Sobresfuerzo

El mecanismo vocal es muy resistente y puede soportar una gran cantidad de mal uso sin sufrir daño permanente, pero es mejor no ponerlo a prueba con demasiada frecuencia.

Pautas repetidas de mal uso, especialmente el uso forzado de las cuerdas o la interferencia persistente en el abastecimiento del aire, pueden producir un daño irreversible.

Los sobresfuerzos de corta duración suelen ser parte de nuestra profesión, principalmente cuando se grita, chilla o se canta en un tono de voz para el que no estamos preparados.

Un buen calentamiento previo de las cuerdas vocales y de los músculos comprometidos en el proceso de una correcta respiración, deberían bastar, sin embargo si pese a eso, o porque no se tomaron esas medidas, afectamos la voz, aún podemos protegerla.

Si notamos fatiga, una falta del control fino de los matices, del volumen, del timbre, lo cual es normal en una voz plena, debemos proceder con cuidado.

Generalmente, cuando ya estamos inmersos en una situación doliente de nuestra voz, somos capaces de indicar el momento exacto en que el problema comenzó, tomemos nota de qué fue lo que se hizo mal y no lo repitamos, eso en primer lugar.

Si aun debes seguir usando la voz, intenta pasar a un tono sosegado y si ya puedes tomarte un respiro, entonces túmbate, si es posible con la cabeza ligeramente mas baja que los pies. Y tómate media hora de descanso, respirando abdominalmente y con el cuerpo caliente. Es decir, una manta, una bufanda al cuello, etc.

Nuestra voz es nuestra tarjeta de identidad, expresa nuestra personalidad, nuestro estado emocional y nuestra salud.

La sociedad actual ha generado nuevos problemas relacionados con la salud.

La voz, como elemento fundamental de la comunicación, hoy se ve más que en ningún otro tiempo agredida por el estrés, las obligaciones profesionales, el ruido, la contaminación o el aire acondicionado. Todo esto hace que el número de personas que sufren problemas derivados del uso inadecuado y abusivo de la voz sea cada vez mayor.

Aprender a auto cuidarse se perfila hoy como objetivo prioritario de cara a evitar futuros trastornos de la voz; se exige de la ciudadanía una preparación más adecuada que le permita prevenirlos eficazmente.

¿Qué es la voz?

La voz es el sonido producido por la vibración de las cuerdas vocales al acercarse entre sí como consecuencia del paso del aire a través de la laringe.

¿Cómo se produce la voz?

El proceso básico de producción de la voz es el mismo para hablar y cantar. El cerebro envía señales a través del sistema nervioso central a los músculos de la laringe, cuello y tórax acompañado de un flujo de aire a través del tracto fonatorio obteniendo finalmente la voz.

Hace casi diez años, en la antigua web de cuentistas.info, Arnau Vilardebò propuso elaborar un documento para la reflexión del colectivo y que sirviera para la creación de un código deontológico del oficio. El documento de partida era un "Cesto deontológico de quien cuenta cuentos" escrito por el propio Arnau. Aquel proyecto se inició a través de la web y de la lista de cuentistas pero, tras el cierre de la página, quedó inconcluso y, durante estos años, dormido. Desde la comisión Contenidos-Web de AEDA le hemos pedido que retomara aquella idea, Arnau ha accedido y nos ha enviado este documento para la reflexión, muchas gracias por recoger el guante. ¿Qué os parece?

 

  • Sea cual sea el número de cuenteros nunca se suspenderá una función por falta de público mientras no haya un número de espectadores inferior a uno.
Cuentito para el caso: 
“Tuve que caminar sobre charcos… resbalé en el hielo al cambiar una rueda… vine corriendo desde… para ir a la sesión rompí con mi pareja… Llegué a tiempo pero suspendieron porque como público sólo estaba yo”
Como diría Marina Sanfilippo: no despreciar a esas selectas personas.
  • El trabajo del contador empieza como acomodador. La colocación del público es problema del que actúa. Arquitectos, organizadores y gestores de espacios son a menudo muy ignorantes o poco sensibles al tema. Arremángate y coloca las sillas a tu gusto. Es un excelente calentamiento. Si actúas a pie plano piensa que, en sillas, a partir de la fila tres te ven fatal. Un semicírculo algo estirado te dará mucho espacio para actuar y buenos ángulos de comunicación con el público. 
  • Antes o después dirás del cuento de quién es. 

“Si no conoces los árboles te puedes perder en el bosque,
si no conoces las historias te puedes perder en la vida”.

