:: o ::
Mercedes Carrión, de origen peruano, es una de las narradoras con más solera dentro del panorama oral. Ha recibido el premio Chamán (1995) a la narración oral escénica, junto con el Colectivo CuantoCuento al que pertenece y la mención de honor en el concurso de álbum ilustrado del Cabildo de Gran Canaria (2010) por el libro Nana a las Niñas de mis Ojos, del que es autora, pero además de por su buen oficio, se caracteriza por ser la única cuentera que, hasta el momento, ha sido contratada como empleada pública laboral por un ayuntamiento en calidad de narradora y como tal ha desarrollado una labor social y cuentística intensa. De esta manera, integrando la narración como parte importante de su oferta cultural y educativa, el ayuntamiento de Coslada se ha adelantado a su tiempo y a otros muchos equipos municipales a los que en este aspecto todavía les queda mucho por andar.
Mercedes Carrión comenzó en el teatro por casualidad. Estaba estudiando Historia en la Universidad Católica del Perú cuando unos amigos le animaron a presentarse a los exámenes de acceso que ofrecía la Escuela de Teatro Universitario. Ingresó le gustó tanto la experiencia teatral que, mientras cursaba el último año de carrera, decidió hacer del escenario su vida, y el teatro y los cuentos, que siempre saben elegir, decidieron quedarse con ella.
No le tuvo miedo a nada. Cuando recibió una beca para estudiar en la Escuela Nacional de Arte Dramático y Cinematografía de Hungría luchó por ir y puesto que era requisito imprescindible para entrar hablar la lengua del país, la aprendió y muy bien, por cierto. Cuando estaba en escena la gente pensaba que era nativa y en la calle se manejaba con un húngaro literario cercano al de los grandes clásicos lo que llamaba la atención. El aprendizaje magiar fue duro: empezaban las clases a las ocho de la mañana sin saber a ciencia cierta a qué hora acabarían, había ensayos nocturnos, clases de canto, danza, ortofonía, natación, equitación, guitarra, conducción de vehículos, diversos idiomas…
MERCEDES: El nivel que se alcanzaba en la escuela era muy alto. Fue una etapa maravillosa. Es verdad que requirió mucho esfuerzo, pero me formé en un abanico inmenso de materias a las que me habría resultado difícil acceder de otra manera.
CHARO: Y tras estos inicios en el mundo del teatro, entre Perú y Hungría, ¿cómo llegaste a España?
MERCEDES: Había un congreso de investigadores del teatro en Barcelona (SIBMAS) durante el mes de septiembre, en torno a las fiestas de la merced. La ciudad me enamoró a primera vista, enseguida me sentí parte de ella. Además, imagínate qué casualidad, mi primera visita a la ciudad y ¡me estaban celebrando! Bueno, nos estaban celebrando a todas las Mercedes, a mí entre ellas. Entonces decidí dejar Hungría. Era un momento en el que había algunos directores de cine interesados en mi trabajo, pero a mí me apetecía cambiar de aires y seguir formándome. Así que ingresé en la Escuela de Pantomima de Barcelona y me vine a vivir a España.
CHARO: Y después de Barcelona, te fuiste a Madrid.
MERCEDES: Efectivamente. Entre los alumnos de la escuela de Barcelona había gente que después fue muy reconocida, algunos de los integrantes del grupo Tricicle, por ejemplo. Con ellos y otros alumnos montamos el grupo La Carraca, pero se deshizo enseguida porque los chicos tenían que ir a la mili. Fue por aquel entonces cuando asistí al Festival de Bérgamo que organizaba Odín Teatro y a través de ellos contacté con gente de Madrid, en concreto, con algunos integrantes del grupo Git.
CHARO: ¿De qué época estamos hablando?
MERCEDES: Eran los años ochenta. ¡Estaba naciendo la movida madrileña! El Teatro de la Tartana, que organizaba entonces los Festivales de Calle del Ayuntamiento de Madrid y que más tarde gestionó la Sala Pradillo, se interesó por mí, le llamó la atención la calidad del trabajo corporal que desarrollaba. Los conocí en el centro cultural Prosperidad y me ofrecieron reemplazar a alguien, no recuerdo a quien. ¡Aquello era la vanguardia! Por aquel entonces, contacté también con una payasa francesa y una argentina con la que monté un espectáculo teatral de clown (Caracolas) que grabó el programa La Cometa Blanca.
