Conversación de Tim Bowley y Casilda Regueiro

Tim Bowley homenaxe 03

Foto de Sole Felloza en el homenaje que le hicieron a Tim en Atlántica 2015

Le pedí a Tim que me contara su vida pero empezó a la edad de universitario así que yo misma trataré de contar las pocas cosas que sé de su infancia. 

Tim Bowley, no era muy hablador, sólo hablaba para decir lo que realmente merecía la pena o para contar. Recuerdo haber pasado horas y horas de viaje con él, en nuestros 12 años de gira juntos y no hablaba casi nada, se limitaba a estar, a ser... 

Sobre su infancia sé que creció junto al mar, en un pueblito del sur de Inglaterra. Jugaba en la playa y por eso fue feliz sus últimos años en Coruña, viviendo junto al mar. 

Sé que en los años 50, la época de su infancia, justo después de la segunda guerra mundial, la vida era dura. Él tenía varios hermanos, creo que eran cinco y él era el penúltimo. Sé que los mayores eran mucho mayores que los dos últimos.

Su padre era un hombre realmente desafortunado, negocio tras negocio se iba arruinando y volviendo a rehacerse a duras penas. Una vez incluso sus socios comerciales le estafaron, se quedaron con todo el beneficio de lo que iba a ser su primer buen negocio. 

Sé que murió de cáncer de intestino cuando Tim tenía 12 años. La última imagen de su padre fue en el hospital, entubado, con mirada de dolor en los ojos… Tim nunca olvidará esa imagen terrible que le ha marcado toda la vida. Me pregunto si no es la razón por la que varios cuentos de Tim empiezan con un padre muerto.

De su infancia no sé mucho más. Hasta la juventud. 

 

Tim, dime ¿hiciste estudios universitarios? 

Solo estudié Arquitectura durante 3 años. Quería ir a la universidad, me pareceía un buen plan. Y al hacerlo conocí allí personas que me hicieron descubrir que la vida era más que eso. Yo no estaba realmente interesado en la Arquitectura, sólo quería ser un estudiante. Bueno, la Arquitectura me fue muy útil luego, para construir. 

Entonces de alguna forma mi mente se abrió hacia varias cosas y creamos una pequeña comuna. A través de un amigo de mi círculo encontramos un pueblo abandonado en Francia y un grupo nos fuimos allí a vivir. Y sobrevivimos en un lugar sin carretera, sin electricidad, sin cañerías…

 

¿Y de dónde sacabais la comida? 

Cultivábamos lo que podíamos pero ninguno de nosotros había cultivado la tierra y teníamos que traerlo todo a caballo desde el pueblo más cercano del valle. El primer invierno que pasamos allí llegó un momento en que sólo nos quedaba un saco de arroz integral y así sobrevivimos. Pasamos hambre. 

 

¿Y te construiste una casa?

Sí, con mis propias manos, a partir de una ruina. 

 

¿Y allí nació tu primer hijo?

Sí. Rama nació allí. 

Aprendí mucho allí arriba sobre vivir en la tierra y trabajar con madera.

Para reconstruir la casa. Me iba al bosque, cortaba un árbol, lo arrastraba hasta el pueblo, con un hacha recortaba los bordes hasta obtener una viga recta para construir el techo de la casa.

 

¿Pero teníais herramientas?

Sí, algunas. Un martillo, un hacha, una sierra… poco más. 

Esa fue una experiencia impresionante, realmente aprendí mucho.

Cuando nació Rama, era difícil vivir allí con un niño sólo, que no tenía con quien jugar. Y también me dí cuenta de que si me quedaba allí me convertiría en un campesino, es lo único que haces. Y esa vida es maravillosa, pero es limitada. Yo quería hacer otras cosas en la vida. 

 

¿Y tu compañera estuvo de acuerdo?

Fué difícil, ella no quería irse. Pero nos fuimos. 

Entonces vivimos un tiempo en una caravana, viajando, trabajando aquí y allá. 

Después conocimos a unos amigos de Londres que vivían en Gales. Muchos hippies en aquellos tiempos se iban a vivir a Gales. 

Entonces empecé a usar lo que había aprendido en Francia trabajando con la madera para hacer muebles y esculturas de madera. Hice ese trabajo unos años, tenía un pequeño taller y vendía estos muebles que eran preciosos. Usaba sólo árboles muertos. No cortaba árboles. Y hacía muebles con la forma natural de la madera, eran como esculturas. Preciosos. 

Y luego entré en el mundo del Crecimiento Personal (Autoayuda). Empecé a hacer «Rebirthing» y ese tipo de cosas. 

Decidí dedicarme a eso.

 

¿Entonces  dabas sesiones y cobrabas por ello? 

Sí. 

