Nacidas de los volcanes, bañadas por el Atlántico y sacudidas por los Alisios, cerca de la costa africana, entre el Sahara y Marruecos, allí se sitúan las Islas Canarias. Y allí en las islas, también se cuentan cuentos, y muchos.
Yo vivo en Gran Canaria y me dedico a narrar, muchas de las personas que nos dedicamos a narrar cuentos aquí en la isla nos hemos ido encontrando y coincidiendo en sesiones de narración, talleres, bibliotecas, festivales… La isla es pequeña y tarde o temprano los narradores y narradoras terminamos conociéndonos y nos encontramos muy a menudo.
La mayoría sabemos que los Viernes por la tarde, a eso de las seis, se reúnen en la biblioteca de Arucas un grupo de narradores que se llama “Los Labrantes de la palabra” y que es coordinado por Antonio López. A esas reuniones cualquier persona puede ir a escuchar y a ver cómo se van trabajando cuentos, como van tomando forma, a veces el que viene de fuera también cuenta un cuento si le apetece, los labrantes son también grandes “escuchadores”.
A muchos nos encanta ir a escuchar o a contar algo a los labrantes. Esa idea de reunión de amantes de los cuentos para contarnos y escucharnos los unos a los otros ha calado hondo, gracias en gran parte al ejemplo este grupo de narradores y también a que la sola idea de reunirnos y contarnos resulta muy motivadora.
Hace unos tres años organizamos un encuentro en el Café D´espacio al que llamamos “Cuentos Compartidos” con la intención de reunir por una noche a todos los narradores de la isla, para escucharnos, para contar, para disfrutarnos y vernos. La intención no era otra que todo el que quisiera contase un cuento y pasar todos, de este modo, un rato compartiendo historias.
Esa noche estuvimos contando unos veinte narradores, incluso algún espontáneo se atrevió a contar cuentos por primera vez. Después de contar estuvimos hablando sobre el arte de la narración y la situación de este arte en nuestra isla.
Ese día decidimos empezar a reunirnos una vez al mes coincidiendo con la luna llena en una sala que nos cedía a la Biblioteca Insular. Con el tiempo ampliamos las reuniones a la luna nueva. Y así, como quien no quiere la cosa, llevamos reuniéndonos unos tres años. Cuando toca luna llena nos reunimos en la biblioteca, y cuando toca luna nueva nos reunimos en el salón del cuentero o cuentera que se ofrezca y acompañamos los cuentos con vino y otros deliciosos manjares.
Normalmente somos unos diez narradores los que asistimos de manera habitual, casi todos somos narradores de Las Palmas capital, pero por las reuniones pasa mucha gente, otros narradores de la isla y de las islas vecinas, curiosos, amigos y amantes del cuento.
Algunos dedicamos gran parte de nuestro tiempo a los cuentos y queremos dedicarnos a narrar profesionalmente, otros, teniendo ya su profesión, simplemente quieren dedicarse a contar porque aman este mundo y este arte.
Lo que está claro es que estas noches de luna llena y sin luna son para contarnos los unos a los otros. Nadie coordina ni dirige, todo el mundo es libre de contar como quiera contar y después recibe el feedback de los demás: opinamos, escuchamos, comentamos, dialogamos.
Al poco tiempo, y casi sin proponérnoslo, las reuniones empezaron a dar frutos: algunos narradores ya teníamos sesiones completas pero en este espacio podíamos probar y ensayar cuentos nuevos: otros no tenían repertorio suficiente para ofrecer una sesión con una sola voz, pero al unir cuentos y voces se han ido creando sesiones conjuntas; también se han creado sesiones comunes nacidas simplemente de la ilusión de hacer algo juntos: “Sexo, amor y un mosquito”, “Madres vírgenes y otras criaturas”, “Pendientes de un hilo”, “Ancestros”… son sesiones que se han ido gestando bajo la mirada de la luna llena. También nació un grupo de narradoras que entraron a formar parte del circuito de narración “Días de cuentos” formando el grupo ”Cuenteros llenos de Luna”.
La motivación principal de las reuniones, en un principio, fue saciar nuestra hambre de cuentos: en la isla es difícil tener contadas y sesiones muy a menudo, hay meses en los que hay bastante trabajo, pero hay otros meses en los que apenas existe programación. Una vez se nos pasó el hambre de cuentos, una vez que estuvo satisfecha y nos quedamos tranquilos porque sabíamos que al menos un par de veces al mes tendríamos orejas hambrientas y bocas generosas que las alimentaran de palabras, cubriendo así nuestra necesidad básica, empezaron a surgir otras necesidades, como por ejemplo:
- Mejorar la calidad de las sesiones y de la narración. Necesitamos contar más a menudo y también precisamos actividades de formación sobre el arte de narrar, necesitamos ser críticos con nuestro repertorio, buscar buenos cuentos, buscar nuevas fórmulas, buscar nuestra propia voz.
- Mejorar las condiciones de los espacios en los que contamos. Frecuentemente cuando vamos a contar cuentos nos encontramos con unas condiciones que no son las adecuadas para narrar, espacios incómodos y con mala acústica, música, conciertos, castillos hinchables, ruido… son incompatibles con los cuentos y parece ser que aún hay mucha gente que no lo sabe. Gran parte de la responsabilidad es nuestra.
- Transmitir al público y a las instituciones lo que es la narración oral. Mucha gente no sabe qué es un narrador de historias, a veces nos han comparado con el payaso del Mc Donals, o creen que nos caracterizamos para contar, desvalorizando lo que es el arte narrar historias de viva voz y desde uno mismo.
- Necesitamos más sesiones para público adulto. Aunque esto está cambiando poco a poco se suelen asociar los cuentos con el público infantil, necesitamos más programación para adultos y más espacios para contar para público adulto.
- Mejorar la comunicación con otros narradores de nuestra isla y con los narradores de las islas vecinas.
Todas estas necesidades de la profesión nos han llevado a crear nuevos espacios y encuentros para la reflexión junto con otros narradores de la isla.
Movimiento de narración oral de Gran Canaria.
Además de estas "Reuniones con la Luna", hace un par de años que empezamos a hacer reuniones esporádicas también en la biblioteca de Arucas donde nos encontramos con otros narradores de la isla que por distintas razones no suelen asistir a las reuniones luneras, en estos encuentros ya no nos dedicamos a contar cuentos si no a hablar y debatir sobre cómo seguir creciendo y mejorando en el oficio, cómo dignificarlo y cómo resolver las dificultades con las que nos vamos encontrando en el camino de los cuentos. Con lo cual ya estamos trabajando juntos para seguir cubriendo las necesidades que tenemos como narradores.
Hemos incluso creado distintos grupos de trabajo y comisiones con la intención de ocuparnos de los diversos temas que nos conciernen, temas legales, programación de posibles eventos, comunicación interna y externa, historia de la narración, formación, etc.
En los últimos meses nos hemos puesto mucho más en serio con todo este trabajo de forma que las reuniones en Arucas son cada vez más frecuentes y productivas, creando una comunicación más fluida y eficiente entre todos.
Esperamos con ilusión que el movimiento se expanda y dé frutos, intentando, de esta manera, asentar las bases para que el cuento y la figura del narrador oral vayan creciendo como se merecen por estas islas.