En España, las Escuelas Infantiles son la primera etapa de escolarización de los niños y niñas entre los 0 y los 3 años. Sus objetivos educativos se centran en las primeras manifestaciones de la comunicación y del lenguaje, así como en el desarrollo del movimiento, el control corporal, el descubrimiento de la identidad personal y las pautas elementales de convivencia y relación.

En esta etapa infantil el lenguaje hablado describe y acciona el mundo que le rodea. Durante las primeras semanas de vida el entorno que rodea al bebé será menos visual, sus ojos aún tardarán 2 meses en definir con claridad un objeto, pero en cambio conocerá el mundo a través del oído. Como señala Evelio Cabrejo-Parra , la voz se empieza a construir desde el vientre de la madre. El feto ya desde el cuarto mes empieza a escuchar con claridad la voz de la madre y el ritmo cardiaco. Cuando nace se aferra a esta voz y la reconoce. Pero es necesario que escuche otras voces, la del padre, por ejemplo. Porque la voz del padre, la voz del otro, le permite crear un espacio de pensamiento. Los bebés son muy sensibles a la entonación de la voz, con ella construyen significados. Y, científicamente, al analizar la voz es posible descubrir todo lo que ocurre en la intimidad de la psiquis: la alegría, la tristeza, los celos, la ironía.

Diversos autores se refieren a la importancia de la voz para los más pequeños. Y tal como dice el profesor Cabrejo, no sólo la voz de la madre, sino otras voces, como la del padre, los cuidadores, las maestras de la escuela infantil y, entre muchas, la voz de narradores que se acercan a sus escuelas a contar cuentos.

Es así como contar cuentos a los más pequeños resulta significativo, aún cuando no son capaces de comprender el significado de lo que oyen en términos lingüísticos, pero si de vivenciar experiencias con las palabras, sus sonidos, las entonaciones y la musicalidad de las mismas. Estas premisas han permitido que contar cuentos a la primera infancia sea una actividad que se realice en Escuelas Infantiles desde hace ya varios años, pero con especial incremento en estos últimos tiempos.

Son muchos los narradores que tienen un repertorio de cuentos para las escuelas infantiles. Y también son muchos los que aún no han experimentado con este público pero que se sienten atraídos. El presente documento reúne las experiencias y comentarios entregados en una encuesta realizada a narradores de diferentes latitudes: Asturias, País Vasco, Tenerife, Sevilla, Guadalajara, Zaragoza, Alcalá de Henares y Madrid. Todos ellos con experiencia de contar en escuelas infantiles y sesiones de cuentos para estas primeras edades en su repertorio.
Creemos que puede resultar de gran utilidad compartir las diferencias y descubrir los puntos de convergencia de estas experiencias, buscando con ello enriquecer nuestro quehacer como profesionales de la palabra hablada.

 

Desde cuándo se cuenta a los más pequeños

En las escuelas infantiles se usa el recurso del cuento desde siempre. Merito que sin duda le debemos al alemán Friedrich Fröebel quien en 1840 impulsó en Alemania la creación de lo que serían las primeras escuelas infantiles (Kindergarten) para atender a los menores de 4 años. Dentro del sistema educativo que proponía este pedagogo, instauraba “La hora del cuento”, momento en el que se contaría cuentos a los niños.

El recurso de convocar a un narrador profesional es mucho más reciente. Se confirman así las palabras de Sara C. Bryant, en su libro El arte de contar cuentos (1993) en las que señala la importancia de que aquella o aquel, de cuyos labios dependía el éxito de la hora del cuento, tuviera el don, la gracia del narrador. Y que, la narración comenzada, se entregara a ella con pasión de artista, dejando a un lado toda preocupación dogmática. Sin esto, la hora del cuento sería para el narrador un suplicio y para su inquieto auditorio, un narcótico.

 

¿Desde cuándo se cuenta en las escuelas infantiles?

De las experiencias recogidas hay algunas que ya rondan los 20 años como la de Eugenia Manzanera en Madrid y Sonia Carmona en Sevilla.
En Canarias hay una hermosa experiencia que comienza hace sólo 4 años pero que ha dado frutos de permanencia sistemática en el tiempo, con los llamados Bebecuentos, labor de las narradoras Laura Escuela e Isabel Bolivar.