A través del mundo del Desarrollo Personal, creamos un grupo con el que hicimos una grabación de percusión y cánticos tradicionales (chanting) y empezamos a ir a festivales, en un autobús y con tipis. Ese grupo se llamaba PRANA. 

Estuvimos en «Tipi Valley» en Inglaterra. Yo hice allí mi tipi. Pasamos años recorriendo festivales en verano. 

Un día nos ofrecieron hacer una actuación en un festival y alguien dijo: ¿Por qué no hacemos algo diferente como contar un cuento ? 

Y yo dije: ¡Sí! Yo cuento un cuento y vosotros tocáis. 

Me pasé la noche en blanco, estudiando «The jumping mouse» (El ratón saltarín. Historia de los indios americanos). Luego le pusimos la música esa misma noche.

Yo sentí que estaba en trance mientras lo contaba y al levantar la vista, vi que había gente llorando. Y entonces me dije : «Vale. Me voy a dedicar a esto»

Y así empezó todo.

 

¿Fue en el Festival de Glastonbury?

Sí. Fue en el Festival de Danza de Glastonbury, o Campamento de Danza. (Dance Camp).

 

¿Entonces fuiste un estudiante, luego hippie neorural, luego carpintero o ebanista, luego terapeuta y luego cuentacuentos?

Sí. Y también construí mi propia casa en Gales con un tronco en medio del salón. Una casa que vendimos y que todavía existe. Se llamaba «Tangelinen».

 

Y cuando decidiste hacerte cuentacuentos, ¿cómo empezaste a encontrar historias y a buscar trabajo?

Pues empecé simplemente a leer libros, a buscar buenas historias. Algunos de esos libros todavía los tengo. 

Luego empecé a dar cursos en España en 1990. 

 

Sí, recuerdo, allí nos conocimos. En Valencia en el centro de Mavi. 

Sí. Yo la había conocido en Estados Unidos, haciendo un curso de la ceremonia de caminar sobre las brasas (tradición de los indios americanos, fire walking). 

 

Sí, allí en Valencia os conocieron mi hermana y mi cuñado que decidieron organizaros un campamento en una playa en Galicia. Pidieron un terreno a un campesino y montaron un campamento de tipis al que vinieron todos los integrantes del grupo de PRANA de Inglaterra y dieron un curso sobre las tradiciones de los indios americanos, en el que Tim contó el cuento de Jumping Mouse y cada día hablábamos juntos sobre su significación simbólica y cómo ese cuento era un mapa para la vida. Se hizo también la ceremonia del sudor (sweatlogde) y la de andar sobre las brasas (firewalking) y otro de los integrantes de PRANA habló de la rueda de la medicina (la manera de enternder la vida de los indios americanos como una sucesión de ciclos). 

Y a partir de ahí siguió mi vida. En 1996 te propuse trabajar conmigo como traductora de mis espectáculos. Hicimos una primera gira entre Galicia y Madrid. Y llegó un momento en que trabajaba más en España que en Inglaterra y entonces me mudé a Galicia.

El resto es historia….

 

¿Y cómo nos conocimos, Tim? ¿Recuerdas? 

Sí. En 1993 fuiste la traductora de uno de mis cursos en Navarra. Era un curso sobre Teatro en la Naturaleza. Era un curso de tres días con estancia en un caserío. Y parte de esos cursos era contar por fases el cuento de « Jumping Mouse » (el ratón saltarín) y cuando vi cómo interpretabas me dije: «Esto puede funcionar». 

 

[A partir de aquí Casilda recoge todos los recuerdos comunes y los va enumerando]

Creo que en ese mismo curso en 1993 me propusiste trabajar contigo pero yo no estaba preparada. Estaba reconstruyendo un caserío cerca de Tolosa con mi compañero de aquella época y acababa de llegar a vivir a Euskadi y no veía cómo podíamos trabajar juntos. Pero cuando dejé el País Vasco y me mudé a Galicia en 1996 me volviste a llamar. 

Entonces yo te dije: «Bueno, ven a Galicia y yo organizo una o dos actuaciones, para al menos pagarte el viaje». Entré en contacto con Quico Cadaval que yo conocía a través de Victor Lorenzo, actor gallego y buen amigo. Quico nos consiguió unas contadas, entre ellas una en el lugar emblemático de Santiago, el Atlántico. Allí contamos y creo que a Quico le encantó el estilo de Tim y sus cuentos.  Nos puso en contacto con Magdalena Labarga y Marisa y ellas, muy generosamente, y sin conocernos de nada, nos consiguieron unas actuaciones en Madrid con lo que yo monté una primera gira. 

Luego se corrió la voz en el mundo de los cuentacuentos. Enseguida nos invitaron al Maratón de Cuentos de Guadalajara que fue nuestro verdadero trampolín en España. 

