inglés

¿Todavía no has narrado en el aula?

Aunque escuchar a un narrador oral profesional en la escuela es claramente una experiencia valiosa para los estudiantes, por lo general, va a ser un lujo poco frecuente. Afortunadamente, sin embargo, la narración oral no es sólo una cuestión de narradores orales profesionales. El narrador más importante, presente en cada lección, eres tú: el profesor de inglés, que puede hacer que los relatos sean una parte integral de todo el proceso de aprendizaje de idiomas.

Algunos maestros dan la bienvenida a esta oportunidad. Otros pueden sentirse intimidados por la falta de experiencia. Al ver a un narrador oral  profesional dejar a los estudiantes como si estuvieran hipnotizados, se puede tener la convicción errónea de  "¡yo nunca podría hacer eso!" Pero la narración adopta muchas formas. Es normal que los profesionales que asisten para una sola visita con estudiantes que le son totalmente desconocidos, elijan atraer su  atención con una puesta en escena que les garantice captar la atención y tener un público dispuesto a la escucha. La situación en la que el maestro se haya es diferente: es posible que haya a quien le guste poder actuar como un profesional lo hace, pero desde luego no es necesario hacerlo. Una forma más tranquila de narración oral puede ser igual de eficaz. Pero sea cual sea el estilo que utilice, sus estudiantes no sólo van a escucharle sino que les encantará hacerlo. Y esto le da la oportunidad de explorar el potencial que el uso regular de la narración oral en la clase le ofrece. Así es como empecé hace muchos años, y acabé por descubrir al narrador que había en mí y al mismo tiempo descubrí cómo la narración podría integrarse como una parte importante del proceso de aprendizaje.

 

La escucha

Empecé a impartir clases de inglés como lengua extranjera a finales de 1970. Por aquél entonces mucha de la  metodología hacía hincapié en la urgencia  de conseguir que el estudiante hablase lo antes posible y que el profesor, sobre todo, facilitase la actividad oral. Cuando comencé a utilizar más la narración oral en el aula, naturalmente, mis alumnos pasaban gran parte del tiempo de clase  escuchando. Pero esto no significaba, claramente, que esto supusiera una actitud pasiva sino todo lo contrario, descubrí que una de las mayores ventajas de contar cuentos populares a los estudiantes es que ellos realmente quieren escuchar. El material es tan fuerte, particularmente en contraste con la mayoría del material insípido que constituye prácticamente todos los textos escolares. (¡Y yo he sido uno de los autores de parte de los textos de los libros de texto a través de los años!) Precisamente debido a que los estudiantes quieren escuchar, ellos se esfuerzan por comprender, incluso cuando el nivel de idioma está por encima de su nivel de comprensión. Al igual que ocurre con un niño que aprende su lengua materna, el deseo de seguir la historia fomenta un proceso de elaboración de los significados de los elementos desconocidos del relato para obtener una comprensión global. Obviamente esta escucha es la forma ideal de proporcionar información extensa e intensa de un lenguaje lingüísticamente rico.  Pero este enfoque sólo funcionará si la narración oral se utiliza de manera continuada y fundamental en el aula.

 

Hablar (no contar)

Aunque la narración oral aporta una cantidad más equilibrada de escucha en el aula, hablar naturalmente sigue siendo un aspecto fundamental de cualquier proceso de aprendizaje de idiomas. Sin embargo, he descubierto que algunos de los participantes en los talleres de formación de profesores que he impartido concluyen que esto significa que sus estudiantes deben estar narrando historias en el idioma que están aprendiendo lo antes posible. Sin embargo, creo que hay que ser cauteloso con hacerlo demasiado pronto.

Por supuesto los estudiantes pueden, y deben, ser incluidos en el proceso de la narración oral; este arte es, sobre todo, interactivo. La metodología de la participación propuesta en El más fuerte de todos se basó en el maravilloso trabajo de compañeros  como Margaret Read MacDonald y Andrew Wright. Pero la conversación en mi aula surge en gran parte tras la narración que yo hago, sea como trabajo en pareja, grupos pequeños o discusiones de toda la clase, en lugar de que los estudiantes asuman el papel de narradores; esa responsabilidad, en los primeros años de la clase de lengua extranjera, debe recaer sobre la única persona que tiene la competencia lingüística para hacer de la narración una herramienta poderosa: el maestro.

Dicho esto, mis alumnos saben que escuchar un cuento en clase siempre conlleva un poco más de “deberes”: deben contar la historia escuchada a alguien que todavía no la conozca. Esto no contradice a lo escrito anteriormente, ya que al contarlo no lo harán para un público y además lo pueden contar en el idioma que deseen. Siempre, sin excepción, mi alumnado me dice en la siguiente clase que les encantó, que disfrutaron de la narración oral. Y conforme van teniendo un dominio mayor de la lengua, la mayoría tratan de narrar aunque sea una parte en inglés. (En las reuniones de padres, al explicar mi metodología,  les pido que sean buenos oyentes y no se pasen el tiempo corrigiendo los posibles errores cuando su hijo les trata de contar el cuento).

