2020 más uno

Termina un año en el que nuestra asociación ha seguido luchando por cuidar la profesión, con una incertidumbre a la que no nos queremos acostumbrar y con la sombra de las cancelaciones y aplazamientos sobrevolando el año 22.

AEDA, como asociación de carácter nacional, ha podido constatar lo desigual de la situación provocada por “el innombrable”, desigualdad en las ayudas y las actitudes frente a nuestro trabajo. Diferencias notables entre comunidades autónomas e incluso por municipios, habiendo espacios donde la programación ha desaparecido a raíz de la pandemia, como se denunció en el informe que publicamos junto con Asociación MANO relativo a la falta de actividades en las bibliotecas madrileñas. Pero esta situación extrema también ha servido para constatar aquellos  otros lugares donde se han hecho grandes esfuerzos por seguir ofreciendo alternativas para el público y los y las profesionales de este oficio.

Volviendo la vista atrás, nos alegramos de anunciar que a finales de 2021 ya somos 49 socias arrimando el hombro.

En marzo, y a raíz del 8M, se puso en marcha la bonita iniciativa Genealogías, que a través de vídeos protagonizados por miembros de AEDA fue visibilizando día a día a algunas de las mujeres de las que hemos aprendido algo esencial para nuestro oficio. Una sencilla y efectiva campaña.

Dice Estrella Ortiz, en su artículo de este boletín, que la palabra que define la narración oral es 'dar' y en esta ocasión hemos querido regalar un espacio para la tradición oral en la primera infancia. Un lugar que pretende reavivar las ganas de contar estas pequeñas retahílas y juegos.  

 

Queremos dar cuenta de cómo se jugaban para que no sea solo una recopilación de su riqueza poética, sino un juego vivo, que se siga transmitiendo de viva voz, de vivas manos.

 

Dar a las familias un pequeño repertorio que poder compartir con sus bebés. Un punto de partida desde el cual recordar, investigar y hacer después sus propias versiones. 

 

Para ello hemos pedido a compañeros y compañeras cuentistas que trabajan habitualmente con primera infancia que nos grabaran un pequeño vídeo donde se pudiera apreciar la belleza de estas composiciones. Cada cual nos ha dado su arte como ha querido y Dani Borrón les ha proporcionado unidad a través de su edición de vídeo. 

 

¡Arriba las manos! es una propuesta de Alicia Bululú, narradora oral y pedagoga sevillana en la que, a través de una postal, comparte 12 poemas, cancioncillas y retahílas dirigidas a la primera infancia.

Por un lado de la postal podemos encontrar las imágenes, a modo de fotos-resumen de los gestos que se hacen con las manos en cada poema, y, al otro lado de la postal, los textos. 

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Contar para bebés es cantar. Esta afirmación, que va más allá del estereotipo que nos sugiere la palabra canción, hace referencia a una emisión vocal más libre, pero entonada, medida y acompasada. Como apoyo para esta declaración tan rotunda, por fortuna he recordado a Steven Mithen, quien en su libro Los neandertales cantaban rap. Los orígenes de la música y el lenguaje dice lo siguiente:

El Festival FragaTcuenta surgió hace diez años en nuestra ciudad como una necesidad: una necesidad de la sociedad por volver a escuchar historias de viva voz, historias que habían quedado relegadas a los libros y a los niños. Ya andaban, hacia un tiempo, algunos de nuestros maestros y maestras organizando a grupos de madres y padres para contar cuentos en las clases, al entender la oralidad como un paso previo y complementario a la lectura. Además, en las bibliotecas programábamos tímida y esporádicamente a cuentistas del panorama nacional que solían sorprendernos con sus historias.

Estando así las cosas, un grupo de personas vinculados al municipio y relacionados con el ámbito de la literatura infantil y la narración oral propusieron al Ayuntamiento la programación de un festival de oralidad, como una forma innovadora de poner a la ciudad en el candelero cultural. La Corporación aceptó y las bibliotecarias y el resto de agentes culturales locales hicieron suya la propuesta.

CARTEL CONTADORES A 3

Nací y me crie en un entorno hispanohablante. Mi lengua materna (1) es el español. También se da la circunstancia que mi madre nació en un pueblito situado en las faldas de la Sierra Nevada de California y se crio en un entorno bilingüe (2) inglés y español.

El resultado de esta mezcla es que yo fui criado en español, pero desde bebé a mis oídos llegaron expresiones, rimas, cancioncillas, etc., en inglés. Cuando alcancé la adolescencia tenía una sólida base del conocimiento del inglés que hizo que, de manera natural, y con algún verano en los EE. UU. de por medio, llegara a ser bilingüe.

Llevo contando cuentos de manera profesional unos 9 años y casi siempre he contado en inglés. Casi siempre a un público cuya lengua materna es el español. Esto ha hecho que durante este tiempo haya adquirido una serie de herramientas muy específicas que uso a la hora de narrar. 

En los últimos meses he empezado también a narrar en español y resulta que parte del trabajo que he realizado hasta ahora para llegar a tener mi propia voz narradora no me sirve de nada. Resulta que una buena parte de esas herramientas que os comentaba antes no las puedo utilizar a la hora de narrar en español. En cierto modo es como volver a empezar y da algo de vértigo. Volver a esa inseguridad de la que ya me empezaba a librar. Aunque si lo pienso bien también es bonito poder librarme de ciertos vicios adquiridos. Volver a empezar, pero con ventaja.

Me doy cuenta de que mi voz narradora no puede ser la misma cuando narro en inglés y cuando narro en español. Lo he intentado, pero creo que mi cerebro no manda las ordenes correctas a mi boca, a mis ojos, a mis manos... ¿Será esta una consecuencia más de mi cerebro bilingüe?

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