La narración como herramienta para la intervención sistémica en el proyecto PICS.

¿Qué es el proyecto PICS? Bueno, en resumen, es un proyecto en el que nosotros, los socios, hemos desarrollado un método que tiene como objetivo un cambio en el comportamiento de los jóvenes para poder establecer comunidades más resistentes, respetuosas y pacíficas. En este método hacemos uso de técnicas narrativas y lenguaje visual. Dicho de otra manera: PICS pretende cambiar el sistema a través de técnicas narrativas, con el apoyo del lenguaje visual. El siguiente ponente aclarará la parte del “lenguaje visual”: a mí me gustaría hablar sobre la narración: en general y particularmente a su uso dentro de este proyecto. Pero antes de hacer esto, me gustaría decir algo sobre “el
sistema” que aspiramos a cambiar.

En nuestra sociedad urbana, como en casi todas las sociedades urbanas en Europa, los jóvenes de diversos orígenes (religiosos, étnicos o culturales) conviven juntos. Y no olvidemos mencionar las diferencias económicas: los que tienen y los que no tienen. A este tipo de sociedad se le denomina sociedad heterogénea. Y sin querer sonar demasiado negativo, estas sociedades están en riesgo de conflicto.
Permítanme que me explique… No me refiero a conflicto como en las zonas de guerra, sino al conflicto que pone en peligro la paz de una sociedad como en la que vivimos hoy en día. No todos los conflictos ponen en peligro esta paz: el conflicto es parte de nuestra sociedad. Como antiguo estudiante de teatro, soy plenamente consciente de que mi vocación no existiría sin él, y me atrevo a decir incluso que la vida no existe sin conflicto, sea interno o externo. Pero el conflicto se convierte en un peligro cuando no sabemos manejarlo. O, como afirma Bart Brandsma en su publicación Inside Polarisation: "paz no es la ausencia de conflicto, es la manera en que afrontamos una serie de
conflictos de manera constructiva."

Por tanto, cuando digo que nuestra sociedad está en riesgo de conflicto, no me refiero a que el conflicto en sí sea el riesgo. Es la manera en que nos enfrentamos a él. A continuación me gustaría tratar un poco los peligros a los que se enfrenta la sociedad heterogénea, y después enfocarnos más en cómo la narración nos puede ayudar a lidiar con el conflicto de manera constructiva.

En las sociedades heterogéneas, los grupos están divididos por muros. Estos pueden ser muros físicos (he leído en algún lugar que tras la caída del Muro de Berlín, incluso más muros fueron levantados por todo el mundo), pero la mayoría son invisibles o mentales. Estos muros causan una forma típicamente humana de pensar, concretamente la de nosotros contra ellos, que está ligada a  un cierto comportamiento. En vez de dialogar entre nosotros, hablamos del otro. Creamos suposiciones y etiquetas para identificar al otro, pero haciendo esto solo reforzamos nuestra propia identidad. Este pensamiento de nosotros contra ellos tiene más que ver con nosotros mismos que con ellos. Y como explica el anteriormente citado Bart Brandsma: "muchas veces se trata de las similitudes en vez de nuestras diferencias, aunque nos centremos en estas últimas. Por decirlo de un modo más fuerte: tendemos a centrarnos en las diferencias entre nosotros y ellos porque la idea de que sean nuestros iguales nos es insoportable."

Me gustaría ilustrar este punto con un recuerdo personal.

Me encogí de vergüenza ajena cuando una señora israelí sentada a mi lado en un avión proclamó que todos los palestinos eran terroristas que buscaban el exterminio del pueblo judío.No creo que esa mujer israelí, que vivía en un asentamiento, rodeada por sus auto-proclamados enemigos, haya hablado realmente con un palestino. Probablemente no querría hacerlo porque, más allá del peligro del encuentro en sí, existe el peligro de que un intercambio de historias ponga en entredicho sus convicciones.

