El presente artículo es una reflexión sin conclusión, una pregunta abierta que nace por compartir dos profesiones; la de narrador oral y la de payaso.

En el número monográfico El Aedo #3sobre itinerarios de formación de los narradores orales en España se observó un dato curioso que suscita esta breve disertación. Uno de los talleres de formación que más narradores han hecho no es precisamente de narración, sino de clown. Entonces surge una pregunta: ¿qué tienen en común la práctica del payaso y la cuentería?

Esta pregunta me la había hecho con anterioridad, pero hasta ahora no la había plasmado por escrito. Soy narrador oral, pero casi toda mi formación ha sido en el ámbito del clown. Y dicha formación me ha resultado de gran ayuda para desempeñar la profesión de narrador.

Existen varios puntos en la técnica interpretativa que acerca estas dos disciplinas mucho más de lo que pueda parecer a primera vista. Son puntos que se relacionan entre sí y que hacen todos referencia a una forma de trabajar.

  • Ausencia de la cuarta pared

Uno de los paralelismos más obvios es el hecho de que el payaso trabaja sin la teatral cuarta pared. Interpela al público directamente y busca su aprobación directamente, insistentemente. Entrenar esta capacidad de comunicación directa y de establecer un vínculo sólido con el público es una herramienta de gran utilidad para el narrador.

  • Permeabilidad a todo lo que se recibe del público

Las emociones del payaso emanan del efecto que tienen sus acciones en el público. Un buen payaso modifica su actuación de manera sincera según el público ríe o no, y es capaz de cambiar una rutina sobre la marcha cuando encuentra algo que funciona (o no). El buen narrador debería trabajar de manera similar, modificando su ritmo, su intención e incluso sus palabras para sintonizar con el estado de ánimo de su audiencia.

  • Sinceridad

En los cursos de clown se habla mucho de la importancia de ser uno mismo, de ser un payaso, no actuar como un payaso. Este punto, complicado de alcanzar, es vital para que las acciones, errores y triunfos del payaso sean sinceros y tengan una base en la experiencia personal. Un narrador debería trabajar también con esa actitud, viviendo el cuento como algo personal y narrando con voz propia, no buscando imitar modelos sino intentando encontrar la forma que corresponde a su particularidad.

  • Actitud

El payaso debe creer lo que hace. Se considera a sí mismo el mejor y más capacitado. Ya sea para cocinar un pastel o para escalar el Everest, un payaso emprende su misión con fe ciega en sus posibilidades. En el camino suele encontrar mil obstáculos, muchos de los cuales son consecuencia de su propia torpeza, pero finalmente los supera. Y esto es gracias a su convencimiento en sus capacidades. El narrador debe enfrentarse a sus historias con esa misma actitud, convencido de que no hay nadie mejor que él para contar ese relato y que todas las palabras escogidas para la narración son las adecuadas y exactas para dicha historia.

Conclusión (vaya, dije que no iba a haber tal cosa)

Los puntos anteriormente expuestos son mi percepción de los paralelismos entre estas dos disciplinas, fruto de mi trabajo y la reflexión sobre el mismo. Curiosamente ninguno hace referencia a la búsqueda del humor. Sea cual sea el enfoque con el que se trabaje, o cómo se aborde la narración oral, creo que ésta es un arte escénica y como tal el trabajo del narrador debe ser limpio, preciso y cuidado. Cualquier herramienta teatral (sea del clown u otra) que sirva para mejorar la narración debe ser bienvenida en la formación del contador.

narrador oral y payaso