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Hay dos cosas que deben saber sobre mí: Yo no cuento historias para entretener o compartir mi cultura Latinoamericana. Yo cuento historias para renegociar argumentos con la audiencia e intercambiar ideas acerca del mundo. Segundo, creo que cuando a un narrador le gusta una historia a esta debe agradarle el narrador también. En otras palabras si ambos no se enamoran, la historia solo servirá el propósito de entretener. El cuento será otra historia contada por otro narrador. Pero si el narrador cree y comprende la historia, esta se convierte en una versión del pasado cargada de significado que comparte su luz en el presente. A pesar de que contar historias parece cosa sencilla, la parte delicada está en representar una historia que no tiene nada que ver con el narrador. Es decir, si el narrador falla en contar el verdadero significado de la historia y se toma la libertad de adaptarla de acuerdo a sus creencias personales, estará contribuyendo a distorsionar el mensaje original, o peor, estará reforzando un estereotipo.

Recuerdo un recital de narración donde debíamos traer un mito o leyenda asignada de alguna parte del mundo. Uno de los participantes trajo un mito Suramericano y esta narradora no podía ser más diferente del Latinoamericano promedio. La versión de este mito peruano fue contada de forma entretenida. Sin duda nos reímos bastante, pero la narradora representó a la protagonista de la historia como una mujer de dudosa reputación. Hacer esto con los dioses griegos es una cosa, pero con una historia perteneciente a una cultura que aún existe y es todavía discriminada, es otra cosa.

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"Bienvenidos a la histórica Jonesborough, la ciudad más antigua de Tennessee. Somos una ciudad pequeña con una gran historia. Llevamos entreteniendo a nuestros visitantes más de 225 años y hemos disfrutado de ello cada minuto. Hemos tenido visitantes y residentes muy especiales. Andy Jackson abrió su despacho de abogados y se convirtió en juez en Jonesborough. Ya como presidente, pasó un tiempo en la posada Chester de camino de vuelta al Hermitage en Nashville y el presidente James K. Polk también pasó tiempo aquí. Por supuesto, el Presidente Andrew Johnson era nuestro vecino en Greeneville y pasó mucho tiempo haciendo política en Jonesborough también. Pero lo cierto es ¡qué para nosotros todo el mundo es especial!" Este es el modo en el que el alcalde Kelly Wolfe da la bienvenida a todo el mundo a esta pequeña ciudad de apenas 6.000 habitantes en el corazón del sur de los montes Apalaches.

"Jonesborough es la capital mundial de la narración oral", nos dicen. Y el periódico Los Angeles Times escribe: “Lo que Nueva Orleans es al jazz…Jonesborough es a la narración oral.” Y es que en Jonesborough se encuentra el Centro Internacional de la Narración Oral. Hace más de 40 años en esta localidad empezó el Festival Nacional de Narración Oral que constituía la primera celebración de un festival dedicado exclusivamente al arte de la narración oral. La consecuencia fue un florecimiento de la narración oral por todo EE.UU y el que hoy en día haya cientos de eventos por toda la nación dedicados a la narración oral. Desde que en el 2002 se completó el nuevo Centro Internacional de la Narración Oral, las actividades de narración oral y los eventos se desarrollan durante todo el año.

Pero, ¿cómo comenzó todo?

Reflexiones de Estrella Ortiz tras vivir la experiencia de contar historias en los abrigos de Sudáfrica y en las cuevas de Atapuerca y Los Casares, dentro del proyecto europeo De cueva en cueva. Maratón de cuentos, Guadalajara 2013.

 

Contar cuentos en el interior de una cueva prehistórica es una experiencia difícil de olvidar. El hecho de la cueva como un espacio natural donde contar historias ha sido el estímulo para remontarme imaginativamente a los tiempos pretéritos y elucubrar sobre cómo podría ser el hecho de contar ahí y qué podría ser lo que se contara. Una inmersión que incita incluso a pensar sobre cuáles pudieron ser las primeras historias o cómo pudo producirse la chispa que llevó al lenguaje. El tiempo no fue suficiente para que pudiera profundizar sobre los cuentos en sí, a nivel de temas o teorías, pero al menos pude centrarme en observar aquello que se despertaba en mi cuerpo frente a una situación tan primaria. Lo cierto es que al entrar en contacto directo con estos lugares, aunque no haya una base científica para argumentar lo que se siente, la imaginación se abre a múltiples sugerencias. 

Si bien los narradores orales tenemos ocasión de narrar en sitios de lo más variopintos, una cueva no es cualquier lugar. La singularidad del espacio, a mi modo de ver, invita a pensar sobre aquellos tiempos en los que la cueva significaba mucho para la supervivencia. Una supervivencia entendida no solo a nivel físico como lugar que proporcionaba refugio donde protegerse de todo tipo de inclemencias, sino también como un espacio que propiciaba el sentido de comunidad y pertenencia, lo que entendemos por un principio de cultura. Durante el Paleolítico, en numerosas cuevas la gente vivía o se reunía, y en algunas otras muy especiales, unos pocos pintaron y los demás, a lo largo de milenios, continuaron entrando a mirar. Y, sin duda, también a escuchar. Tendría que ser así, ya que algún tipo de discurso acompañaría el paseo en el que se contemplaban los animales pintados en la pared.

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Antonio Sacre entrevistado por Sonia Carmona

Antonio Sacre, nacido en Boston, de padre cubano y de madre irlandeso-americana, es cuentacuentos, autor, y artista solista bilingüe. Afincado en Los Ángeles realiza giras internacionales. Obtuvo su licenciatura de Filología Inglesa en el Boston College y un Máster de arte dramático en la “Northwestern University”. Ha actuado en el Festival Internacional del Libro, en la Biblioteca del Congreso, en el Kennedy Center, en el Festival Nacional de Narración de Cuentos, y en museos, escuelas, librerías, y festivales internacionales. Definido por el Chicago Tribune como “el de la presencia carismática y sensitiva”, sus historias han aparecido en numerosas revistas, periódicos, y en radio nacional.