CHARO: Increíble, pasaste por el teatro, la pantomima, el clown…
MERCEDES: Y el circo. Poco a poco iba encontrando mi camino. Fui pareja artística de un norteamericano llamado Malo Malísimo. Juntos montamos la Compañía de Dos Duros que hacía espectáculos teatrales circenses. Más adelante él creó la Escuela de Circo Carampa en la Casa de Campo, escuela que sigue en funcionamiento. En aquellos años hacíamos un trabajo de calle con textos conocidos como Esperando a Godot en cuya dramaturgia introducíamos elementos circenses. Fue él quien me introdujo en el mundo de la magia.
CHARO: En el fondo, siempre has sido un poco maga…
MERCEDES: (se ríe) Pues sí, fue además mi parte mágica la que me llevó a los cuentos. Verás el mundo de la magia me fascinó de tal manera que entré a formar a parte de la Asociación Española de Ilusionismo y me dediqué de lleno a este tipo de espectáculos. De hecho, he recibido tres premios en esta disciplina. En el año 87 durante el Congreso de Magia de Lisboa, siendo la primera mujer galardonada en este país; en el año 98 fui Premio Julio Caravias a la magia Cómica dentro de los Premios García Cabrerizos convocados por la Asociación Española de Ilusionismo por el montaje titulado “Una copita para la Milagritos”; y en el año 2009 recibí el premio Magia Estudio en reconocimiento a toda mi trayectoria.
CHARO: Y el cuento, ¿cómo llegaste a él?
MERCEDES: ¿Recuerdas a Juan Tamariz, el mago?
CHARO: Perfectamente.
MERCEDES: Sucedió que mientras estaba inmersa en el mundo de la magia, Juan Tamariz organizó un taller de narración para magos que impartía Garzon Céspedes, recién llegado de Cuba. Toda mi vida me había dedicado a buscar formas de expresión para atrapar al público y crear un mundo más cercano a mi imaginario. Me había vuelto muy vanguardista utilizando para ello diferentes técnicas: teatro, circo, clown, funambulismo, magia…, bueno, ya hemos hablado de todo esto. Y, de repente, me encuentro con que en un espacio vacío enmarcado por telones negros, se podía atrapar al público con tan solo la palabra y comunicarle un mundo maravilloso. Me quedé asombrada.
CHARO: ¿Cómo fue la primera vez que te subiste a un escenario para narrar cuentos?
MERCEDES: Fue en medio de una feria. El ruido era enorme. Había pactado con la persona que me contrataba que, aunque estaban anunciados cuentos, llevaría algo de magia para que pudiera salir adelante el espectáculo. Me quedé sorprendida cuando descubrí que entre tanto alboroto había orejas para escuchar y al final pude hacer más cuento que magia.
CHARO: Deduzco por lo que dices que desde el principio uniste en el escenario magia y cuento.
MERCEDES: No exactamente. Este hecho fue anecdótico. Al principio, todavía no sabía muy bien cómo entretejerlos y conté y conté hasta que el cuento me pidió magia y conseguí integrar ambos. Es algo que he ido desarrollando poco a poco.
AEDA: ¿Cómo evolucionó tu trabajo desde autónoma a empleada laboral? Porque, Mercedes, una de las cosas que te caracterizan es el hecho de estar contratada en el ayuntamiento de Coslada desde hace muchísimos años para desarrollar tu labor como narradora, ¿verdad?
MERCEDES: Efectivamente durante muchos años trabajé, y sigo trabajando, en festivales importantes y en un sinfín de lugares de prestigio: el Instituto Cervantes, el Maratón de Cuentos Guadalajara y otros muchos sitios que no voy a nombrar porque seguro que me dejo alguno y eso no sería justo. Y, de pronto, surgió la posibilidad de llevar a cabo una labor de narración permanentemente en los espacios bibliotecarios del ayuntamiento de Coslada.
CHARO: ¿De qué manera se originó la idea?