En el 70% de las experiencias recogidas, los narradores llegan a las escuelas infantiles por petición de éstas o de instituciones de infancia, y en un menor porcentaje por un desafío personal como narradores al observar una necesidad no cubierta.

 

Siempre hay una primera vez.

A la hora de preparar la primera sesión con los más pequeños, un 70% de los narradores encuestados combinaron la intuición y el compartir experiencias y visiones con otros narradores, así como con profesores. Un 60% señaló haber buscado información teórica, sin embargo también hay una visión de que el material que existía, cuando muchos de ellos comenzaron con este hacer, era muy poco, pobre y en algunos casos estaba obsoleto.
Un 30% de narradores incorporó además la observación directa de niños menores de tres años. Estas observaciones no sólo fueron en escuelas infantiles sino también en contextos donde los niños estuvieran de público, como en espectáculos teatrales y musicales para bebés. Observar a los más pequeños es sin duda una fuente de conocimiento de gran riqueza.

Desde estos primeros encuentros con los más pequeños ha transcurrido algo de tiempo. Cada narrador ha madurado su quehacer, corregido, pulido, sacado e incorporado elementos a sus sesiones. De toda esta experiencia, vertida en nuestra encuesta, pretendemos a continuación resumir este saber unificando criterios comunes. Por razones de espacio habrán discusiones que se quedarán fuera. Sea éste tan sólo un abrir la reflexión y observar un trocito del estado de la cuestión.

 

¿Cómo contamos a los bebés?

¿Cantamos o contamos?
Ambos. Todos los narradores encuestados utilizan ambos recursos en una sesión con menores de tres años. A veces serán canciones, las primeras nanas y en otros casos serán estribillos extraídos del cuento o creados por el narrador para dar movimiento a la historia. Como señala la narradora Cristina Verbena, la voz puede pasar de la narración al canto sin una ruptura. Las frases tienen un ritmo que el narrador busca, lo que dará pie al nacimiento de pequeñas melodías dentro de la narración.

Utilizamos objetos para acompañar la narración.
Casi de manera unánime la experiencia de los narradores indica que cuando se trata de las primeras edades el objeto, como recurso de apoyo visual a la narración, toma valor especialmente en las sesiones dirigidas a menores de 14 meses. Aún así el uso o no de un objeto estará determinado por como se estructure la sesión. La narradora Sonia Carmona comenta que en su experiencia los objetos ayudan, centran la atención en un momento concreto y, si son bien utilizados, pueden ser muy útiles para dar otra dimensión a la palabra dicha. La misma narradora puntualiza: cuanto más abstractos son los objetos (Telas, maderas, piedras, cucharas) mejor funcionan, fomentando la creatividad del que escucha como del que cuenta.

Poesía o cuento
Todos los narradores utilizan de una u otra forma la poesía y la rima en sus sesiones con bebés. La narradora Laura Escuela recomienda el uso de poemas cortos, con buen ritmo, de estructura repetitiva y una secuencia de acciones claras y, de ser posible, acompañarlo con un objeto. La gran mayoría concuerda en la importancia del componente musical y rítmico que se encuentra en la poesía, como elemento que captura la atención de los más pequeños.

Apoyo con libro
En cuanto al uso o no del libro hay divisiones. Como señala el colectivo de narración Légolas, cada historia tiene su puesta en escena, su manera de ser contada. Así, algunas piden libro, otras canto, otras poemas, otras objeto.
Hay narradores que no siempre utilizan el libro, especialmente cuando se cuentan las retahílas y juegos verbales populares. Prefieren que el cuerpo esté libre de ataduras utilizando, por ejemplo, manos y dedos para jugar con las palabras.

Otros, lo utilizan según se estructure la sesión pudiendo prescindir de él en algunos momentos de la misma. Coinciden aquí narradores que organizan la sesión con un hilo conductor que nace de una propuesta pensada no a partir de un cuento o un libro, sino de situaciones o momentos que rodean la vida de los más pequeños.

