Muchos narradores se sorprenden al descubrir que además de narradora profesional soy también una arteterapeuta y a veces me preguntan qué tienen en común la narración de cuentos y la arteterapia. La respuesta es sencilla porque ambas se centran en torno a las historias.
Muchas de las historias que cuento siguen la estructura del viaje del héroe. Un personaje sale de su vida cotidiana para atender una llamada a la aventura. En el camino se encontrará con amigos y mentores para ayudarle a superar las pruebas y vencer a los enemigos que aparezcan en su camino. Al final del viaje el personaje suele ser más rico y sabio y hay un aprendizaje. Cada persona también hace su propio viaje del héroe y como arteterapeuta intento acompañar a mis clientes para que puedan tomar las riendas de su propias vidas, para que sean los verdaderos protagonistas y para que estén en contacto con sus recursos interiores, de forma que puedan superar cualquier prueba en sus caminos.
Hay un cuento coreano “La Bolsa de los Cuentos” que habla de los peligros que puede haber cuando se reprime la posibilidad de contar las historias que están deseando ser escuchadas. El narrador y la terapeuta ayudan a que estas historias pueden circular. Creo que hay cuentos que me buscan en momentos concretos de mi vida y que yo simplemente soy un eslabón más en una larga cadena de narradores contando ese cuento concreto. Para darle continuad me tomo pequeñas licencias para poder ajustarlo un poquito, de forma que encaje mejor con el público y con el contexto en que vivimos. Como arteterapeuta ofrezco un espacio para que la persona que esté delante de mí pueda contar aquellas historias personales que necesiten ser liberadas para su bienestar. A veces estas historias están escondidas en rincones oscuros de su corazón, bloqueadas en ciertas partes de su cuerpo o confinadas en zonas remotas de su memoria o subconsciente. Esas historias pueden llegar a ser expresadas de muchas formas: pintando, haciendo esculturas, bailando, cantando o simplemente contando historias en cualquiera de sus muchos formatos diferentes.
Casi todo el mundo es capaz de contar una anécdota corta de su vida personal usando las herramientas narrativas de manera natural y eficaz. Pero cuando de repente hay dificultad por ejemplo, con el contacto visual, esto puede indicar que hay una historia allí atrapada. Lo mismo pasa con cambios repentinos del lenguaje verbal; con el tono o volumen de la voz o incluso con el lenguaje no verbal, como por ejemplo, los gestos. Todo esto invita a indagar más y a ayudar a liberar las historias que quizás lleven años atrapadas dentro, para así ayudar a la persona en su proceso de transformación.
Las historias son buenas acompañantes de viaje en el proceso terapéutico. El lenguaje simbólico de los cuentos de hadas es muy útil para narrar las vivencias de eventos traumáticos y se está usando actualmente con muchos refugiados. Se pueden utilizar cuentos tradicionales en muchas situaciones para aportar claridad. Un ejemplo podría ser nuestra dificultad para ver la versión global de las historias de nuestra vida y aunque dos hermanos hayan crecido en las mismas condiciones, con los mismos padres, el punto de vista de cada uno de ellos es frecuentemente diferente. Solemos identificarnos con una parte de los acontecimientos de nuestra vida y los filtramos según nuestro propio sistema de creencias, negando, descalificando o no prestando atención a otras versiones. Esto puede causarnos puntos ciegos y llevarnos a adquirir creencias limitantes. Historias como el cuento hindú de “Los Seis Ciegos y el Elefante” nos pueden servir de metáfora para ayudarnos a ver más allá de la pequeña parte del elefante que vemos en cada momento y ver el elefante entero. Poco a poco vamos tomando conciencia de todas nuestras otras partes, nuestras luces y nuestras sombras, para poder conocernos y aceptarnos en nuestra totalidad.
Como arteterapeuta yo suelo invitar a mis clientes, a que viajen a su mundo interior para poder conocerse con mayor profundidad. Podemos por ejemplo, visitar historias de tiempos lejanos en su vida, para revivirlos con más conciencia en el presente, en el aquí y el ahora, desde la visión y con los recursos de un adulto, con la esperanza de transformarlos. Y también podemos escuchar las voces de sus comunidades, de personajes internos conscientemente, con la esperanza de promover más armonía en sus vidas.
Como narradora yo suelo invitar al público a embarcarse en un viaje de cuentos a tierras y tiempos lejanos a través de historias tradicionales de diferentes culturas. Así, podemos descubrir la riqueza de nuestro mundo, lo cual es especialmente importante en este momento de la historia humana. También les invito a escuchar las diferentes voces y a reconocer que tenemos necesidades similares y que, en el fondo, no somos tan diferentes. Somos “Homos Narrantes”, con un cerebro especialmente preparado para contar y escuchar historias. La narración de esas historias es el verdadero lenguaje común de nuestro patrimonio compartido. Espero que en 2016 la narración oral nos ayude a alcanzar una mayor armonía también a nivel de esta comunidad global que llamamos humanidad.