MERCEDES: Corría el año 98. Yo llevaba tiempo dando clases de teatro para grupos de jóvenes y adultos allí en Coslada. Habíamos montado varias obras. De casualidad, las bibliotecarias me vieron contando y les encantó. Ese año me invitaron al Salón del Libro de Coslada. La propia bibliotecaria me comentó entonces que querían algo más continuo, que el Salón del Libro estaba muy bien, claro, pero toda la energía que generaba se concentraba en 10 días y luego se truncaba. Además, no se trabajaban previamente los libros con los niños y el funcionamiento de la biblioteca se veía trastocado. Querían una actividad para el año entero enfocada al público infantil. Por aquel entonces el préstamo para niños era muy bajo, casi no tenían usuarios entre los peques. La idea era mejorar el préstamo infantil a través de actividades de animación lectora.
CHARO: ¿Cómo organizaste el trabajo?
MERCEDES: Verás, yo comencé a realizar tres veces por semana una actividad que se repartía entre las tres bibliotecas dependientes de ayuntamiento. Es decir, una vez por semana iba a cada una de las bibliotecas y el resto de mis 35 horas laborales me dedicaba a investigar los fondos con el fin de encontrar repertorio para las sesiones, ensayaba, etc. Esto requería un trabajo ingente porque los fondos de cada biblioteca eran diferentes y yo me tenía que adaptar a cada una con lo que muchas veces no podía repetir exactamente la misma contada y debía preparar las variaciones necesarias para cada una de ellas. A cambio, he adquirido un enorme conocimiento acerca de literatura infantil al tiempo que he desarrollado mi capacidad creativa.
CHARO: Y el objetivo que os planteasteis desde un principio, ¿se alcanzó?
MERCEDES: ¡Se superó hasta límites impensables! La finalidad principal, además de que creciera el número de usuarios infantiles en las bibliotecas, era que los niños se interesaran en los libros. La actividad fue creciendo de tal manera que llegó un momento en que las sesiones estaban a tope, se quedaban niños fuera y el número de préstamos de libro infantil aumentó considerablemente. Por aquel entonces, las sesiones las dirigíamos a público infantil y no a público familiar como lo hacemos ahora, por lo que asistían pocos padres a las sesiones. Estos sólo participaban en actividades esporádicas: carnavales, Navidad, fin de curso… Esa fue la puerta abierta para irlos comprometiendo poco a poco. Al final se vio la importancia de involucrarlos y al volver a finales de 2009 se convirtió definitivamente en una actividad familiar.
CHARO: ¿Durante cuánto tiempo se desarrolló la actividad?
MERCEDES: Durante ocho años. Naturalmente, en este tiempo se fueron creando programas diferentes. Por ejemplo, había uno que se llamaba “Mimo la Biblioteca” cuyo objetivo era educar a los usuarios en el manejo de la biblioteca y en el comportamiento durante las contadas. Además de narrar historias, se establecían normas para el uso de los servicios bibliotecarios y el trato de los libros, se inventaron frases divertidas, se colgaron cuadros elaborados por Alekos, un conocido dibujante y narrador, que recreaban estos asuntos a través de imágenes… Mensualmente se utilizaba una parte de las actividades para trabajar de manera lúdica estas cuestiones de norma. Todo era lúdico y los niños aprendían a través del juego y las historias. Mira, otro apartado que elaboramos fue el de “Mi Invitado Es…” Una vez al mes traíamos a narradores profesionales de distintas partes de España para que los usuarios de Coslada conocieran otras formas de contar. La convocatoria era familiar siguiendo la línea de implicación hacia la que tendíamos. También nos unimos al “Madrid de Cuento”… Aquélla fue una época de gran actividad.
CHARO: ¿El público de Coslada reconocía a Mercedes Carrión por la calle?
MERCEDES: El infantil y el adulto. Aunque nunca han reconocido exactamente a Mercedes Carrión, sino a Finita, la bruja. Yo adopté ese personaje para contar, basado en el cuento de Capdevilla La Bruja Aburrida. Usaba los cuentos como anécdotas del personaje. La interacción entre público y personaje me permitía crear nuevas historias y unirlas como un todo.
CHARO: Tendrás montones de anécdotas con tu personaje.
MERCEDES: (se ríe) Sí que las tengo. Aquí va una… o dos, ¿te las cuento?
CHARO: ¡Claro!