Además, nos enfrentamos aquí a un conflicto basado en las similitudes. No indagaré en los aspectos religiosos, en los que Isaac e Ismael, Jitshak e Ismail, comparten el mismo padre y la misma madre. El núcleo del conflicto es el hecho de que los dos grupos creen que tienen derechos sobre el mismo terreno. Los dos quieren vivir ahí. Los dos quieren poseerlo. Qué pasaría si admitieran que tienen un objetivo parecido, y comenzaran a pensar en compartir el territorio en vez de pelear entre ellos y acusarse de todo tipo de cosas basadas en identidades, estereotipos y diferencias percibidas.

Requiere valor salir de la trinchera y dejar de disparar, sea verbal o físicamente. También exige un cambio de comportamiento, lo que implica esforzarse. Y cuando el resultado de tal esfuerzo no siempre es inmediato o fácil de medir, nosotros, los humanos, en general preferimos no hacerlo.

Y es precisamente por esto por lo que hemos empezado el proyecto PICS: para animar a los jóvenes a salir de la trinchera y dejar a un lado las diferencias y posibles conflictos para conectar entre ellos a través de la narración, aprendiendo a lidiar con las diferencias y los conflictos de manera constructiva. No solo para beneficio individual, sino, a la larga, para el beneficio de la comunidad.

Al eliminar el riesgo de conflicto en el sentido que he descrito antes, las comunidades se volverán entornos más pacíficos, fuertes y seguros. Y como aseguran muchos estudios, la gente rinde mejor en entornos así.

Ahora me centraré en la aportación de las técnicas narrativas para establecer esto. Como ya he dicho, nuestro siguiente orador destacará el uso del lenguaje visual. Por favor, tengan en cuenta que nuestro método es una combinación de los dos y que uno refuerza al otro.
La narración consiste en compartir. Por eso muchas veces prefiero el término story-sharing cuando explico lo que hacemos. Se trata de compartir entre dos personas, el narrador y el oyente.

A veces hay más oyentes, podría llamarse público, pero eso no es importante para lo que quiero esclarecer. Lo que importa es que compartir historias tiene que ver totalmente con el otro. Me gustaría citar a Limor Shiponi, narrador y conductor de orquesta: "Contar cuentos es una actividad de comunicación oral dinámica en las que las ideas son distribuidas a un grupo por un mensajero que es capaz de combinar texto, voz, y movimiento para recrear una historia en la imaginación de sus oyentes. Ese es el único lugar en el que existe la
historia."

Un buen narrador, y con esto me refiero a cualquier ser humano con la capacidad de hablar y escuchar, siempre es consciente de la resonancia de su historia en la mente del otro. Un buen narrador no está diciendo un monólogo. ¡No! Comparte sus valores, percepciones y emociones con el otro, y percibe la reacción del oyente.

Una buena historia es un viaje que nos lleva por fuerzas de oposición y apoyo. Un viaje que contiene información personal, emocional y universal. Información auténtica y verdadera, muchas veces expresando la vulnerabilidad del narrador.

Espera, os oigo pensar. ¿Historias auténticas y verdaderas? ¿Todavía existen? ¿No está todo el mundo demasiado ocupado mostrando su mejor versión al mundo? ¿No es más importante nuestra reputación o imagen que cómo somos realmente? ¿No es más importante convencer al otro que compartir nuestra vulnerabilidad?

Probablemente llevéis razón, pero me niego a creer que un compartir sincero y real es algo del pasado. De todas maneras, no hablaba de una historia, hablaba de una buena historia. Además de eso me gustaría añadir: una buena historia oral, porque estoy convencido de que hay una gran diferencia entre compartir información de manera digital y cara a cara. En esta última podemos sentirnos, olernos y tocarnos. “Tocar” puede sonar extraño cuando hablamos de narración, pero sed conscientes de que a veces tocar vale más que mil palabras. ¡Leed el reciente libro del psiquiatra flamenco Dirk de Wachter, The Art of Being Unhappy! Al final todo se reduce a la empatía, y esto es exactamente lo que puede evocar una buena historia.

