En el FEST de 2009, celebrado en Laussana (Suiza), Donald Smith, director del Centro Escocés de Narración Oral, presentó esta conferencia que recuperamos para publicar en nuestra web gracias a la amabilidad de su autor y a la generosidad de Carol Westerman, la traductora. 

inglés

Odiseo ha llegado. Abandona la isla de Calipso, el lecho de la diosa, y ahora naufraga en una noche de tormenta, nadando para salvar su vida, arrastrándose agotado hasta la orilla del río. Se trata de una apertura clásica: la llegada del forastero. Luego viene el contraste: temprana mañana soleada, la bella princesa Nausícaa parte hacia la costa para lavar la ropa en la desembocadura del río –ropa tendida para secarse–. A continuación, comienzan los juegos de playa.

“Así salió de entre los matorrales el divino Odiseo, tras arrancar de la espesura con su robusta mano una frondosa rama para cubrir con ella sus vergüenzas viriles. Y se puso en camino como un león montaraz que, confiando en su fuerza, marcha contra el viento y la lluvia, ardiéndole los ojos, para cazar a bueyes u ovejas... Espantoso mostrose en su costra salina haciendo que las mozas se dispersaran. La hija de Alcínoo fue la única que se mantuvo firme.”

Odiseo es llevado al palacio de Alcínoo, rey de los feacios, donde se le ofrece hospitalidad. Pero, por supuesto, todo el mundo está ansioso por conocer la identidad del desconocido. En respuesta a sus preguntas Odiseo simplemente habla de su más reciente viaje a la Isla de Calipso y del naufragio. Así pues, a pesar de las tradiciones hospitalarias, continúan sin resolver su misterio. Se cuentan cuentos acompañados de la lira, “La balada de Aquiles”, a continuación juegos en los que Odiseo participa y entonces el bardo real Demódoco acompaña a las bailarinas mientras canta una balada sobre el amor de Aries, dios de la guerra, y Afrodita, diosa del amor, un cuento mitológico tradicional conocido por todos. Entonces, como revela Homero, llegan los regalos y festejos.

Estamos en las manos de un maestro de la narración, pero la narración de cuentos en sí también es parte de la temática de Homero. El bardo ciego Demódoco es traído al banquete y Odiseo le honra con una selecta parte de la mesa principal, cortándole "un lomo de jabalí", porque "nadie en la tierra puede evitar honrar y respetar a los bardos, ya que la musa les ha enseñado el arte de la canción y ama a la raza de los aedos" narradores y bardos que necesitan, por supuesto, ser debidamente recompensados con carne, bebida, oro y honores (¿y dicen que estos no eran los buenos viejos tiempos?)

Pero la trama de la narración se espesa. Odiseo ya ha reaccionado emocionalmente al oír Demódoco contar parte de la historia de Troya. Ahora él no puede resistirse a esta historia que le concierne aun más de cerca.

"Es notable lo bien que cantas la historia del destino de los griegos y de todos sus logros, sufrimientos y fatigas, casi como si hubieses estado con ellos tú mismo o escuchado la historia de alguien que estuvo".

El poder de la historia es conseguir conectar a través de la empatía, ser capaz de experimentar y comunicar a través de la imaginación. Se trata de un tipo de recuerdo particular y muy importante –el arte no sólo de contar, sino de sentirlo en el corazón y en la mente–. Así pues Odiseo hace su petición.

"Mas pasa a otro asunto, Demódoco, y canta para nosotros la construcción del Caballo de Madera."

Ahora escuchamos de Demódoco contar una pieza narrativa compleja, llena de acción, donde el elemento musical, la lira, subordinada, subyaciendo bajo el ritmo de la poesía, del impulso de la epopeya, de la narración épica.

Al bardo le da la entrada Odiseo y, comenzando con una evocación al Dios, se desarrolla la historia. Comienza en el punto donde los griegos, después de prender fuego a sus chozas, embarcaron en sus galeras y salen a la mar mientras que el renombrado Odiseo y sus hombres ya están sentados en el ágora de Troya, ocultos dentro del caballo que los propios troyanos habían arrastrado hasta el interior de la ciudadela.