La Carrera Para Acabar el Primero asociada a La vieja y su cerdo es un buen ejemplo de una actividad de conversación para el aula. El uso The Clever Farmer en el aula ofrece posibilidades tanto de actividades orales, como de  actividades de escritura, al igual que la actividad el asiento caliente que se muestra con Mr. Fox.

 

Vocabulario

Ampliar el vocabulario es un elemento fundamental en la adquisición de una lengua. Los estudiantes no sólo deben tener una libreta de vocabulario lista para su uso en su pupitre y activamente recoger palabras, sino también darse cuenta de que esas palabras, una vez recogidas, necesitan practicarse si se quiere que pasen a formar parte del vocabulario activo. Sí, lamentablemente se requiere esfuerzo para aprender un idioma, ¡incluso con el uso de la  narración de cuentos! Pero, por lo menos en mi experiencia, el poder de lo contado constituye un acicate para hacer el esfuerzo más llevadero.

Después de contar un cuento recojo las palabras que los estudiantes recuerdan. Las escribo en la pizarra en el orden cronológico del relato. Esto crea un esqueleto básico de la historia, que denominaremos storyboard, y es una buena oportunidad para hacer frente a cualquier problema de  comprensión de la trama o aclaración de determinadas palabras. Normalmente la mayoría de las palabras fundamentales las proporcionarán los alumnos, y si falta alguna que pienso es importante destacar pues la añado yo mismo.

Para los estudiantes más jóvenes que aún no saben leer, la recolección se hace verbalmente y elaborar una canción con parte del vocabulario utilizado es una alternativa.

 

Gramática

Todos sabemos que la gramática no es algo que simplemente se puede introducir, practicar con algunos ejercicios y que luego se incorpora mágicamente en la propia producción lingüística de los alumnos. Puede que algunos estudiantes con mucho talento puedan ser capaces de hacer eso; para la gran mayoría se trata de un proceso lento y gradual. Contar una historia, que ofrece una rica gama de gramática, es una oportunidad ideal y altamente flexible para centrar la atención de los estudiantes en las nuevas estructuras. Durante los primeros años podemos incluir los tiempos verbales, las estructuras negativa e interrogativa, los condicionales, los adverbios / adjetivos, los verbos auxiliares modales, la pasiva, el estilo indirecto: todos ellos fáciles de encontrar en muchas historias.

Algunos cuentos, naturalmente, se prestan a poner de relieve determinadas estructuras; el condicional, por ejemplo, es a menudo una característica destacada en los cuentos populares. Otros, aunque no necesariamente sean una parte esencial de la historia, pueden ser fácilmente señalados, por ejemplo, el diferente papel de los adjetivos y los adverbios.

 

Escritura

La escritura es una parte esencial del proceso continuo de consolidación del aprendizaje de idiomas. Reúne el vocabulario y la gramática aprendida y permite al estudiante experimentar con la comunicación activa, mientras reflexiona sobre las diversas opciones lingüísticas. Vinculado al poder de la narración, también puede ser muy disfrutable.

Después de una historia, es fácil improvisar breves ejercicios escritos que ponen de relieve la gramática relevante. Podría ser simplemente, la reelaboración de un ejercicio del libro de texto utilizando la trama de la historia. Rara vez preparo este tipo de trabajo de antemano, uno sabe lo que se está trabajando en clase. Cuando se presenta la oportunidad es suficiente escribir uno o dos ejemplos en la pizarra (a menudo generados por los propios estudiantes), y luego la clase puede escribir un par más en sus cuadernos. Práctica por escrito corta, frecuente y relevante.

Los estudiantes pronto querrán escribir textos más largos. A raíz de una historia y su posterior recolección de vocabulario, simplemente es cuestión de dividir el relato en diferentes secciones y repartirlo para que el alumno trabaje de manera  individual o en pareja. Esto proporciona una oportunidad para discutir las convenciones narrativas: párrafos, el uso de los tiempos verbales, el discurso directo, etc. La escritura puede ser una simple re-narración de la historia, o según el nivel de los estudiantes, tal vez narrar la historia desde otro punto de vista (el rey cuenta la historia del rescate de su hija por el héroe, por ejemplo). Se puede crear e ilustrar una historia en grupo, como muestra este maravilloso ejemplo: La Mujer y el esqueleto. He aquí un ejemplo del texto escrito por un estudiante después de una actividad que surge de La Muerte y el Jardinero. Otro ejemplo es el de Beth Gellert.

Cuando comencé a alejarme de la enseñanza basada en los libros de texto y experimentar con la escritura libre en el aula, me di cuenta de que algunos estudiantes no querían asumir riesgos y tendían a utilizar estructuras simples. Esto podría ser simplemente porque era más fácil, o quizá también un intento de evitar errores mediante el uso de un lenguaje menos complejo.

Como respuesta escribí un language check-list,  Creo que la idea la leí  por primera vez de Mario Rinvolucri: ofrecer gramática que el estudiante pueda  rellenar con su propio contenido. Cuando considero que mis estudiantes están preparados, les doy una fotocopia de la language check-list para usar en la práctica de la escritura libre. Se les anima a seleccionar de la lista aquellas estructuras que puedan incorporar en su propia escritura. Pueden comparar para ver que las estructuras son correctas; incluso marcar su lista y añadir los puntos nuevos. Naturalmente, esto no excluye que se cometan errores. Pero sí aumenta la conciencia de que el lenguaje tiene una gama más amplia de posibilidades y se desarrolla gradualmente la capacidad de utilizar más estructuras.

