El boletín n.º 56 de AEDA está dedicado al trabajo que hacemos los cuentistas fuera de escena, para ello pedimos a unos cuantos narradores que nos contaran cómo era su día a día en tres frentes distintos de nuestro trabajo en casa: la búsqueda de los cuentos, la preparación de los cuentos y las funciones y otras tareas. En este artículo nos centramos en el primer bloque, 

 

LA BÚSQUEDA DE LOS CUENTOS

 

y cuenta con tres apartados: una breve introducción (realizada por el firmante del artículo) y dos epígrafes más: Cuándo buscamos y Dónde Buscamos, que recoge y resume las respuestas obtenidas en los cuestionarios enviados a varios cuentistas profesionales.

 

Una breve introducción

Si hay algo a lo que dedicamos tiempo quienes hemos hecho de contar cuentos nuestra manera de vivir es a buscar historias para contar. La materia prima de nuestro trabajo son los cuentos, por eso la búsqueda (o creación) de buenas historias forma parte de nuestras tareas fuera de escena.

En principio son tres los tipos de historias que solemos contar: cuentos de la tradición oral, cuentos de autor y textos propios. A esto se pueden añadir otros tipos de materiales narrativos: historias de vida, otros textos de la tradición (retahílas, romances, brindis, trabalenguas, adivinanzas, sucedidos, cantares...), noticias y hechos históricos, mitos clásicos, etc. 

El proceso de búsqueda no termina cuando has encontrado un texto que consideras adecuado para contar, especialmente con los textos de tradición, pues estos han pervivido durante siglos en las voces de quienes los contaron antes, por eso a lo largo del tiempo se han ido diferenciando en variantes, esta es la razón por la que en muchos casos hay que seguir con una nueva búsqueda, en este caso entre las variantes, para ver cuál de ellas puede ser la que mejor se ajuste a tu voz narradora. Normalmente los cuentos tradicionales que conocemos están recogidos por folcloristas en colecciones y recopilaciones (libros y archivos sonoros, básicamente). Son pocos los casos en los que recogemos textos de la tradición directamente de los informantes para adaptarlos a propuestas escénicas, pero sí hay algunos narradores que así lo hacen.

Igual sucede con otros tipos de textos, por ejemplo cuando se cuentan hechos históricos es bueno articular el relato partiendo de distintas fuentes y buscando el rigor histórico y la calidad en las miradas; o por ejemplo cuando se cuentan cuentos de autor que han sido traducidos de otras lenguas las diferentes traducciones pueden sumar o restar al texto original.

El proceso de búsqueda es muy laborioso y en ocasiones resulta especialmente complejo, por ejemplo, cuando trabajamos con historias de vida hay que lograr que los informantes confíen en nosotros y accedan a contarnos.

Una de las cuestiones derivadas de la complejidad de la búsqueda de materiales narrativos es la cuestión ética: tan laborioso es este proceso, tan fundamental para quienes hacemos de contar nuestro modo de vida, que es reprobable que un profesional se apropie de alguno (o varios) de los materiales del repertorio de otro narrador. Entre profesionales la fuente del repertorio no debe ser otro profesional. Obviamente esto es una cuestión que atañe sólo a quienes vivimos de contar cuentos, el resto (público, profesorado, bibliotecarias, educadores...) bien puede dar aliento a los cuentos que escuchó y alimentar de esta manera la tradición oral.

 

Cuándo buscamos

Prácticamente todos los narradores encuestados coinciden en que la búsqueda es un proceso continuo: "Estoy todo el tiempo a la búsqueda" (Estrella Escriña); "La búsqueda de cuentos no se detiene. Siempre hay una parte del cerebro alerta con lo que puedes escuchar, ver, leer, que pueda incluirse en alguna sesión" (Laura Escuela); "Es algo que está presente de continuo y sólo dedico más tiempo cuando tengo que crear un espectáculo" (Carlos Alba); "La búsqueda de historias es una tarea fundamental, es una búsqueda continua" (Elia Tralará). 

Pero ¿cuánto tiempo dedican los narradores a leer para buscar cuentos?: "Si cuento todo el tiempo que paso leyendo en casa, leyendo y leyendo, sí que me puede salir ¿una hora, dos horas, de media al día?, es difíicl de calcular porque hay días que paso el día leyendo (10 horas) y otros que no leo..." (Demetrio Aldeguer); "En los momentos de mayor búsqueda pueden ser dos o tres horas al día" (Manuel Légolas).

Aunque sí hay momentos en los que se pasa menos tiempo buscando, estos son, obviamente, los periodos en los que hay más viajes y funciones: "El tiempo de lectura, de búsqueda y comparación de versiones, en mi caso es muy importante, y suelo dedicarme más a esto en épocas del año tranquilas en cuanto a funciones (agosto, septiembre, enero...)" (Alberto Sebastián); "Quizás dedique más tiempo a la búsqueda en los meses de enero a marzo y septiembre y octubre" (Carlos Alba); "Cuando más tiempo dedico a ello es en verano, quizás porque dedico menos tiempo a contar" (Elia Tralará); "No tengo un momento concreto, si bien los meses de menos trabajo son más propicios para la búsqueda" (Manuel Légolas). Aunque hay quienes no tienen esa estacionalidad: "Antes usaba septiembre para esto, ahora es un trabajo más continuo" (Estrella Escriña); "No hay un momento concreto del año pese a que hay meses más creativos que otros. Por ejemplo, los meses de diciembre, enero y el mes de agosto suelen ser buenos meses para la búsqueda" (Laura Escuela).