El narrador lleva al oyente por un viaje, y como los dos se encuentran juntos en este viaje, es muy probable que encuentren puntos en común. Y con puntos en común me refiero a algo que conecte al narrador y al oyente emocionalmente. Es poco común que esto ocurra porque los dos hayan vivido exactamente “lo mismo”.

Normalmente la historia lleva al oyente de vuelta a sus propios recuerdos. Por poner un ejemplo: alguien compartió conmigo una conmovedora historia sobre la muerte de su abuelo. Aunque no le conocía, escuchar su historia me llevó al momento en que mi propio abuelo nos dejó. Y aunque nosotros, la narradora y el oyente, pensáramos en personas distintas, nos sentíamos conectados, porque reconocíamos la sensación de perder a alguien cercano. Ocurre lo mismo con los momentos de alegría y felicidad. De seguro, cuando se trata de sentimientos, hay muchas más similitudes que nos conectan que diferencias que nos dividen.

Si todavía no estáis convencidos, me gustaría compartir un ejemplo impactante con vosotros: los grupos de padres de la organización palestina/israelí Crack in the Wall. Esta organización reúne a aquellos que han perdido seres queridos en el conflicto. Me preguntaba por qué alguien querría unirse a un grupo así. “Ah, eso es fácil”, me contestó la organización. “Vienen porque quieren gritarse entre ellos: ¡mataste a mi hija, mataste a mi hijo! Y así sucesivamente. Pero después de un tiempo se encuentran en el dolor compartido. Y aunque suene increíble, a veces incluso surgen amistades de aquí. Cuando encuentras a otros que han pasado por las mismas emociones, en este caso de pérdida, da igual que tengas un origen palestino o israelí.”

Crack in the Wall ha cambiado el sistema. Ha hecho que la gente deje sus trincheras y empiece a buscar conexiones en vez de permanecer al otro lado del muro imaginario. Empatía es una palabra mágica.

Si es así de fácil, ¿por qué no es la norma en vez de la excepción? Bueno, como ya he dicho, nosotros los seres humanos en general preferimos el camino más fácil. Además, requiere valor abrirse delante de un desconocido y compartir algo tan íntimo como tu propia historia.
Digamos, entonces, que la mayoría necesitamos algo de ayuda para compartir, especialmente con desconocidos o con aquellos que pertenecen a otro grupo dentro de la comunidad. Por eso hemos desarrollado nuestro método PICS, para animar a la gente a compartir sus historias, y alguna otra más.

Si aún me quedara tiempo, me gustaría familiarizaros con las diferentes fases de un taller de narración, desde las actividades de trabajo en equipo y el desencadenamiento de la creatividad, hasta la concienciación. Pero ya que no tenemos tiempo para eso, os remito al manual que pronto aparecerá publicado en nuestra página web. El tiempo sí me permite hacer énfasis en la importancia de un entorno seguro. Un grupo sin confianza ilimitada en el otro no podrá compartir a un nivel profundo, de igual a igual. Creedme, he vivido la experiencia de trabajar con un grupo en el que la confianza mutua era inexistente, y preferiría casarme con un elefante antes que sufrirlo otra vez. La confianza mutua es necesaria para un taller exitoso. Las actividades de trabajo en equipo deberían ser, por tanto, parte de todos los talleres y no solo al principio, también entre actividades que puedan exigir emocionalmente a los participantes, para poder pasarlo bien y relajarse un rato.

Cuando nos centramos solamente en las partes narrativas de un taller, podemos distinguir dos tipos de actividades: las de desencadenamiento, y las de creación, normalmente en ese orden. El desencadenamiento puede considerarse el primer paso para compartir, que lleva al territorio común. Todavía no estamos trabajando con historias estructuradas: nos limitamos a desencadenar recuerdos.