Finalmente están los que siempre utilizan el libro. Que cargan una mini batería de cuentos que escogen según las edades. Estos últimos recomiendan escoger buenos libros, con ilustraciones sencillas, de fuertes contrastes entre personajes y fondo, y con un tamaño que permita el contacto visual fácilmente.

Varias experiencias señalan que posterior a la sesión de cuentos generan un espacio donde los más pequeños se acercan por ellos mismos a tocar y manipular algunos libros. Sugieren aquí tener libros distintos y/o repetidos de los que se utilizan para contar ya que, como bien cuenta la experiencia, la relación de los niños y los libros es muy de tocar, chupar, morder y ojear torpemente ya que están en una etapa en la que aún no tienen control del cuerpo, por lo que los libros más queridos se estropearán con mayor rapidez.

 

Consideraciones a tener en cuenta a la hora de contar a bebés.

LA HISTORIA:
Todos los narradores estamos siempre buscando qué contamos y cómo lo contamos. Con bebés esto requiere una doble atención. Sobre esto la narradora Beatriz Aguado comenta que la elección dependerá de muchos factores. Ejemplifica que no es lo mismo contar en una escuela infantil donde los padres no están presentes, y en ellas sugiere evitar elegir historias que hablen de la relación padres-hijos a fin de evitar la tristeza de algún niño y posibles lágrimas que podrían provocar un efecto dominó con el resto; que hacer sesiones en que los niños están con sus padres. Y aquí sugiere fomentar el vínculo con cuentos en los que papás y niños interactúen.

Hay coincidencias en que las historias deben ser breves, claras, con pocos personajes, y donde los acontecimientos que se desarrollen sean cotidianos a la primera infancia. Y en combinar en las sesiones historias de animales, retahílas, canciones y poemas.

EL ESPACIO:
Un 70% de los encuestados señalan que el espacio requiere de una consideración especial y esto no siempre lo tienen en cuenta las escuelas infantiles. Sobre esto afirman:
-El espacio ha de ser cómodo, bien aireado, con buena acústica, que no sea de paso y en el que no vaya a haber interferencias acústicas. Que sea posible establecer contacto visual con cada niño y poder tocarles.
- Debe ser amplio para estar cómodos, pero también lo suficientemente íntimo para que se produzca la conexión en el grupo.
- Debe estar limpio y despejado de sillas y peligrosas esquinas.
-Aunque no todos lo señalan, quienes lo mencionan indican que los niños deben estar colocados de manera frontal al narrador y utilizar el semicírculo sólo en los casos en que sean pocos. Los niños sentados, en el suelo, en las sillitas o en las tronas.
- La luz: Muy pocas veces se tiene en cuenta el espacio creado por la luz, pero la diferencia es abismal entre tener la posibilidad de adecuar la luz a la sesión y tener unos fluorescentes hospitalarios.
- Si la sesión es al aire libre cuidar que los niños no reciban sol directo a medida que avanza la sesión (las zonas de sombras se desplazan).

LOS TIEMPOS:
Sobre el tiempo cronológico de una sesión sugieren los narradores de 20 a 40 minutos, mejor las mañanas que las tardes y, sobre todo, ni justo, ni antes, ni después de comer.

Sobre el tiempo orgánico, ese que nos marca el pulso de una sesión, hay un acuerdo generalizado de la importancia de respetar los tiempos y ritmos de los niños pequeños. Sobre ello Légolas señala la importancia de recordar que hasta hace muy pocos meses los niños que nos escuchan estaban en el útero materno con un tiempo y ritmo concreto. Eso ahora ya no está, tienen otro, la clave está en leer su tiempo y su ritmo y ponerse al servicio del mismo.

LA VOZ:
Sin duda la voz es un recurso fundamental para la narración oral. Cuando la ponemos al servicio de los más pequeños, el narrador Carlos Alba, sugiere utilizar muchos registros tonales y de volumen. Eugenia Manzanera invita a procurar no subir la voz a tonos muy agudos, algo que puede suceder de manera inconsciente; y Cristina Verbena apunta la importancia de estar tranquilos, no tener prisa y hablar un poco más lento de lo acostumbrado.
Ser verdaderos. En la medida en que somos auténticos y no intentamos impostar un personaje la voz será amorosa y suave, porque los propios niños lo despiertan en nosotros.

