inglés

Hace mucho mucho tiempo, en una tierra muy muy lejana, me encontraba enseñando inglés a   adolescentes chinos. Cada día tenían que estudiar inglés para poder cumplir los requisitos de visado de Australia. Había una actividad en especial en su rutina semanal que de verdad les interesaba. Cada viernes por la tarde los estudiantes se sentaban en el suelo sobre grandes cojines, se oscurecían las luces, se encendían las velas y el sonido de un cuenco tibetano les anunciaba que estaban a punto de embarcarse en un viaje al mundo mágico de los cuentos. Allí sentados, superábamos las barreras de las dificultades con el idioma y navegábamos a través del lenguaje universal de las historias. Era en este terreno fértil en el que los alumnos verdaderamente comenzaban a conectar entre ellos, conmigo y con la lengua inglesa. Y así es como me di cuenta de que los cuentos no son para irte a dormir, sino para despertarte.

Los cuentos estimulan los sentidos y las emociones a lo largo del recorrido que hacemos acompañando a los personajes y sus aventuras. Proporcionan un claro contexto de trabajo y estimulan la curiosidad y la imaginación. Todo esto hace que la experiencia de aprendizaje sea más memorable ya que ayuda a fijar los conocimientos sobre la lengua que se está aprendiendo en la memoria a largo plazo.

Nadie podría imaginar que, de hecho, ésta era la forma básica de conocer el mundo en los albores de la humanidad. Si los cuentos son la herramienta educativa más antigua, entonces ¿por qué no usarlos para enseñar inglés en nuestros días? En aquel momento decidí dejar la enseñanza tradicional del inglés para desarrollar un método que hiciera el inglés más accesible y memorable mediante el uso precisamente de los cuentos. Desde entonces, miles de alumnos han tenido la oportunidad de disfrutar del inglés a través de este medio natural que proporcionan las historias.

Una de las principales habilidades hoy en día es saber comunicarse en otro idioma y los profesores pronto se dieron cuenta del tremendo potencial de las historias en el aprendizaje del inglés. Para atender esta demanda, preparé una gama de cursos de formación de profesores con las técnicas que permiten incorporar los cuentos en la clase de inglés. El objetivo de estos cursos no es convertir a los profesores en cuentacuentos profesionales, sino en ayudarles a adquirir una serie de herramientas básicas que les permitan contar historias con confianza en clase. De esa forma, los cuentos pueden de nuevo servir como guías para comprender y dar sentido al mundo.

A cualquier interesado en entrenar a profesores en las técnicas aplicadas de narración de historias, yo le recomendaría incorporar los siguientes elementos en el programa. Obviamente, el tiempo dedicado a cada uno de ellos dependerá de la duración del curso, pero incluso un taller introductorio de tres horas puede tocar brevemente cada uno de estos aspectos:

