Mi vida profesional se caracteriza por el hecho de tener casi siempre un pie en la práctica y otro en la teoría, en la reflexión de la praxis, cosa que siempre realicé compaginando la acción con las publicaciones.  

A modo de prefacio

Di los primeros pasos como maestra al calor de Rosa Sensat, un colectivo de maestros que empezó a trabajar por la renovación pedagógica en Cataluña, por allá de los años 60. Hacia los últimos 80, contribuí al nacimiento de una revista dirigida a profesionales que se ocupan de educar de 0 a 6 años. 

Al fundar ANIN (Asociación de Narradores i Narradors) junto a Martha Escudero y Cèlia Millán, hacia los últimos 90, encontré natural poner en marcha un boletín para los socios de ANIN, publicación que bautizamos con el nombre de Revista N y queríamos que contribuyera a la reflexión de un oficio del que bien poco sabíamos quienes empezábamos a practicarlo. 

Con este bagaje por bandolera, no es de extrañar que en 2005 me metiera de nuevo en la aventura de crear una revista dedicada a la narración, al cuento y a los narradores, esta vez desde Tantàgora, una asociación que fundé junto a otras dos personas y que por aquel entonces llevaba ya 10 años de andadura en el mundo de la literatura mi propio bagaje en el campo de la narración de viva voz nos permitía iniciar la aventura con cierto conocimiento de causa. El nombre de la publicación sería el mismo que el de la asociación, qué duba cabía, pero con el acento en otra dirección. No dudamos sería en lengua castellana, que nos permitía llegar a más personas.

Y así, a lo largo de 7 años esta publicación mantuvo puntualmente su cita en primavera y en otoño con lectores y subscriptores. Una aventura intelectual fruto del esfuerzo de un consejo de redacción formado desde sus inicios por personas como Alexander Hernández, Ana Padovani, Ana G, Castellano, Ernesto R. Abad, Paula Carballeira, María Molina y José Ignacio Pérez, además de Martha Escudero y yo misma que asumimos la subdirección y la dirección respectivamente.

Con algunas bajas humanas y también nuevas incorporaciones, a lo largo de este dilatado período, el consejo y la dirección de la revista invitamos a personas de reconocido prestigio a escribir, dando a conocer a suscriptores y lectores, reflexiones, buenas prácticas, textos narrativos, acercándonos con conocimiento de causa al estado de la narración oral, de los narradores y de la materia contable, y no tan sólo en los países de habla hispana. El formato en papel nos permitió enriquecer los textos con ilustraciones de diversos artistas plásticos que iluminaron las páginas de la revista. Nos esforzamos también por organizar todo este material en una maqueta digna de contener tanto arte escrito y plástico.

Al llegar el año 2013, la Revista Tantágora se dió un período de reflexión para repensarse y adecuarse a los nuevos tiempos. 

A modo de balance 

Siete años publicando la revista Tantágora significa que durante 14 números hemos dado a conocer un montón de artículos de fondo, un gran número de cuentos populares y de autor, una buena cosecha de entrevistas, una selecta bibliografía reseñada, y otras más cosas.

Páginas y más páginas. Y si de algunas me siento especialmente orgullosa, son las dedicadas a dos personas que ya no están entre nosotros y que, desde mi punto de vista, tuvieron un papel clave en el terreno de la narración de viva voz. 

Uno es Julio Camarena que con su infatigable labor nos libró una inmensa obra científica construida (como nos recuerda José Manuel Pedrosa) siempre al margen o en la periferia de las instituciones académicas de España, con una enorme actitud de compromiso personal con la sociedad. Gracias a sus estudios podemos, quienes disfrutamos leyendo y contando, conocer las raíces de muchos de los cuentos populares de nuestras tierras y transmitirlos, si este es nuestro deseo, con conocimiento.

La otra gran figura es Ana Pelegrín quien con gran sensibilidad supo contarnos la importancia de la escucha, la extrema fragilidad del arte de contar, y que supo, pudo y quiso sacar de la desmemoria relatos y piezas de la tradición oral que dormían en los libros o en los almacenes de nuestros mayores. Sus libros sobre estas y otras cuestiones son hoy difíciles de encontrar, y constituyen una verdadera joya para quienes los poseen en sus bibliotecas (públicas o privadas): son obras enormemente necesarias de leer (o releer).

Detenerse en estas dos figuras no significa olvidar o menospreciar la multitud de autores, narradores, entrevistadores, reseñadores que con tanta generosidad aceptaron colaborar con nosotros. Todo lo contrario. Detenerse en ellos dos me lleva a preguntarme:¿Quién sabe si nuestra contribución en la dignificación, mejora e innovación de la función narrativa hoy, la de la revista Tantágora,  consiste –entre otras cosas- en difundir la herencia cultural e intelectual de quienes ya no están? 

¿Y ahora, qué?

Pues ahora, ya en 2014, la revista inicia su segunda época y lo hace en formato digital, cambio al que se unen otros más. Como era de esperar, la revista mantiene su nombre, Tantágora; pero, teniendo en cuenta que las artes de la narración de viva voz han experimentado una gran expansión y que el estudio del folklore y la etnopoética se ha actualizado enormemente, la publicación cambia su subtítulo, que ahora pasa a ser Revista de literatura oral. Los nuevos retos de esta rama de estudio y de arte, así como las buenas prácticas que se llevan a cabo en muchos lugares, deben ser tratados y afrontados con nuevas e innovadoras respuestas y reflexiones. 

El equipo de redacción se amplía. Continúan  Alexander Hernández, Ana Padovani, Ana G, Castellano, Ernesto R. Abad, Cucha del Águila y José Ignacio Pérez, y se unen a la aventura Luis Arizaleta, Emili Samper, Carme Muñoz, Rubén Martínez. Yo misma sigo como directora de la publicación e Irene Valverde como ayudante.

A las secciones de siempre se le ha añadido la de "Buenas prácticas". Como lo hizo durante siete años consecutivos, la publicación cuenta y seguirá contando con las aportaciones de personas cuyo saber y conocimiento en el campo de la literatura oral y sus relaciones con las demás artes es enormemente interesante y digno de mención. Nos mantenemos fieles a la presencia de la ilustración, pero no renunciamos a dar cabida a otras manifestaciones artísticas como por ejemplo las audiovisuales, una forma de registro capaz de transmitir mucho de lo que contiene la narración y la etnopoética.

Al ser una publicación digital, la aparición de nuevos contenidos de la revista se irá anunciando a través de las redes sociales y de un boletín al que se podrán subscribir todos cuantos así lo deseen. El acceso a Tantágora es, a partir de ahora, libre. 

Esperamos que, tal como nos propusimos al inicio del 2013, este tiempo de reflexión haya servido para demostrar una vez más nuestro compromiso de seguir trabajando y tomarle el pulso al vasto campo de la literatura,  territorio al que pertenece el arte de la palabra viva. Nos gustaría seguir contando con todos vosotros, lectores, para llevar seguir llevando a cabo este reto. Y, cómo no, nos gustaría contar con vuestras colaboraciones escritas o en cualquier otro formato.

Nos encontrareis aquí http://revistatantagora.net/

Roser Ros