"Pues era su destino que pereciesen una vez que Troya recibiera dentro de sus paredes aquel poderoso caballo de madera, cargado con los mejores de la caballería griega, masacrando a los troyanos. Luego pasó a cantar cómo los guerreros asolaron Troya una vez salieron del caballo; cómo se dispersaron a través de las empinadas calles de la ciudad dejando la ruina a su paso; y cómo Odiseo, como el mismo Ares, fue directamente a la casa de Deífobo donde se precipitó en la más terrible de todas sus peleas.

"Odiseo rompió a llorar conforme el famoso trovador cantaba esta balada, y sus mejillas eran empapadas por las lágrimas vertidas por sus ojos. Lloró como llora una mujer cuando lanza sus brazos alrededor del cuerpo de su amado esposo, caído en la batalla ante su ciudad y sus compañeros, luchando para salvar a su pueblo y a sus hijos del desastre. Ella lo ha encontrado jadeante y moribundo; ella se aferra a él y levanta su voz en lamento. Igual de lastimeras fueron las lágrimas que brotaron de los ojos de Odiseo y que logró esconder de todos excepto del rey, Alcínoo, que estaba sentado a su lado y escuchó sus fuertes lamentos.

“Oíd, caudillos y señores,” dijo Alcínoo. “Que Demódoco detenga su cítara sonora, pues no es del agrado de todos el tema de su cantar. Desde que estamos cenando y comenzó a tocar el divino aedo, no ha dejado nuestro huésped un momento el lamentable llanto. El dolor le debe de estar cubriendo el ánimo. Que se detenga el bardo para que todos podamos gozar, tanto los que le damos hospitalidad como el huésped. Que es para el venerable huésped para quien se han preparado todo, el banquete y los amables regalos, cosas que le entregamos como muestra de afecto. Para cualquier persona con un mínimo de sentido común, un desconocido y huésped es tanto como un hermano.”

¡Qué magistral destreza! En primer lugar la historia dentro de la historia es recreada –intuimos su movimiento, su tono–. Y entonces se interrumpe de forma dramática, se rompe, porque el héroe, el estoico héroe de esta historia, está de hecho ahí entre ellos –es uno de los asistentes–. El héroe es en realidad uno de los espectadores, de los oyentes. El héroe siempre se encuentra entre la audiencia –esa es la base determinante de la narración–.

Luego, por supuesto Odiseo es desafiado, invitado a ponerse en el el lugar del narrador –para contar su propia historia directamente–. ¿Quién es y qué ha vivido?

"'Y ahora te pido,' dice Alcínoo,'un verdadero relato de tus andanzas. ¿A qué lugares del mundo habitado te han llevado? ¿Qué ciudades encantadoras viste? ¿A qué personas conociste en ellas? Explícanos también la pena secreta que te hace llorar al escuchar la trágica historia de los griegos y de la caída de Troya'."

El rey Alcínoo hace de anfitrión, el amo del banquete, el fear an tighe (maestro de ceremonias) at the ceilidh (fiesta tradicional escocesa  o irlandesa con cantos, bailes y donde se cuentas historias – N. de t.) como se dice en gaélico. Él cede al invitado, aun siendo todavía un desconocido, la palabra.

Así Odiseo acepta cortésmente, felicitando tanto al narrador como al anfitrión. 'Es algo verdaderamente hermoso escuchar un bardo como el vuestro que tiene una voz como la de los dioses.' Su historia, indica Odiseo, no contará con el acompañamiento musical, será sencilla, personal, a momentos despiadada, difícil de comenzar.

"Usted, sin embargo, ha decidido indagar en mis problemas y así intensificar mi pena. Bueno, ¿dónde debo empezar, dónde terminar mi cuento? Mejor comenzar dándole mi nombre. Deseo que todos ustedes lo conozcan a fin de que, si en los próximos días esquivo la cruel mano del destino, me puedan contar como un amigo suyo, sin importar lo lejos que viva. Esta es mi historia, mi experiencia, mi identidad. Es lo que soy y me confío a ustedes. Desde ahora existe un vínculo entre nosotros, pase lo que pase en el futuro. Ustedes habrán escuchado mi historia ".