 

Qué cosas no hay que hacer a la hora de contar con menores de tres años.

Algo que la experiencia da es poder identificar aquellas cosas que no hay que hacer. Aquí unos tips a tener en cuenta.
- No subestimar al público.
- No pensar que como son bebés no se enteran, porque si lo hacen.
- No desconocer cómo funciona el cerebro de los bebés, sus ritmos y necesidades.
- No reunir en un mismo espacio niños de 1 y 3 años. Existen grandes diferencias.
- No mirar a los padres buscando su aprobación.
- No enfadarse si algún niño se mueve, o si se marcha, o si se queda pero no te mira. La escucha de los niños es distinta y a veces requiere movimientos. Y sobre todo: No reñirlos.
- No dejarse guiar por ideas de adultos sobre la poética de la primera infancia.
- No ser histriónicos ni falsos. Ser honestos, naturales.
- No esperar respuestas concretas. Estar abiertos a lo que pueda suceder.
- Nunca dejar de intentar que cada sesión sea una maravilla.

¿Es importante que se cuenten cuentos en las Escuelas Infantiles?

Tal como Marie Bonnafé afirma en su libro: Los libros, eso es buenos para los bebés; de manera unánime nosotros afirmamos: Escuchar cuentos, es buenos para los bebés.
Los cuentos son, por un lado, una positiva experiencia estética, cultural y comunitaria compartida con la comunidad educativa y/o con la familia.
Por otra parte, las sesiones de cuentos con bebés despiertan en ellos la escucha, la atención y la concentración, según comentan a muchos narradores las educadoras y los padres.
Los niños disfrutan con las sesiones de cuentos, se amplía su universo sonoro y descubren nuevas palabras que gozan repitiendo por el mero hecho de paladear el sonido. No sabemos si aprenden algo concreto, pero sabemos que disfrutan y establecen una asociación con la belleza, el disfrute y la palabra dicha.
Y es que, como señala el colectivo Légolas: Somos oralidad desde el vientre materno así que contar a bebés es tan necesario como contar a cualquiera. Necesitamos de las historias por muchos motivos. En el caso de los bebés el cuento forma parte de su aprendizaje sensorial, corporal y psicomotriz. El cuento forma parte del descubrimiento de este mundo

Reflexiones finales

Contar a bebés debe ser algo honesto y amoroso. El placer de hacer lo que hacemos es siempre palpable, audible y visible y cuando se trata de bebés las sutilezas que ellos perciben son mayores. Por eso la entrega de los narradores en una sesión de bebés es enorme.
Contar para bebés es importante. Y no sólo para los bebés sino para el adulto que le acompaña, sean educadores o padres. Serán estos los que, una vez que nos hemos marchado, pondrán en valor la oralidad, y tendrán la posibilidad de recuperarla y hacerla suya en el aula o en el hogar.

Bibliografía:
Les pedimos a los narradores que compartieran referencias de libros que hayan facilitado el camino. Aquí los datos bibliográficos:

Bonnafé, Marie, Los libros, eso es bueno para los bebés, Océano, Barcelona 2008.

Pelegrín, Ana, Cada cual atienda su juego, Anaya, Madrid 2008.

Ortiz, Estrella, Contar con la poesía, Palabras del Candil, Guadalajara 2014.

Corchete Sánchez, Teresa, Ronda de libros: una propuesta para acercar los libros a los bebés, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, Madrid 2000.
Disponible en: http://www.fundaciongsr.org/documentos/5867.pdf

Durán, Teresa, Leer antes de leer, Anaya, Madrid 2002.

Montero, Beatriz, Bebecuentos: los grandes olvidados, Revista CLIJ (Nº 246), Madrid 2012.

Torres, Evelyn, La palabra amorosa, Revista Baratarhl (Nº4), Bogotá 2005.

Carolina Barreira

Artículo originalmente publicado en el AEDO 7, "La narración oral en la Educación", enero de 2018

Este artículo se ha publicado en el Boletín n.º 72 (parte I) - Dar de leer: literatura sobre bebés