En la asamblea de septiembre de 2013 se aprobó la puesta en marcha de la Escuela de Verano de AEDA, un proyecto que de alguna manera estaba implícito en la creación misma de la asociación pues, entre sus objetivos, se encuentra el de "crear ámbitos de reflexión e investigación sobre el oficio y favorecer la formación de profesionales de la narración". Sin embargo, antes de poner en marcha esta escuela, pasamos prácticamente tres años en los que, por un lado, tratamos de recopilar toda la información sobre narración oral en España (más de seiscientos documentos ha incorporado nuestra web en apenas dos años) para conocer la situación actual de nuestro oficio; por otro lado a lo largo de dos años la Comisión de Contenidos estuvo elaborando un monográfico sobre los itinerarios de formación de los narradores orales cuyo fruto es la revista El Aedo #3, que incluye información, artículos y un completo estudio sobre cómo ha sido hasta hoy la formación de los cuentistas en España; y por último, la asociación generó espacios propios para el debate y la reflexión creando una Mesa de Formación que elaboró un breve y completo documento sobre las líneas recomendables para la formación de los narradores.

Todos estos fueron los preámbulos, por eso cuando en septiembre de 2013 la asamblea decide poner en marcha la Escuela de Verano teníamos bastante clara la idea, ahora había que darle forma. Para ello se creó un grupo de trabajo formado por cinco personas que pasó tres meses elaborando un proyecto concreto en el que se incluyeran fechas adecuadas, lugar posible de realización, contenidos y profesorado propuestos, horario recomendable y presupuesto previsto. Así, en la celebración de la asamblea de enero de 2014, estaba todo más o menos perfilado y tras presentar la propuesta la asamblea dio el visto bueno.

Llegar a Ezcaray y encontrarnos con tantas caras desconocidas y tantos amigos y compañeros de oficio fue un lujo. Un sueño hecho realidad. El sueño de AEDA por ofrecer una formación seria y de calidad a través de la I Escuela de Verano.

La escuela nos deja cinco días muy intensos, con horarios apretados, con una vivencia de cursos y talleres integral y emotiva, para lo bueno y para lo malo. Nos deja un montón de personas conviviendo, hablando de cuentos, haciendo vida de ello. Nos deja espectáculos o “sesiones dialogadas” que nos tocaron de una manera o de otra. Nos deja un camino por recorrer para que cada uno se lleve el cuento a su escenario o a la Escena. Sin duda un camino que ya no andaremos solos pues los compañeros de viaje y el equipaje son grandes.

Ha sido muy interesante el conocer, encontrar, escuchar y aprender de la nueva generación de cuentistas, ver como toman cuerpo nuevos movimientos de narración oral en Canarias, Andalucía o el País Vasco. Descubrir a esos otros narradores y esas otras narradoras que llevan toda una vida contando en silencio, sin alharacas de festivales y programaciones nacionales, sin salir de su ámbito geográfico, y que cuentan mucho y bien. Y compartir espacios una vez más y aprendizajes por primera vez con profesionales de larga trayectoria contrastada. Pero lo más bonito de todo ha sido recibir esta formación todos juntos, desde puntos de partida diferentes, desde intereses y búsquedas diversos. Porque ha sido ahí donde la calidad se convirtió en calidez.

Desde AEDA trabajamos, en la actualidad, con tres objetivos:

  • Hacer visible el oficio.
  • Defender la profesionalización.
  • Potenciar las acciones formativas.

Los dos primeros tienen ya un recorrido pero nos quedaba pendiente la formación. Como grupo hemos reflexionado sobre la mejor manera de enfocarlo; acciones para las personas asociadas o para el resto del colectivo. Terminó tomando forma la opción de “abrir” ya que el objetivo final de nuestra Asociación es favorecer y potenciar todo lo referente a la narración oral. El camino se inició años atrás con la confección de El Aedo #3 dedicado a la formación que, de alguna manera, nos ayudó a gestar la propuesta de Escuela.

No es ninguna novedad que la cultura y sus profesionales estamos sufriendo, además de los rigores de la crisis, la determinación política de hacer muy difícil el ejercicio de nuestra profesión. Con todo y con eso el grupo de trabajo de Escuela formado por; Inés Bengoa, Carles García Domingo, Pep Bruno y Manuel Légolas, trabajó sin descanso para que este reto se hiciera realidad.

Yo creo en la formación. Hago lo que hago y como lo hago en gran medida gracias a las distintas formaciones que he recibido a lo largo de mi vida. Contar historias también.

