El 3 de julio de 2017 celebramos la III Jornada sobre Narración Oral y Lectura cuyo lema fue "Cuentos y versos". La conferencia inaugural fue dada (en una lectura escénica, como así la denominó el autor) por Antonio Rubio, poeta y maestro. Hay partes de esta conferencia que eran recitadas de viva voz, estos fragmentos no están completos en la conferencia, sólo aparecen los primeros versos en cursiva.
MARIDAJES DEL CUENTO Y LA POESÍA
Antonio Rubio
Los 4 puntos del Orbe
lo proclaman a porfía:
no hay saberes más conspicuos
que los de la juglaría.
Y de los conocimientos
que emanan sabiduría
este viejo quiere hablarles
del cuento y la poesía;
que ambas dos artes se igualan
en artificio y medida
y juntas han recorrido
varios trechos de su vida.
Y es que en las dos es el verbo
quien las nace y justifica,
que uno narra aconteceres
que la otra canta y rima.
Pero dejemos los prólogos
y advertencias de botica
y comencemos la trama
que la ocasión ya es propicia:
En toda la vida humana,
que pudiera ser prolija,
tienen cabida las fablas
que al decirse “versi-riman”.
Ya en los primeros andares
del infante se propicia
señalarle el cuerpecito
con albricias cantarinas,
que en su mitad son lugares
donde el relatar anima,
y en su mitad pentagramas
cual cuerdas de mandolina:
escuchen, si no, a esta madre
que en su hijo se ejercita:
señalándole con cantos
dedos, narices, manitas:
Juan bajó, / y al subir, / tropezó!
¡Y este cuento se acabó!
Éste encontró un huevo, / éste lo peló…
Síganle oyendo a este padre
que cuenta y nombra con rima
los bichitos del entorno
que comparten geografía.
Y que sin decir palabra,
¡a onomatopeya viva!,
van ordenando este mundo
que descubren niño y niña:
Cigüeña cojita, / pico “colorao”…
Y es el caso que ahora viene
una vieja “maestrina”,
que vuela sobre sus párvulos
como en marzo golondrina.
Y mientras vuela les dice,
y al son del vuelo les trina,
y les deshoja este cuento
que es melodiosa cantiga:
A la verde, verde,
a la verde oliva…
O est’otro que no faltaba,
como en todo pan la harina,
de las escuelas rurales
en Lecturas Escogidas:
Camina la Virgen pura
de Egipto para Belén…
Tiempo más tarde supimos
que estas historias con rima
por estar romanceadas
se aprendían sin fatiga,
ya que si el cuento era grato
y fecho con armonía,
más embeleso causaba
vestido de melodía.
Y aún fuera más memorable
si canto y cuento se unían
tomando forma de juego
en aquellas plazas públicas.
Plazas de nuestra memoria
que se poblaron de rimas,
poniendo voz al silencio,
dándole al aire noticias.
Vean si no qué revuelo:
filas de chiquillería
reviviendo con sus cuerpos
a un gato de siete vidas:
Estaba el señor don Gato
sentadito en su tejado…
O acompasando sus cuerpos
en rondas de algarabía,
todos juntos de la mano,
dando vueltas sin medida.
juntos como un gran planeta
que en la plaza refulgía,
que en el corro éramos todos
uno sólo en compañía:
Cu-cú, cantaba la rana.
Cu-cú, debajo del agua…
O:
Estaba la Pájara pinta
sentadita en el verde limón…
Y en el aire del recreo
bajo comba saltarina
niños y niñas leyendo
con su cuerpo la cantiga.
Envueltos en verso y música
a su ritmo el cuerpo ritman,
y es cuento su cantinela
contada a saltos de vida:
Un, dos,
María Tacón…
Y si mucha era la ciencia
que la escuela nos vertía,
la calle, la plaza, el ocio,
doctoraban sin medida.
Entre iguales, boca a boca;
del viejo, sabiduría,
sembraban en nuestras mientes
ancestrales retahílas.
Pequeñas como alfileres,
que se dicen sin falsía,
se inician majestuosas
y antes de empezar terminan:
Este es el cuento del gallo “pelao”,
y ya se ha “acabao”
Este es el cuento de la banasta…
Este es el cuento de María Sarmiento…
Este es el cuento del candado…
Este es el cuento de la nuez…
O largas como el viaje
de Ulises por cielo y simas,
que cuando volvió a su casa
ya nadie le conocía,
sino el leal perro Argos,
que del tiempo la medida
tomaba con otras varas
más condensadas y finas:
Este era un rey
que tenía tres hijas…
Las once y media serían
cuando sentí ruido en casa...
Érase una hormiguita
que salió de su hormiguero…
O aquellas otras historias,
objetos de artesanía,
igual que jarrones chinos
o lozas de fantasía,
que fijaban la atención
en la voz que así decía:
El piojo y la pulga
se quieren casar…
Y otros antiguos relatos
de bordadora sencilla
que al baile de dos agujas
preguntaba y respondía
encadenando los versos
como madeja surtida,
hilanderas de saberes
que sabemos que sabían:
¿De dónde vienes, ganso?…
Y series que suman bichos
como plata en alcancía;
que con un real y medio
compro y vendo mercancía:
Con real y medio
que traigo y que tengo…
Y si todo lo sumado
pudiera ser sustraído,
vean desaparecer
a diez ilustres perritos:
Yo tenía diez perritos,
uno se perdió en la nieve…
Y en un éxtasis verbal
las palabras se extendían,
muy cargadas de abalorios
cual cola de novia henchida.
Y todo por trabucar
la boca de quien decía,
y enmarañar el oído
a quien absorto atendía.
Gusto en mascar las palabras
que al paladar seducían,
y empalagaban la boca
como guindas de ambrosía:
-Madre notable sipilitrable,
¿voy al campo blanco, tranco, sipilitranco…
Y en verso también florecen,
al norte y al mediodía,
eso que dicen romances
y a la infancia seducían.
Por ser de cuerpo garboso
y de música florida
y por abordar sin miedo
cosas que están escondidas:
luchas, enredos, pasiones,
amores y tropelías,
incestos, burlas, traiciones,
tienen en ellos cabida.
Que se cuenta por qué encierran
en la torre a Delgadina,
y cómo marcha al combate
una doncella aguerrida,
y cómo el abencerraje
daba Alhama por perdida,
y cómo el enamorado
a la muerte no la evita.
En fin que caben historias
de todas clases y tintas,
y sólo por bien mostrárselo
doy al prisionero vida:
Que por mayo, era por mayo
cuando hace el calor…
Y cierro estos maridajes,
que ya es cosa harto prolija,
(y si la gente que vino
aún no huyó despavorida),
poniéndoles de cancela,
con su llave preceptiva,
y por ser cosmopolita,
unos versos irlandeses
que “limericks” les decían:
Había en Tucumán una tortuga…