Y finalmente la revelación.

'Soy Odiseo, hijo de Laertes'. Y a partir de aquí todo fluye en una gran noche épica, toda la historia de Odiseo en la historia de Homero, que nos vuelve a traer de golpe a la salida de la isla de Calipso y al naufragio, donde comenzamos, y que Odiseo había relatado nada más llegar a palacio. A mitad, Odiseo se detiene y ofrece al público un descanso (ay, si algunos siguieran su ejemplo).

"'Mas ahora ha llegado el momento de que me vaya y dormir. Dejo los preparativos en manos de los dioses y en las vuestras.' Odiseo se detuvo y tal era el hechizo que había lanzado que no se escuchó ni un sonido a lo largo de toda la sombría sala.

"'Odiseo', dijo el rey Alcínoo, 'estamos lejos de considerarte como uno de esos fanfarrones, impostores cuentamentiras. Tú nos estás ofreciendo una historia desde el corazón de tu experiencia. Suena a verdad aun cuando también posees el arte de los cantantes de baladas. La noche es joven y seguiremos escuchando hasta el amanecer.' "

 

Qué cumplido tan perfecto para el narrador. Pero existen algunas observaciones interesantes en ello. Odiseo aún no es un trovador profesional y sin embargo emplea la destreza de los narradores y cantantes de baladas. Odiseo no es un contador de mentiras –cuenta la verdad de la experiencia, la suya y la de sus compañeros–. Sin embargo, el relato de Odiseo es un relato de viajes, lleno de maravillas, de temas y aventuras propios de los cuentos populares: Los Cíclopes de un solo ojo, Circe y los cerdos encantados, Escila y Caribdis, las Sirenas –escuchar es ser atraído hacia la destrucción–. La verdad de la experiencia de este héroe también está llena de maravillas y de magia. Debido a que es un cuento de héroes, no sólo para reyes y señores, sino para todo el mundo, Odiseo es un narrador de historias para todo el pueblo y todos los pueblos, un embaucador, un hombre astuto que sufre los embates de la mala fortuna y aun así sobrevive. Odiseo es un rey, pero él también es Hans y Jack y Ananse, un superviviente y también un contador de historias.

En este punto puede que el lector, la lectora, se esté preguntando adónde quiero ir a parar, aunque ha sido muy amable y atento.

Hay diferentes tipos de narración en nuestras tradiciones europeas:

  • El estilo altamente representativo del juglar, del bardo; narración artística bastante formal acompañada de música
  • El más claro, el estilo narrativo de un contador de historias, que a veces también va acompañado por la música y a pesar de eso se centra en el arte de la palabra –el arte verbal y el ritmo del poeta.
  • El de los cuentos populares hogareños; historias del pueblo, contadas en chozas y alrededor de las fogatas.

Y todos interactúan entre sí; y se alimentan los unos a los otros; se cuidan los unos a los otros; y se complementan e inspiran los unos a los otros. En Homero no debemos favorecer uno sobre el otro sino dar a cada cual su espacio, sus contextos, su reconocimiento y apoyo.

¿Por qué? Porque todos ellos son parte de la tradición y de la realidad contemporánea de la narración de cuentos. Atención, observa las características comunes vitales existentes:

  • Fidelidad a la experiencia y lo maravilloso
  • Historia personal y las tradiciones del mito, épica y romance.

Todas estas características se nutren entre sí; todo mezclado con destreza en el crisol del narrador y del oyente. Y ahí está el quid, el meollo, el corazón, el hogar, el centro: el relato que invita a los oyentes a convertirse en los narradores, porque son parte de la experiencia. Narrador y oyente unidos por simpatía, por la experiencia compartida de la historia –no "moi et vous" mais "entre nous"–. Memoria emocional e imaginación. El oyente es el par del narrador. Más, el arte del narrador es dar paso a los oyentes para que su voz también sea escuchada como parte de la música de la humanidad. A continuación, la identidad de todo, el nombre de cada uno, será reconocido, celebrado y satisfecho.

 

Donald Smith
director del Centro Escocés de Narración Oral
traducción de Carol Westerman