo.

Es conveniente que la persona que, ante la audiencia, se sitúa en escena para trasmitir su mensaje, si decide utilizar la luz como parte del lenguaje de su espectáculo, tenga claro lo que quiera resaltar y que cuente con los conocimientos suficientes de este oficio para transmitir al técnico que tenga que llevarlo a cabo, o, en su defecto, que cuente con alguien que le ayude a hacer la traducción de sus ideas a watios y de ahí al arte escénica, o al menos que ayude y no entorpezca la comunicación interactiva que es precisa para crear la magia en nuestro arte. 

También se puede iluminar sin watios ni voltios. Con fuegos, chispas, química… de variada procedencia, pero en esencia lo que importa es el concepto. Decidir cómo presentamos la idea que queremos transmitir.

 

Nazario González