Sus narraciones de cuentos y leyendas grabadas han ganado numerosos premios, incluyendo el American Library Association’s Notable Recipient Award (ALA), los premios Parent's Choice de oro y plata, y el Premio Oro de la Asociación Nacional de Publicaciones de Padres. También recibió el premio del Cónsul de Artes de Illinois llamado Ethnic and Folk Arts Fellowship.

Como artista solista, Sacre ha actuado en festivales y teatros en la ciudad de Nueva York, Minneapolis, San Francisco, y Chicago, donde actuó bajo la tutela de su mentora, Jenny Mangus. En el Festival Internacional del Teatro Fringe en la ciudad de Nueva York, Sacre recibió el premio Best in Fringe Festival (Mejor en el Festival Fringe) por su talento como actor, y también recibió el premio Mejor en el Festival Fringe en la categoría de Artista Solista. Dos veces (en 2011 y 2012) recibió el premio United Solo Award en la categoría Mejor Narrador Oral.

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Desde finales de los años ochenta hemos visto como en España han ido proliferando narradores, festivales y programaciones. El origen de los narradores desde distintos puntos de partida (educación, teatro, otros) ha hecho que hoy en día tengamos un amplio abanico de estilos y formas de ver la profesión, y por ello es necesario un planteamiento común que respete los estilos pero que consolide una profesión que recibe demasiadas injerencias desde dentro de ella misma y que hace que nuestro mensaje como profesionales no quede tan claro a programadores y público en general.

Por otro lado los Festivales se han convertido en plataformas donde poder mostrar espectáculos innovadores que muchas veces se quedan en los baúles por que en los tipos de programaciones que están fuera de estos Festivales no nos hemos atrevido a mostrar este tipo de trabajos, yendo casi siempre a la contada eficaz, cosa que me parece un error porque nos convierte en artistas de repertorio para según qué ocasión y no en artistas que presentan un trabajo elaborado con categoría de espectáculo escénico.  También creo que estos Festivales deberían recoger inquietudes teóricas sobre la profesión y  no sólo vernos y disfrutarnos porque hemos coincidido en una fecha y lugar comunes. Esto posiblemente lo tendríamos que fomentar los propios narradores ya que es una cosa que nos interesa a nosotros y no tanto al programador.

En cuanto a las programaciones, es verdad que no hemos conseguido todavía entrar en espacios escénicos tales como teatros o salas de cultura mínimamente equipados, de ahí también que esos espectáculos a los que me he referido antes que se presentan en Festivales muchas veces no encuentren lugares adecuados donde presentarse, aun así debemos hacer el esfuerzo por mostrarlos. Debemos ganar espacios donde contar para adultos y no sólo bares donde se requieren otro tipo de espectáculos y técnicas por parte del narrador.

Las bibliotecas, a lo largo de la historia, han ido cambiando y evolucionando y se han modificado también sus funciones. En un primer momento se centraba la atención en el libro y la función principal consistía en la adquisición, custodia y conservación.

Después se fijó la atención en los lectores y la biblioteca, en especial la pública, se concibe hoy como un servicio público para la comunidad, considerándose una de las instituciones más democráticas que existe.

La biblioteca no debe conformarse con ofrecer los mejores servicios a aquellos que las frecuentan, sino que puede salir al encuentro de los que la desconocen y, para ello, puede realizar una serie de actividades cuyo objetivo será llegar al público potencial. Estas actividades pueden ser de tres tipos: de extensión bibliotecaria, extensión cultural y de animación a la lectura.

Los servicios de extensión bibliotecaria son el esfuerzo que realiza la biblioteca para llegar a sus usuarios, en casos en que, por razones de marginación topográfica, física o social, el usuario no puede acceder a ella. Está encaminada a las zonas rurales, prisiones, hospitales, etc.

En su “Alfabeto de la Animación a la Lectura”, publicado en 1999 en Educación y Biblioteca (y recuperado por Imaginaria para internet), Blanca Calvo dedica la N a la narración oral “porque a leer se puede empezar con los oídos. (...) Hay que contar cuentos en casa, en el colegio, en la biblioteca. Las historias piden más historias, y desde las palabras escuchadas es natural llegar a las páginas impresas. También Gustavo Martín Garzo en su artículo “Instrucciones para enseñar a leer a un niño” (que puedes encontrar aquí) insiste en que “los adultos deben contarle cuentos [al niño, a la niña]” porque “es importante que el futuro lector aprenda a relacionar desde el principio el mundo de la oralidad y el de la escritura.”

La narración oral se presenta, por lo tanto, como una de las estrategias estrella para animar a leer. De hecho esta cuestión ha sido determinante, desde mi punto de vista, para la revitalización del oficio de contar en nuestro país (como he comentado, por ejemplo, aquí).

También los cuentistas hemos escrito sobre este asunto de la narración oral y la animación a la lectura, traigo algunos ejemplos de los muchos que podría citar: "Contar cuentos y animación a la lectura", de Alberto Sebastián y "La narración oral y la animación lectora", de Carles García Domingo, ambos artículos en verdad muy interesantes. Aunque la gente de este colectivo también insistimos en que contar cuentos tiene valor en sí mismo (sí, además de todo lo bueno que conlleva), te animo a que leas, si no me crees, este artículo de Pablo Albo al respecto: "¿Y si contar cuentos no anima a leer?"

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