 

Dónde buscamos

De nuevo prácticamente todos los narradores que han respondido a la encuesta coinciden en dos lugares de referencia a la hora de buscar textos para contar: la biblioteca y las librerías. "Normalmente busco cuentos en librerías y bibliotecas. Librerías en las que a veces trabaja o tengo confianza para poder pasarme un par de horas mirando, rebuscando, opinando, recibiendo recomendaciones... Y en la biblioteca que hay cerca de mi casa, que ya tengo bastante trillada. A veces si paso cerca de alguna otra biblioteca, y si tengo un rato, me meto a curiosear y siempre encuentro algo nuevo, o mejor, algo viejo, porque a veces son cuentos viejos que ya no consigo porque están descatalogados" (Demetrio Aldeguer); "Busco en las bibliotecas donde tengo talleres fijos y en la librería Jarcha" (Estrella Escriña); "La búsqueda de cuentos la realizo en bibliotecas y librerías (sobre todo en librerías especializadas en literatura infantil)" (Elia Tralará).

No solo las bibliotecas cercanas son espacios de búsqueda, en general cualquier biblioteca en la que pasemos un rato (ya sea por trabajo, ya sea por otros motivos) se convierte en un lugar susceptible para seguir buscando historias que contar: "también en las bibliotecas de algunos colegios y en sus aulas a veces encuentro verdaderas joyas, casi siempre libros con más de 20 años y, por tanto, casi imposibles de conseguir" (Demetrio Aldeguer).

Pero hay muchos otros lugares para buscar historias, entre ellos destaca la biblioteca personal, la biblioteca que cada narrador se ha ido haciendo con el paso de los años y que suele contener libros fundamentales para cada cuentista, una exquisita biblioteca profesional: "Los cuentos con los que elaboro mis sesiones son de tradición oral. Los busco en recopilaciones de cuentos de todo el mundo editadas en castellano, aunque tengo algunas en inglés y francés. Me interesan tanto en ediciones recientes como más antiguas y descatalogadas que encuentro en librerías de viejo. Casi todos estos libros pasan a formar parte de mi biblioteca, de manera que con el paso de los años he reunido más de cuatrocientos. Esa es mi cantera." (Alberto Sebastián); "El lugar al que acudo habitualmente para buscar cuentos es mi propia biblioteca" (Carlos Alba); "Por supuesto en mi biblioteca particular y en la de Légolas" (Manuel Légolas).

Alberto cita a las librerías de viejo, y de la mano de esta referencia nos vamos a la red que es, cada vez más, un espacio de búsqueda, por ejemplo en webs con miles de catálogos de librerías de viejo, o "siguiendo los catálogos de las editoriales especializadas en álbumes ilustrados" (Laura Escuela), o siguiendo webs o blogs especializados en literatura infantil que incluyen "críticas y reseñas o artículos de fondo sobre autores". Es raro sin embargo que la red se convierta en una fuente de textos narrativos, aun así hay alguna cita al respecto: "Para las sesiones con adultos los cuentos suelen salir de lo que leo (libros o textos en internet) que voy organizando en una capreta como "pendiente de preparar"" (Laura Escuela). Y de la mano de la red nos acercamos a podcast de programas de radio en los que se habla de libros y cuentos, y, cómo no, nos asomamos a las revistas especializadas en libros, cuentos, oralidad... que hay en formato digital o en papel.

Hemos hablado de las librerías en general, de las de viejo y de las especializadas en literatura infantil, pero también hemos de incluir librerías en otras lenguas y en otros países, donde generalmente buscamos libros que todavía no han llegado a España o "buscando materiales para las sesiones en inglés" (Demetrio Aldeguer). 

Otro ámbito de búsqueda es la oralidad, claro: "Las historias para contar pueden surgir en cualquier conversación oída o tenida, sobre todo en el caso de adultos". (Carlos Alba).

No hemos hablado apenas en este proceso de búsqueda de la creación de textos propios o de la "reelaboración de motivos de cuentos tradicionales, de repensarlos para buscarles la dimensión escénica" (Carlos Alba), pero como os podéis imaginar este otro proceso (de búsqueda interior) es también bien laborioso.

 

 

Artículo elaborado por Pep Bruno 
con las respuestas de: Demetrio Aldeguer, Laura Escuela,
Estrella Escriña, Carlos Alba, Alberto Sebastián, Elia Tralará y Manuel Légolas

 

Este artículo pertenece al Boletín n.º 56 de octubre de 2017 – Fuera de escena