“Raíces y alas. Pero que las alas arraiguen y las raíces vuelen.”

Juan Ramón Jiménez (1916): Diario de un poeta recién casado

Este aforismo del poeta Juan Ramón Jiménez nos ha servido como marco para un proyecto piloto de recuperación de la memoria oral y de intervención comunitaria en el Polígono Sur de Sevilla que la Asociación para la investigación y el desarrollo independiente del teatro profesional en Andalucía ha llevado a cabo el pasado año 2020 en el espacio municipal Factoría Cultural.

Todo narrador o narradora debiera tener la obligación de investigar, y no contar lo primero que cae en sus manos, o sí, pero después de haber constatado que esa es la mejor opción, la suya, que tendrá un filtro subjetivo y personal como todo lo que hacemos quienes contamos.

No deberíamos, por ejemplo, transformar los textos mitológicos griegos en otra cosa y perpetuar versiones que cambian los nombres de los personajes porque a un adaptador/a en un momento de la historia reciente o lejana decidió hacerlo porque sí, porque rimaba o le apetecía más ese otro nombre. No deberíamos conformarnos con una visión simplista, maniquea e incluso machista de los cuentos de tradición oral.

La Radio es una alternativa positiva para la narración oral. 

Así empezó el programa 4 Vientos desde una radio comunitaria.

En Junio de 2020 surge en mi localidad, la playa de El Palmar de Vejer de la Frontera, la iniciativa de una radio cultural a través de la Asociación de Vecinos, la dirección de la radio estaría a cargo del locutor Fernando López y eso me animó a colaborar para aprender un poco de un mundo que, hasta la fecha, desconocía mas allá de colaboraciones puntuales en algunos programas de radio. Así fue como me ofrecieron el proyecto voluntario de llevar el timón principiante de la sección de cultura y me pidieron presentar una propuesta de programa cultural para Radio. Presenté un proyecto teórico y por escrito de un programa que se llamaría  4 Vientos.

Durante el primer mes participé como colaboradora en el  magazín de la mañana, llevando la sección cultural local, aprendí de guiones de radio, de ritmos, de escaletas  y entrevistas.

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Para escuchar un programa haz clic en la imagen

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Comencé mis primeros escarceos con la narración siendo maestra allá por los años 1980. Teníamos en el colegio todos los miércoles lo que llamábamos taller de narración. Un padre de un alumno, de profesión carpintero, nos hizo unas estanterías para el aula y cada uno traía los libros que tenía en casa. Así creamos nuestra biblioteca de aula. Leíamos y contábamos cuentos tradicionales a los que después, con la ayuda de Gianni Rodari y su libro Gramática de la fantasía, les añadíamos algún elemento nuevo y creábamos nuestros propios cuentos. Así surgieron “Caperucita en helicóptero”, “historias de antónimos”, entre otros. Les daba un título y los alumnos tenían que inventar una historia y contarla. También les entregaba párrafos vacíos que tenían que rellenar, historias a las que tenían que darle un final, y otras muchas que fotocopiábamos con la famosa imprenta de gelatina para tener todos las copias y nuestro propio libro de historias. También llevaba a mis alumnos a las bibliotecas públicas a escuchar cuentacuentos.

Recuerdo mi primer encuentro después de muchos años con mis alumnos de Getafe, que traían todos nuestro cuaderno de historias. Aquello me emocionó, yo que había llegado a la profesión de maestra un poco por casualidad (había estudiado Psicología pero me preparé las oposiciones de maestra con la intención de trabajar después como psicóloga), abandoné esa idea porque descubrí mi vocación: ser maestra.

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