Muchas veces, ya en esta fase las emociones fuertes, desde la máxima felicidad hasta la más profunda tristeza y todo lo que haya entremedias, se comparten y se empieza a construir la empatía. A veces, este paso ya es suficiente para conectar de verdad a los miembros del grupo. Es entonces cuando cruzamos el umbral y reunimos el valor para compartir y experimentar la maravillosa sensación de ser escuchados, cuando ya sienten que han aprendido algo sobre el otro. En consecuencia, la dinámica de grupo mejora, y el nosotros contra ellos se convierte en nosotros. 

En uno de nuestros talleres PICS establecimos esto usando fotos de los móviles de los propios participantes. Pedimos que buscaran alguna foto que significara mucho para ellos. A continuación les invitamos a mostrársela al resto del grupo y a compartir el recuerdo que hubiera desencadenado.
El efecto de esto fue muy significativo. Los jóvenes empezaron a compartir información que probablemente no hubieran compartido en una conversación normal con un casi “desconocido”. Sin embargo, nadie juzgó, y por tanto nadie fue juzgado. Tras haber compartido los recuerdos, los jóvenes participantes no se podían creer lo que les acababa de pasar, el regalo que habían recibido de sus compañeros. Y solo por informaros: este era, en todos sus aspectos, un grupo heterogéneo de jóvenes: distintos orígenes culturales, géneros, preferencias sexuales, e incluso distintas capacidades. Ninguna de estas diferencias importaba ya: aquella noche eran un grupo de iguales. Y estoy seguro de que tras participar en el taller han hecho por convertirse en una comunidad más respetuosa, fuerte y resistente.

Cuando cualquier taller con límite de tiempo es así de exitoso, te sientes satisfecho. Pero es más satisfactorio aún cuando se te ofrece tiempo para profundizar en este resultado, creando y trabajando en las historias de los participantes: cuando tienen tiempo para realmente trabajar sobre sus historias durante un par de horas o incluso un par de días. Este trabajo requiere algo más de información sobre el arte de la narración y la imaginería, sobre la estructura narrativa o el camino del héroe al que me referí antes. Recomiendo tomar nota de esta estructura narrativa si queréis trabajar con la narración.

Crear y trabajar una historia lleva a mucha más profundidad que solamente compartir recuerdos. La historia se convierte en un amigo que camina a tu lado de cuando en cuando. Un amigo que a veces es mentor, pero que puede ser espejo también. Trabajar en una historia durante más tiempo lleva a la auto-reflexión, y compartir el resultado final trae orgullo y confianza en ti mismo, además de la aprobación de los oyentes, que perciben por lo que ha pasado el narrador para elaborar esta historia.

Respetarán el esfuerzo y estarán preparados para escuchar cada palabra de la historia. Así, el viaje del narrador se convierte de manera fácil y real en la historia de todo el grupo. El sentimiento de nosotros contra ellos o yo contra el otro desaparecerá y será reemplazado, simplemente, por nosotros. El sistema ha sido cambiado, y la base para el cambio de comportamiento ha sido construido. Yo junto con, afortunadamente, muchos otros, estoy convencido de que esta base puede llevar y llevará a un impacto sostenible, beneficioso para toda la comunidad.
No hace falta decir que este proceso necesita facilidades y a veces ser redirigido. Los métodos como PICS son muy útiles en proporcionar talleres de narración aplicada, con el objetivo de conectar personas y contribuir a comunidades más pacíficas y resistentes. Gracias al programa Erasmus+ de la UE hemos podido probar este método y comprobar su eficacia. El siguiente paso es convencer a más gente del beneficio de usar nuestro método como herramienta de intervención sistémica. Requiere valor, pero tenemos suficientes buenos ejemplos para animar a muchos otros a cruzar el umbral, para comenzar a compartir y realmente conocer al otro.

 

Arjen Barel

 

Este artículo se publicó en el Boletín n.º 85- Compartir historias, conectar comunidades