MERCEDES: Un día una madre llegó toda enfadada diciendo que no quería que el niño, que tendría unos cinco años, viniera a la sesión porque se había portado muy mal. Pero ante esta negativa él le había respondido muy serio: “Mamá, yo a la actividad de Finita tengo que ir porque allí aprendo”. Ante un argumento tan contundente, la madre no tuvo más remedio que dejarlo asistir. Otra vez sucedió que iba yo por la calle cuando vi a un niño al que se le acababa de caer la pelota detrás de la tapia de una casa. El niño me reconoció al instante, se acercó a mí y me dijo: Finita, se me ha caído la pelota detrás de la tapia, seguro que tú con tu magia la puedes recuperar. Es que no tengo aquí ni el sombrero ni la varita, le respondí para salir del paso. Él insistió: pero tú con tus palabras mágicas, seguro que lo consigues. Yo no sabía qué hacer hasta que tuve una idea. Llama a la puerta, le dije, cuéntale a la persona que abra lo que ha pasado y yo estaré aquí concentrada para que te devuelva la pelota. Y se la dieron gracias a la magia de Finita. Pero me gustaría señalar una cosa que me parece importante, yo nunca engaño a los niños. No hablo de los asuntos de fantasía como si fueran realidad, sino que siempre les digo: esto es verdad verdadera de cuento.
CHARO: Me comentabas que la actividad duró en un principio ocho años, es decir hasta el año 2006. ¿Qué ocurrió en esta fecha?
MERCEDES: Necesité por razones personales pedir una excedencia que duró unos años. Dediqué ese tiempo a reflexionar sobre lo que habían sido aquellos ocho años de trabajo y en cómo podía crecer la actividad en una siguiente etapa.
CHARO: ¿Cómo se vivió tu necesidad en la biblioteca y el ayuntamiento?
MERCEDES: La actividad había alcanzado dimensiones tales que se realizó una convocatoria para reemplazarme. Creé una serie de pruebas para facilitar el encontrar a alguien con perfil de narrador. Sin embargo, el trabajo no era fácil como lo demuestra el hecho de que la persona que ganó la convocatoria abandonó el puesto antes de haber comenzado siquiera las actividades. Pep bruno, narrador español, llama a este tipo de experiencia continua con un mismo público "una carrera de salto de vallas". A finales de 2009 volví a tomar relación con el Ayuntamiento de Coslada. El concejal de cultura me pidió que volviera a mis actividades en bibliotecas y así lo hice. Conmigo no volvió la bruja Finita. Me traje otro personaje: Chascarrillo, pero un pequeño desencuentro, me hizo replantearme el asunto y decidí trabajar los cuentos a pelo. Ahora quien narra en las bibliotecas de Coslada es Mercedes Carrión, aunque el público me sigue identificando con mis personajes.
CHARO: Gracias al excelente trabajo realizado a lo largo de muchos años, te has convertido en un personaje público dentro de la realidad de Coslada. ¿Qué le ha dado Mercedes Carrión a las gentes de este lugar?
MERCEDES: Creo que he ayudado a que la biblioteca se convierta en un lugar de encuentro y de imaginación. Desde aquí quiero agradecer al personal de las bibliotecas el apoyo que me han prestado durante todos estos años. Esta labor conjunta no sólo afecta a la organización de la biblioteca en sí sino que también incide directamente en la vida familiar y en la vida pública. Semanalmente, los padres se llevan un cuento para leerle a los niños en casa o han surgido propuestas tan divertidas como la de “Cuéntame Otra Vez la Noche que Nací” a través de las cuales se estrechan los vínculos afectivos y se conserva la memoria familiar. Por otro lado, el ayuntamiento de Coslada, dada la gran acogida que tiene la actividad, la incluye año tras año dentro de su agenda cultural, es decir, tiene entre manos algo que funciona a todos los niveles. Y para este curso 2012-2013 estoy preparando un nuevo proyecto de visitas a las bibliotecas dirigido a colegios en el que te aseguro que no faltarán los cuentos.
CHARO: ¿Se ha convertido Mercedes Carrión en uno de los mayores atractivos culturales de Coslada?
MERCEDES: Bueno, creo que “Déjame que te Cuente…”, que es el nombre que reciben ahora las sesiones, se ha convertido en algo muy valorado dentro del panorama cultural del municipio. Y es un honor para mí ser el motor de una actividad como ésta, capaz de pervivir en el tiempo en un determinado lugar al margen de cualquier tipo de diferencia política o social.