Para mí este mundo era nuevo. No sabía ni que existía un circuito del cuento. Llegar al Maratón de Guadalajara y encontrarnos contando ante 2000 personas en el patio del Palacio del Infantado, con un silencio casi irreal, fue la experiencia más impresionante que he tenido en todos mis años de carrera. 

Todavía hay personas que me hablan de esas primeras actuaciones en Guadalajara. Creo que de alguna forma Tim cambió la manera de contar en España con un estilo de una sobriedad y una sinceridad impresionantes. 

Cuando Tim llegó a España, le pareció que la forma de contar era muy teatral, todo el mundo contaba de pie con muchos movimientos y gestos. Luego descubrimos que había una fuerte influencia del cuentacuentos cubano Garzón. Era una forma muy distinta de contar. 

Pero el estilo tan sencillo de contar de Tim no es propiamente británico porque Tim no estuvo tampoco en contacto con otros narradores británicos. La gran parte de su carrera la desarrolló en España. 

Cuando yo le pregunté sobre su estilo me dijo que él simplemente contaba de la forma que le parecía correcta para él y no se preocupaba mucho de cómo contaban los demás. 

Antes de empezar a contar, no conocía a nadie que contara. 

Ahora, mirando atrás, me doy cuenta de que ni Tim ni yo habíamos tenido ningún contacto con el mundo del cuento antes de empezar a contar juntos. Podríamos decir que nacimos de la nada... Tim contaba a su manera, por pura intuición y yo contaba sin ensayar, sentada a su lado y dejándome fluir. Y fue claramente Quico Cadaval el que nos abrió las puertas al principio y nos recomendó a gente y todo fue saliendo de forma fluída a partir de ese momento. Trabajamos juntos desde 1996 al 2006. Diez años. 

Tim decía que nos habíamos encontrado en el momento y el lugar adecuado. 

Esto confirma una de las cosas más importantes que yo aprendí de Tim en la vida: Lo que fluye de forma fácil, es lo correcto, es lo que uno tiene que hacer en la vida. Lo que no fluye, es difícil, choca con obstáculos, es que no es lo correcto. 

Tim me ha dado muchas veces las gracias por haber asumido toda la venta y la gestión de clientes y de nuestro calendario de trabajo. Recuerdo que era un trabajo titánico que él no habría podido hacer por no hablar español y no dársele bien las cuestiones administrativas.  Nuestros clientes llegaron a ser todas las bibliotecas, todos los intitutos de Madrid y de Galicia (donde hacíamos espectáculos bilingües gallego-inglés), todas las escuelas de idiomas de España, todos los festivales…y un largo etcétera. 

Tim me dijo al dia siguiente de esta entrevista que, gracias a mí, vivió la mejor época de su vida. En España, viviendo junto al mar, recorriendo el país, conociendo gente estupenda, contando y disfrutando de la vida más que nunca. 

Yo le estaré eternamente agradecida por haberme enseñado el oficio que más felicidad me ha procurado en mi vida y haberme transmitido la confianza de que estaba haciendo lo correcto.

Para mí, trabajar con Tim y para Tim, era ofrecer al mundo un momento de felicidad, de reflexión, de descubrimiento. Era el mejor producto que podía vender. 

Tim ha sido para mí una figura paternal, un maestro y sobre todo un gran amigo. Creo que es la persona con la que más me he reído en mi vida y quien me ha dado, siempre con gran respeto y sin juzgarme (como nunca juzgaba a nadie), los mejores consejos para la vida. 

No puedo concluir esta historia sin hablar de Charo Pita. No recuerdo dónde la conocimos, pero en Palavras Andarilhas, en Portugal nos reencontramos y los dos decidimos que era la persona perfecta para sustituirme.

Mi vida tomaba otra dirección. Yo me había casado y quería establecerme en Ginebra con mi marido. Seguí durante varios años (entre 2002 y 2004) haciendo giras con Tim, pero claramente quería fundar una familia y dejar de viajar.

Charo estaba separándose, dejaba Asturias para vivir en Galicia y los dos vimos claramente que una narradora tan buena y tan creativa como ella, era la persona perfecta para traducir a Tim. Aunque había un pequeño problema: ¡Charo no hablaba inglés! ¡Qué broma cósmica!

No importaba. Le mandé todos los cuentos traducidos al gallego y al castellano y ella se los estudió tan bien que pudieron trabajar juntos un montón de años con gran éxito al tiempo que iba mejorando su inglés. 

Claro, al principio Tim no podía salirse del guion… pero a él no le importó («De todas formas no tenía nada que decir» bromeaba él mismo) y Charo aportó a Tim su preciosa voz cantando en algunos cuentos. Su amistad y su compañía fueron estupendas para Tim. 

Casilda Regueiro

Esta entrevista fue publicada en el Boletín n.º 52 de AEDA, monográfico dedicado a Tim Bowley