Por supuesto que entiendo la formación en sentido amplio. Una lengua por ejemplo, se puede aprender en una academia, de manera formal. O también de manera informal, viendo películas en ese idioma original. Y sobre todo, de manera no formal, por inmersión más o menos prolongada en ese entorno lingüístico. Cuando pregunto a alguien que narra profesionalmente cómo llegó a contar, todo el mundo responde que por una de estas tres vías o una combinación de ellas. Algunas personas nos criamos en oralidad. No había tele en nuestra infancia y teníamos personas en nuestra familia que eran charlatanas. Contar lo que fuera era una manera de pertenecer, de tener nuestro lugar en la tribu. Una forma de vivir. En otras familias a lo mejor había tele, pero los oficios que garantizaban la supervivencia estaban particularmente vinculados a la palabra como en el caso de comerciantes, las maestras o los publicitarios. Buscarse la vida dependía de tener una historia interesante que contar y de contarla con la mayor elocuencia posible. En otros casos la inmersión en la oralidad llegó más tarde, por amor a los cuentos, desde la literatura, el teatro, la etnografía, la sicología, etc… Cada quien llegaba al hecho de contar de viva voz por su propio camino pero todo el mundo hacía alusión a un momento particular de “deslumbramiento”. Una experiencia en la que te percibes a ti misma, como alguien que cuenta historias. Puede ser que hagas profesionalmente otras cosas, pero te reconoces sobre todo en alguien que cuenta historias. Esta revelación llegaba a menudo escuchando contar a alguien. En ocasiones, una sola experiencia de escucha, si la pasión de contar ya estaba dentro, había puesto todo en marcha.

La n, revista de la Associació de Narradores i Narradors, ANIN, nace en el año 2000 con la n de narración o de narrador, y también de nariz, nube, y no. Fue moderna y cariñosa desde pequeña: nació en versión electrónica para todos, y en versión impresa para aquellos socios nostálgicos que preferían relaciones epistolares. Dos veces al año, coincidiendo con los solsticios de verano e invierno, se nos presenta en casa con artículos de opinión, noticias, agenda, y documentación. Ha tenido dos épocas bien diferenciadas: la primera, desde sus inicios hasta 2006; y la segunda, que se inicia en 2008, después de su replanteamiento y renovación, y que dura hasta hoy. 

Tiene la vocación de ser el órgano de expresión y reflexión de la ANIN, y se nutre principalmente de las aportaciones de socios y lectores. Se publica en castellano y en catalán, según la voluntad de cada escritor. 

Ha resultado ser mucho más rica de lo que en un principio preveía y contiene escritos a los que con frecuencia es recomendable volver. Para ello, resulta muy práctico el archivo en línea que existe en este momento en la página web de ANIN

En la revista se ha dejado constancia de proyectos, maratones o programaciones organizadas por la asociación, así como acontecimientos narrativos a los que ha asistido algún miembro de ANIN o del que hemos tenido noticia por terceros (congresos, encuentros, festivales). Se ha dado cabida a la información sobre distintas actividades de narración, como cursos, proyectos, tertulias. Se han realizado recomendaciones periódicas de literatura infantil, juvenil o relacionada de alguna manera con los cuentos. Se han publicado, asimismo, valiosísimos documentos de reflexión escritos por estudiosos como

Mnemósyne es la madre de las musas y de la memoria, es el cadencioso río del Hades opuesto al Lete, aguas de silencio y de olvido, pero es también la rememoración, la palabra y la emoción del que escucha.

Mnemósyne es una revista de divulgación centrada en el género del cuento y en la práctica de la narración oral. Surge de la unión del Festival Internacional del Cuento de los Silos (Tenerife) y de los Cursos de Invierno del Vicerrectorado de Extensión Universitaria de la Universidad de La Laguna, y con la reflexión y la creatividad. De periodicidad anual inició su andadura en el año 1998 y se publicó ininterrumpidamente en papel hasta el año 2009. Desde el año 2010 su publicación se interrumpió por motivos de financiación y distribución. Su Consejo de Redacción, compuesto por narradores orales, profesores de varias universidades y escritores de diversos países, ha decidido continuar su edición en formato digital. En el año 2014 se retomará la periodicidad anual con un nuevo número ya intuido de nuevas ideas, propuestas y renovado el consejo de colaboradores.

Nacidas de los volcanes, bañadas por el Atlántico y sacudidas por los Alisios, cerca de la costa africana, entre el Sahara y Marruecos, allí se sitúan las Islas Canarias. Y allí en las islas, también se cuentan cuentos, y muchos.

Yo vivo en Gran Canaria y me dedico a narrar, muchas de las personas que nos dedicamos a narrar cuentos aquí en la isla nos hemos ido encontrando y coincidiendo en sesiones de narración, talleres, bibliotecas, festivales… La isla es pequeña y tarde o temprano los narradores y narradoras terminamos conociéndonos y nos encontramos muy a menudo.

La mayoría sabemos que los Viernes por la tarde, a eso de las seis, se reúnen en la biblioteca de Arucas un grupo de narradores que se llama “Los Labrantes de la palabra” y que es coordinado por Antonio López. A esas reuniones cualquier persona puede ir a escuchar y a ver cómo se van trabajando cuentos, como van tomando forma, a veces el que viene de fuera también cuenta un cuento si le apetece, los labrantes son también grandes “escuchadores”. 

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