  • Una demostración de la variedad de técnicas posibles a la hora de contar cuentos, incluyendo el uso de ayudas visuales como los álbumes ilustrados, Kamishibais y las pizarras de fieltro para cuentos. Las imágenes claras ayudan a los estudiantes a superar dificultades con el vocabulario de forma que puedan fluir con la estructura narrativa y disfrutar de cada cuento. Éste es un buen momento para demostrar que la narración oral es mucho más que leer en voz alta y que se deben acompañar las historias con contacto visual para lograr involucrar a los espectadores.
  • Se deben resaltar las técnicas básicas del narrador a lo largo de la sesión. También el tono y la calidad de la voz, así como la importancia de la respiración y las pausas. La comunicación no verbal es también importante dado que la expresión facial y los gestos siempre deberían acompañar la historia en los momentos cruciales. En países donde la gente gesticula mucho, como por ejemplo España e Italia, los profesores deben ser conscientes de que un exceso de movimientos de las manos puede distraer a los alumnos de la historia.
  • Cómo aprenderse una historia: Considero que la narración oral es un arte visual y veo las historias como una serie de imágenes. El arte del narrador de cuentos es ser capaz de describir estas imágenes nítidamente con sus propias palabras. Después de escuchar una historia determinada, invito a los profesores a dibujar un pequeño esquema visual usando imágenes sencillas. De esa forma, pueden identificar los principales eventos de la historia y su secuencia y centrarse mejor en cómo se muestran los personajes.
  • Dar forma al cuento para que éste pueda ser narrado: Después de hacer un croquis de la historia, siempre invito a los profesores a hacer un pequeño ejercicio de visualización y a trazar un camino a través de los paisajes de sus propias historias. De esta forma, pueden observar los detalles a través de los sentidos: Pueden sentir la temperatura y ver los colores, pueden pararse a conocer mejor a los personajes que van apareciendo en el cuento, pueden escuchar sus voces e incluso preguntarles imaginariamente sobre su pasado. También pueden tocar los objetos, saborear comida, oler flores, escuchar los sonidos de fondo y prestar atención a las emociones. Todos estos elementos facilitan que la historia se convierta en algo vivo. Si el profesor es capaz de ver las imágenes, es más fácil para él o ella transmitir dichas imágenes a sus alumnos.
  • Añadir emociones: Es útil volver a visitar el dibujo original de la historia e identificar las emociones en cada paso de la secuencia de acontecimientos.
  • Ritmo y musicalidad: Si es posible, añadir ritmo y frases repetitivas. De esa forma es más sencillo contar la historia y ésta se vuelve más fácil de recordar para los estudiantes. He vuelto a algunos colegios donde los niños recuerdan espontáneamente frases de cuentos que les conté hace varios años.
  • El cuento debe tener una estructura clara con principio, nudo y desenlace. La mayoría de los cuentos siguen un patrón familiar: Había una vez un personaje, en un lugar, que tiene que resolver un problema. Posteriormente hay algún tipo de cambio, transformación y/o aprendizaje positivo como resultado.
  • Practicar la narración de cuentos: Cuantas más veces se cuenta una historia, más rica se vuelve. Recomiendo a los profesores que cuenten las historias a sus familias, mascotas o a ellos mismos cuando se den una ducha o esperen el autobús. Por supuesto, que se la cuenten también a sus alumnos.

En cursos más largos también recomendaría:

  • Que observen los diferentes tipos de cuentos disponibles: de hadas, leyendas urbanas, cuentos imaginarios, etc. También que busquen historias conectadas con las necesidades de sus alumnos. ¿Necesitan un cuento que les active o que les calme? ¿Hay algún problema en clase que se pudiera abordar indirectamente a través de un cuento en concreto?
  • Contar los mismos cuentos desde diferentes perspectivas. Por ejemplo, en “El Pastorcillo Que Gritaba ’El Lobo’”, se podría narrar la versión del propio lobo, su madre, los vecinos, etc.

Esto ayuda a conectar con los sentimientos de los diferentes personajes y hace el cuento más rico.

  • Creación de cuentos: Hay muchas actividades divertidas que se pueden realizar para crear cuentos. Una de las más fáciles es tomar la estructura de una historia conocida y cambiar al protagonista, el contexto o los eventos; inmediatamente la historia se hace diferente. También se pueden inventar historias partiendo de sonidos, imágenes, fotos, objetos, etc. Hablaremos de esto en un boletín que se hará público en breve y que se dedicará a “los recursos en el aula.”
  • Aplicación en la clase: Hay muchas actividades educativas relacionadas con la narración de historias en el aula. A través de los cuentos podemos practicar las 4 habilidades: habla, escucha, escritura y lectura enfocándonos en el vocabulario y el uso de la gramática de una forma divertida, pero hablaremos de ello, de nuevo, en una próxima edición acerca de “Recursos en el Aula”.

Una famosa cita de Benjamín Franklin dice: “Cuéntame y olvidaré. Enséñame y recordaré. Involúcrame y aprenderé”. La narración oral de cuentos implica tanto a profesores como alumnos. Inspira y ayuda a crear una comunidad que a su vez genera un sentimiento de pertenencia. Los cuentos activan el cuerpo y las emociones y preparan al alumno para el aprendizaje, estimulando la memoria a largo plazo. Además de la competencia esencial de aprender otro idioma, también se abordan otras habilidades muy importantes. En definitiva, hay muchísimas buenas razones para que los profesores comiencen a contar historias en el aula, pero sobre todo una muy importante: porque es divertido.

 

Jennifer Ramsay