Un grito mal dado

Hace unos días hablaba con una colega que me comentaba lo mal que lo había pasado hace un tiempo, al quedar completamente muda.  La razón: “un grito mal dado” 

Muchos de nosotros, en el entusiasmo de la narración, emitimos sonidos, gritos, onomatopeyas... para los que nuestro aparato fonador no está preparado.

Y no solo nos referimos al calentamiento previo, sino a un conocimiento real de la capacidad de nuestras cuerdas vocales y de nuestra capacidad de inhalación y exhalación de aire (un ejercicio sencillo consiste en grabarnos emitiendo gritos con las diferentes vocales y combinaciones diversas de consonantes, para detectar con cuál trabajamos mas cómodos).

Un buen ejercicio, para los que somos de narrar cuentos con monstruos, brujas, ogros o cualquier otro personaje que implique un sobresfuerzo es el siguiente:

 

Un ejercicio*: apagando velas

De pie, sentado o andando, manteniendo la longitud y siempre con el cuello liberado, se expulsa una bocanada de aire y de forma inmediata se inspira y se vuelve a expulsar, varias veces.

Todo esto sin alzar los hombros y apoyando la respiración en el diafragma.

¿Para que? Generalmente solemos emitir gritos o gruñidos fuertes con el mismo aire de la frase que venimos diciendo, con el consiguiente daño a nuestras cuerdas que se ven forzadas a mantener un sonido sin oxígeno suficiente.

Una rápida inspiración supletoria en medio de la frase nos permitirá emitir el grito sin daños.

Una manera de entrenar nuestro aparato respiratorio a éstas inhalaciones extras sería imaginar que se está apagando velas.

Sitúa las velas, imaginariamente, en distintos sitios y distintas distancias.

Al espirar el soplo de aire para apagar la vela asegúrate de que estas apuntando exactamente hacia esa dirección.

No hay que adelantar la cabeza, hay que mantener en línea la relación cabeza-cuello-espalda, incluso si tienes que girar para apagar esa vela.

La espiración será un soplo fuerte y, seguramente, sientas el impulso de echar hacia abajo la parte anterior al tórax, para evitar eso hay que dirigir el aire, como decíamos anteriormente, pero imaginando que comienza desde el pubis, dirigiéndose hacia arriba y por detrás de nuestra columna hasta llegar a la boca.

Si dedicas diez minutos cada día a éste ejercicio, serás capaz de expulsar tantas bocanadas de aire como quieras y con gran rapidez, inspirando una vez por cada bocanada.

Pero hay que tener en cuenta un par de cosas:

  • Tragar aire ya que acumularías demasiado aire en tus pulmones.
  • Liberar correctamente el aire entre cada respiración.

Si liberamos completamente entre cada bocanada de aire, respiraremos, la cantidad exacta para mantener nuestro ciclo respiratorio sin alteraciones.

Otro ejercicio** 

En una entrevista en la revista Muy Interesante, Michael McCallion decía que: “cada emoción tiene su voz y además posee su propia pauta de respiración, ya que existen muchas maneras distintas de respirar. Ésta es la energía básica para hablar. Luego cada sílaba es una unidad en la que se usan unos músculos determinados.”

Conocer como respiramos y los músculos de nuestro cuerpo involucrados es un gran paso para una voz saludable.

El grito tiene normalmente una carga emotiva justificada - dolor, preocupación, miedo, enfado, sorpresa, alegría- y esa emoción puede tomar el control y producir tensiones perjudiciales.

Por eso es muy importante, el ensayo y conocimiento de éste tipo de situaciones, en medio de una narración, para obtener un rendimiento óptimo, sin consecuencias negativas en nuestra voz.

Ejercicios para gritar:

  • Luego de calentar la voz, comenzaremos a hablar fuerte, en un volumen alto, pero sin gritar. Hay que prestar atención y no dejar escapar gran cantidad de aire sin que éste haya resonado. Utiliza una secuencia de vocales que trasmitan alguna idea, imagina que es un gigante que habla solo con ciertas letras.
  • Luego de tener definida la secuencia sonora, vamos a empezar a darle motivaciones para cambiar de registros. Por ejemplo el encuentro con algo que agrada mucho al gigante, alegría, sorpresa… Poco a poco esa alegría crece, se multiplica, hasta convertirse en fiesta, jolgorio. Tiene que ser la voz, la que exprese estas emociones.
  • En una primera etapa, llegado a este punto, pasas de la secuencia de vocales, a palabras. Frases cortas, y si notas que alguna palabra tiene dificultad, por los sonidos que implica, toma nota de ello para ejercitar esa combinación de sílabas.
  • Cuando has realizado este ejercicio algunas veces y conoces tus aciertos y debilidades, antes de pasar a las palabras, harás un cambio de dirección en las emociones. Luego de la alegría, el jolgorio, introduce un elemento que distorsione, una sorpresa desagradable, una acción inesperada que genere enojo, discusión, rabia. Todo esto con vocales, la emoción trasmitida solo con la voz. Y luego, pasas al punto anterior.

Hay que mantener la observación a medida que el impulso y la voz van aumentando y cuando vayas conociendo toda la gama sonora de la que eres capaz, podrás ir agregando todos los conflictos emotivos que se te ocurran, siempre con sonidos, buscando las combinaciones de vocales donde estés mas cómodo y agregando consonantes cuando sientas que ya controlas.

 

*Este es un ejercicio que está dentro de una serie de prácticas más extensas, ayuda a conocer nuestra capacidad y control del aire que utilizamos, en ningún caso se debe tomar como una terapia de sanación.

**Taller práctico realizado con la Doctora en Fonoaudiología, Sara Dufau en la EMAD