Cuando un cuento sale de los labios de un contador flota, vuela, recorre el aire, los sueños y se posa en los corazones de los demás de muchas formas, con muchas formas, con muchas imágenes. Pero cuando un cuento sale del lápiz de un ilustrador se queda en el papel, atrapado como una mariposilla de colección con un alfiler. Y las imágenes y los sueños casi siempre coinciden y se funden en unas líneas que ni él mismo autor es capaz de adivinar.

Y así fue mi experiencia con Moni Pérez, una joven e impresionante ilustradora con la que, durante cuatro sesiones, compartimos palabras y formas, colores y emociones. Las palabras salían de mis labios y se fijaban en sus rotuladores tomando un cuerpo que se grababa en las retinas del público con una fuerza que nunca antes había conocido.

Mi ogro era el ogro que Moni dibujaba.

Mi elefante era el suyo.

Mis palabras, mis cuentos estaban atrapados en el papel con su imaginación.

Y quedaban para siempre.

Bonita experiencia.

Rafael Ordóñez
escritor, poeta, dramaturgo y narrador oral