Comencé mis primeros escarceos con la narración siendo maestra allá por los años 1980. Teníamos en el colegio todos los miércoles lo que llamábamos taller de narración. Un padre de un alumno, de profesión carpintero, nos hizo unas estanterías para el aula y cada uno traía los libros que tenía en casa. Así creamos nuestra biblioteca de aula. Leíamos y contábamos cuentos tradicionales a los que después, con la ayuda de Gianni Rodari y su libro Gramática de la fantasía, les añadíamos algún elemento nuevo y creábamos nuestros propios cuentos. Así surgieron “Caperucita en helicóptero”, “historias de antónimos”, entre otros. Les daba un título y los alumnos tenían que inventar una historia y contarla. También les entregaba párrafos vacíos que tenían que rellenar, historias a las que tenían que darle un final, y otras muchas que fotocopiábamos con la famosa imprenta de gelatina para tener todos las copias y nuestro propio libro de historias. También llevaba a mis alumnos a las bibliotecas públicas a escuchar cuentacuentos.
Recuerdo mi primer encuentro después de muchos años con mis alumnos de Getafe, que traían todos nuestro cuaderno de historias. Aquello me emocionó, yo que había llegado a la profesión de maestra un poco por casualidad (había estudiado Psicología pero me preparé las oposiciones de maestra con la intención de trabajar después como psicóloga), abandoné esa idea porque descubrí mi vocación: ser maestra.
Empecé a asistir a los cursos de verano de Acción Educativa, con Federico Martín, uno de mis maestros en inventar y contar historias. Participé en un curso de bibliotecas escolares en las Navas del Marqués, donde también aprendíamos estrategias de animación a la lectura. Siempre, en todos los colegios donde trabajé, teníamos un día dedicado al taller de narración y a contar historias, a escenificar los cuentos tradicionales, a crear nuestras propias historias, a jugar con las palabras porque las palabras cobran vida y se transforman en cuentos, historias que expresan lo que sentimos, nuestros sueños. Aprendíamos a expresarnos, a trabajar en equipo, a romper nuestros miedos, nuestras inseguridades, a amar los libros, a contar, a narrar. Uno de mis alumnos es escritor.
Ahora estoy ¿jubilada? en Oussouye, un pueblecito de la Casamance, en Senegal. Llegué de turista para terminar colaborando con la Biblioteca Municipal, una propuesta del alcalde a través de la Asociación Kasumay.
Y hasta aquí llegamos un mes de agosto Ana Cristina Herreros y yo para empezar con esta colaboración. Y Ana tuvo la idea de recoger sus cuentos tradicionales y editar un libro. Así surgió El dragón que se comió el sol y otros cuentos de la Baja Casamance, libro que escribió Ana Cristina Herreros e ilustró Daniel Tornero con los niños en la biblioteca. Con la venta de este libro se financia un curso de alfabetización de mujeres. Este es el quinto año y participan 17 mujeres.
Antonio Guerra, profesor del colegio "Los Naveros", de Vejer de la Frontera, Cádiz, y yo, desde la Biblioteca de Oussouye, hicimos una lectura del libro de El dragón que se comió el sol y otros cuentos de la Baja Casamance, con alumnos de Infantil y Primaria del colegio "Eduard Diatta" de Oussouyey, el colegio "Sado Breña" en Conil y los pusimos en contacto a través de Skype para que intercambiaran sus opiniones sobre el cuento y se conocieran.
Otro proyecto en el que participo actualmente es “Lee con África”. Se han traducido al francés siete de los cuentos de El dragón que se comió el sol y otros cuentos de la Baja Casamance y La editorial Libros de las Malas Compañías ha hecho una edición en francés y otra en español, Yimulimuli y el Dragón y otros cuentos maravillosos de Senegal, con la idea de poner en contacto a los chicos y chicas de España con los de Senegal para que lean los cuentos y puedan hablar entre ellos. Aparte de que las personas que compren el libro en español en realidad compran dos porque daríamos un libro gratis en francés a los colegios y bibliotecas aquí, en Senegal.
La Biblioteca Teba Diatta de Oussouye ha participdo en el I Concurso de Cuentos del Viento, Vejer, Senegal, en noviembre del 2020, organizado por Sandra Cerezo y Radio el Palmar. Han participado algunos chicos y chicas de los colegios de Oussouye que han escrito un cuento y las ganadoras han grabado el cuento en francés y diola para Radio el Palmar. Ha sido muy interesante, algunos cuentos han sido adaptados de otros cuentos de su tradición oral y, de esta manera, se han podido recuperar, porque se está perdiendo esa costumbre de contar cuentos alrededor del fuego a causa de la televisión, y me parece que con este tipo de proyectos se están recuperando no sólo los cuentos si no también la costumbre de contarlos en grupo, como antaño.
A raíz de este concurso, la Biblioteca de Oussouye lanzó el I concurso de cuentos tradicionales. Participaron unos 35 escolares y alrededor del mango de la biblioteca contaron estos cuentos y fue una tarde inolvidable.
Desde el año 2015 organizo y participo, junto con el Ayuntamiento de Valencia de Alcántara, en el proyecto “Patios Contados”, un proyecto de contar y recitar y animar a leer a través de los cuentos y la poesía en los patios del pueblo, una idea de mi hermana Toni. Durante los fines de semana del mes de junio, en algunos patios del pueblo cedidos por los vecinos y también en patios de las instituciones, recitamos poemas y contamos historias. Participan tanto vecinos del pueblo como poetas y narradores Nuestra asidua a este proyecto es Ana Griott, que todos los años nos trae lo mejor de sí misma. Este proyecto se ha consolidado y se celebra todos los años, con excepción del 2020, a causa de la pandemia provocada por la Covid19. En el año 2019 recibimos el premio San Pedro de Alcántara a la innovación local por favorecer la cultura a través de proyectos de participación de fomento a la lectura.
Y para continuar, el próximo proyecto que ha surgido a raíz de I concurso de cuentos del Viento y “Lee con África” es el nuevo proyecto que estamos preparando: "Narrar los cuentos de Yimulimuli y el dragón y los cuentos escritos por los escolares en la Radio de Oussouye.
Como me dijo una compañera y amiga entrañable, cuando le hablaba de mis proyectos: "¿Pa qué me he jubilao? Pa hacer todo por amor al arte".
Oussouye
Este artículo pertenece al Boletín n.º 89 – Por amor al arte