Muchas veces vienen los padres de mis alumnas y alumnos diciendo que a su hijo le dan miedo los cuentos en los que sale un lobo y que tienen pesadillas por culpa de este personaje.

Yo recuerdo que de niña cada noche se acercaba hasta mi cama un lobo, pero no era el lobo de Caperucita o de Los siete cabritos sino el lobo del que se hablaba en aquel momento en el pueblo, ese lobo que se comía las ovejas de los pastores que tenían los rediles más apartados del casco urbano o ese lobo que mi padre y mi tío ahuyentaban durante toda la noche con un fuego encendido y entrechocando dos piedras para que no se acercara a comerse el ternero que acaba de nacer en el huerto del monte. Este lobo era real, podía seguir acercándose más y más al pueblo e incluso llegar a entrar en mi casa si yo ponía en marcha mi lógica de niña.

Lo mismo pasará si ese lobo es el que aparece en un documental o en un libro informativo, es un lobo real, y quizá ahora, en la era de la información, se haga más hincapié en mostrarlo tal y como es al niño.

También en otras ocasiones el verlo en imágenes provoca mayor rechazo, porque no es lo mismo ver al monstruo que imaginárselo; al contar esto no puedo evitar pensar en uno de mi hijos, cuando era niño no quería ver la película El Mago de Oz porque no podía soportar la visión de la bruja mala del Oeste, su voz estridente y su cara verde le daban un miedo atroz.

Sin embargo, él nunca tuvo ningún problema al escuchar cuentos, aunque estos fueran de miedo, porque a la bruja o el lobo de los cuentos se les puede dar la forma física que nuestra imaginación quiera a partir de la descripción que nos den, y además estos personajes son otro cantar, están muy bien parapetados entre el “Érase una vez...” y el “Colorín, colorado...”, por eso es tan importante para los niños que se abra esa ventana de cuento muchas veces, les prepara para entrar en un mundo de ficción, simbólico; y cuantas más veces entren más fácil les resultará distinguir lo real de lo imaginario, y es en este espacio dónde estará permitido tener miedo, pero al salir de él los lobos y las brujas se quedarán dentro.

Más de una vez me he encontrado con algún niño que le ha dado miedo uno de estos cuentos pero no por eso he dejado de contarlo porque la tercera vez que nos hemos acercado a él ha sido ese mismo niño quien ha ido a buscarlo a la biblioteca de aula para que lo cuente. Estos cuentos en los que hay lobos, brujas y monstruos suelen ser en general los más elegidos. Yo creo que la razón de esa elección muchas veces está motivada porque nos ayudan a enfrentarnos a los miedos, nos dan herramientas y estrategias para saber actuar ante ellos, y el niño se siente feliz al comprobar que puede escuchar esa historia e incluso... ¡elegirla!

Además, como adultos es quizá de los momentos vividos más presentes a lo largo del tiempo, recuerdo de manera especial el cuento La casita de chocolate que me contaba mi tía, pasaba mucho miedo mientras lo contaba pero nunca tuve pesadillas como las del lobo del que hablé al principio.

Aunque eso sí, debemos tener muy en cuenta la elección del cuento, no podemos contar Jack y la muerte a un niño de 3 años porque no lo entendería, pero sí a los mayores que, además, les va a permitir reflexionar sobre lo necesaria que es.

A los tres años les encanta Los siete cabritos, eso sí, necesitan gritar bien alto “¡Vete lobo, vete!” a coro con los cabritos. Lo de abrir la tripa al lobo para ellos no supone ningún problema porque es malo, malísimo, y siempre ayudan a la madre cabra a coger todo lo necesario para abrirle la tripa, llenarla de piedras y luego coserla, acciones que permitirán que el lobo se vaya río abajo arrastrado por la corriente.

Igual pasa con la bruja de Hansel y Gretel, recuerdo que la primera vez que lo escuchamos en mi clase de 4 años (en esta ocasión contado por Pepe Maestro en la edición que tiene en Edelvives) el momento en que Gretel empuja a la bruja dentro del horno y oyen cómo se cierra la puerta se creó un momento de silencio, hasta que una niña dice “es que era tan mala...” y desde ese momento todos ayudan a Gretel a deshacerse de la bruja.

También es importante no ensañarnos con detalles macabros y contar con naturalidad, de ahí que también sea muy relevante la elección de la versión que vayamos a contar.

Algunas veces las ilustraciones que acompañan al texto son las que les provocan miedo, por ejemplo, El Tragaldabas de Pablo Albo, publicado por OQO, les da miedo a los pequeños porque esas ilustraciones tan oscuras les producen desasosiego, mientras que si yo les leo o les cuento La cabra montesina (que en definitiva es otro Tragaldabas) no lo identifican siquiera como un cuento de miedo.

Sin embargo, el Tragaldabas de Pablo Albo les encanta a los niños de Primaria, sobre todo a los mayores, alguna mamá me ha comentado que su hijo se aficionó a leer cuando se encontró con cuentos de este tipo.

Merece la pena hacer llegar los cuentos tradicionales a los niños porque la estructura es fantástica para despertarles al mundo de las historias, por eso desde la biblioteca del colegio procuramos ofrecerles este tipo de cuentos, el curso pasado organizamos un encuentro con Ana Griott y estaban fascinados con sus recopilaciones de cuentos de brujas, de monstruos y de miedo, igual que este curso ha pasado con las versiones recogidas por Tim Bowley; les encanta leer y escuchar estos cuentos en voz alta para después construir sus propias historias a partir de ellos.

Las familias y los maestros, por su parte, también colaboran haciéndolos llegar a las aulas, ya sea comprándolos a sus hijos (en el caso de los padres) o sacándolos en préstamo de la biblioteca para compartirlos con sus alumnos (en el caso de los profes). Es una buena manera de transmitir a los niños que la tradición oral es importante y que las historias están ahí, recogidas en libros, para que puedas acudir a ellas siempre que quieras.

En definitiva, si hay un ambiente en el que los cuentos son importantes, sean del tipo que sean, siempre será más fácil acercarse a estas historias de miedo o con personajes crueles porque estará muy bien delimitado ese espacio de ficción y lo que nos cuenten será fácil interpretarlo como simbólico.

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Mural realizado por mamás colaboradoras a partir del libro álbum Jack y la muerte, de Tim Bowley, en editorial OQO.

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Mural realizado por profes, alumnas y alumnos de 6º a partir del libro álbum Jack y la muerte de Tim Bowley, con sus propuestas de qué pasaría si la muerte no existiera.

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Mural realizado por mamás colaboradoras y dibujos hechos por alumnos de Primaria a partir del Libro de monstruos españoles de Ana Griott, en editorial Siruela.

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Dibujo realizado por alumnos de tercer ciclo de Primaria a partir de 25 cuentos de miedo, de Ana Griott, en editorial Siruela.

Mariaje Paniagua Cáceres