La language check-list es mi aportación personal para fomentar la escritura libre. La segunda lista es una creada gradualmente por cada uno de los estudiantes: la llamamos la lista de mis errores favoritos. Bien es sabido que  los errores rara vez se hacen una vez, se corrigen, y ya nunca se vuelven a repetir. Al igual que todos los maestros, devuelvo a los alumnos las tareas con los errores resaltados, e invariablemente mis alumnos reconocen de inmediato la gran mayoría de los errores que han cometido. Muy a menudo su reacción es "¡Vaya, lo  he hecho de nuevo!" Y puede llevarles a pensar que siempre van a cometer el mismo error. En un intento de acabar con esta visión derrotista, lo primero que les pido a mis estudiantes es que revisen sus fallos y tachen con un lápiz todos aquellos que entienden en qué se han equivocado. Si esa comprensión está ahí, sostengo que en realidad lo tenían "casi aprendido" incluso aunque se haya cometido de nuevo el error. Ya que la forma correcta es en realidad entendida, el estudiante no necesitaba realmente cometer el error. (Es cierto que se trata de una afirmación bastante simplista. No obstante, es muy útil.) Después de haber tachado los errores innecesarios, el estudiante puede contar y distinguir claramente los que aún no se sabía o se había comprendido totalmente. Si el esquema de puntuación implica un índice de errores (errores cometidos en relación con el número total de palabras), un nuevo índice puede ser elaborado y escrito: "Esto es lo que podría haber escrito".

Me gusta que los estudiantes  mantengan una lista de estos errores favoritos personales: favoritos, porque les gustan tanto que siguen haciéndolos. La mejor manera es escribir el error original y la corrección adecuada en una página opuesta. Esta lista se va a utilizar de forma activa cada vez que el estudiante haga cualquier escritura libre; revisando la lista y reciclando la mayor cantidad de errores posibles - en la forma correcta, por supuesto. Al igual que con la language check-list, los estudiantes simplemente toman la estructura y modifican el contenido de acuerdo con la nueva redacción.

En mi experiencia los estudiantes por lo general necesitan un poco de tiempo para desarrollar una comprensión de cómo utilizar estas dos listas con eficacia. Sobre todo, muchos necesitan algún tiempo para aceptar su responsabilidad personal para mejorar su lenguaje escrito. Pero esto ocurre a menudo con cualquier aprendizaje.

Cuando se ha producido la escritura basada en lo narrado, los estudiantes están invariablemente dispuestos a leer lo que otros han escrito. Se les debe dar oportunidades frecuentes para hacer esto. Pueden comenzar por parejas o en grupos pequeños, o los textos se pueden dejar en las mesas y que libremente se muevan por la clase para leer los textos de los demás. Se puede alentar a los estudiantes a que identifiquen y marquen el buen uso del lenguaje (así como a ofrecer correcciones). Al igual que con el uso de las listas, la capacidad de hacer esto de manera efectiva requiere formación que puede tardar meses. Pero el tiempo y el esfuerzo valen la pena. Dicha fase de lectura, por lo general, termina con uno o dos textos elegidos para ser leídos en voz alta, una oportunidad ideal para que el profesor comente los puntos fuertes y también los errores.

 

Mañana

Un último consejo: si te gusta la idea de narrar en el aula, no lo dejes para otro día hazlo en la próxima lección. Es muy fácil que el entusiasmo generado por nuevas metodologías se enfríe si no se ponen pronto en práctica. Así que, cuéntales un cuento a tus alumnos, observa cómo crece el entusiasmo- ¡y estarás enganchado de por vida!

Una versión extendida de este artículo, incluyendo el uso de la escritura libre basado en la narración de cuentos como parte de la evaluación escrita en la escuela de secundaria, está disponible aquí: http://tellatale.eu/resources_classroom.html

Más de 50 cuentos populares tradicionales también están disponibles de forma gratuita en la galería de video de Richard: http://tellatale.eu/video.html

 

Richard Martin

Artículo traducido por Sonia Carmona

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Las historias que Richard Martin cuenta son cuentos populares que reflejan toda la gama de la experiencia humana - lo cómico, lo picante,  lo profundo, lo divino. Richard, natural de Inglaterra, actualmente reside en Alemania, ha contado historias profesionalmente durante más de 20 años, en toda Europa, India, Singapur, Hong Kong y Estados Unidos. Además de narrar profesionalmente, Richard ha desarrollado una metodología para incorporar el poder de la narración en la enseñanza, en el aula. Ha dirigido innumerables talleres de formación de docentes en todo el mundo. La extensa página web de Richard presenta una amplia gama de las historias que cuenta - incluyendo una galería de vídeo con más de 50 cuentos populares: www.tellatale.eu

Este artículo forma parte del Boletín n.º 37 de AEDA: Narración oral en el aula