Las historias pueden iluminar nuestro camino a través del bosque de la vida y ayudarnos en momentos difíciles. Hoy en día es más fácil que los cuentos encuentren a las personas que los necesitan gracias a redes sociales como “The Healing Story Alliance” (HSA). Esta red internacional de narradores y de otros profesionales vinculados a la narración está ubicada en EEUU y tiene como objetivo explorar, promocionar y aplicar historias para sanar. Personalmente percibo a la HSA como una araña gigante y amistosa que teje múltiples hilos de seda en forma de cuentos que nutren y ayudan a superar situaciones difíciles en la aventura de la vida como por ejemplo el acoso escolar, los tratamientos de adicciones, depresiones, enfermedades graves como el cáncer o simplemente para acompañarnos al final de nuestro “viaje del héroe” durante la transición de esta vida al más allá.

Hay otras “arañas” tejiendo sus generosos hilos a lo largo y ancho de Europa. Todos los años se celebran simposios dedicados al poder curativo de los cuentos en el norte de Europa, principalmente basados en los países escandinavos y en Escocia. En 2014 tendrá lugar en Finlandia.

Introducción

En el origen de la cultura humana, siempre ha existido la necesidad de inventar historias, de contarlas a otros, de depositar en ellas los saberes esenciales para la vida humana. El  ciclo vital humano es una sucesión de etapas,  con su inicio y su final, como si se tratara de un guion o una leyenda jalonado de momentos de especial trascendencia en los que tiene lugar una transformación. Como diría Mircea Elíade, la vida está constituida por un continuo, en el que se suceden una serie de muertes y resurrecciones, de momentos iniciáticos. Según la Alquimia, el plomo se convertía  en oro mediante una compleja y trabajosa serie de transformaciones que había que saber guardar y potenciar en su justa medida. Y en la tradición práctica de contar cuentos, el oro es la metáfora que resume un proceso completo de transformación psicológica, que va desarrollándose a lo largo de toda nuestra vida.

 

Los cuentos  hablan de nuestra sombra, de nuestro proceso de individuación[1].

Cuando somos capaces de reconocer nuestro lado más oscuro o desconocido (la sombra) y  de hacernos conscientes de nuestros aspectos negativos sin necesidad de  proyectarlos en el  exterior y en las relaciones con los demás; o cuando reconocemos como propios aquellos aspectos de nuestra identidad, en principio, negados o rechazados, y en los que podemos descubrir también sus tesoros y su potencial de creatividad, estamos favoreciendo el  proceso de individuación.

De mi experiencia en el Hospital con niñas y niños hospitalizados en Oncología Infantil.

La sección de Oncología del Hospital de Cruces es un hospital pequeño dentro del gran hospital donde niñas y niños diagnosticados de cáncer están en tratamiento. El lugar es bastante parecido a las demás plantas del hospital: las habitaciones son de dos aunque, a veces, hay solo un niño o niña porque tienen que estar en aislamiento.

La primera vez que conté cuentos en el Hospital fue en las  navidades del 2005 dentro de un programa de actividades que se llevaban a cabo en la Ciberaula del Hospital de Cruces. Se trataba de sesiones de tarde, después de la merienda, donde acudían los niños y niñas con sus familiares y/o amigos.

Algunos llegaban en sillas de ruedas, otros andando, otros con grandes vendas en la cabeza y, cuando todos se habían colocado y estaban dispuestos, yo contaba los cuentos. No se diferenciaban estas sesiones de las sesiones que solía hacer en bibliotecas o colegios, solo que había menos niñas y casi más adultos. Para estas sesiones tuve en cuenta todo lo aprendido en los cursos de Payasos de Hospital que había realizado sobre intervención hospitalaria. Cosas sencillas como tener cuidado de  no empezar preguntando "¿qué tal estáis?", no tocarles, no pasarles objetos, materiales o libros, tener cuidado con los contenidos de los cuentos, que no fueran sangrientos o dolorosos, para alejar un poco al público infantil hospitalizado de su día a día.

Hace unos cuantos años Ana Gª Castellanos  participaba en el Festival Madrid de Cuento y le pedí que me dejara acompañarla a la La Paz porque nunca había estado en una sesión de hospital. Me quedé en un rincón, sobrecogida por la sesión de cuentos y por las miradas de esos pequeños oyentes, con sus goteros, la calva, esa palidez, tan malitos algunos. Cuando ya nos íbamos le pregunté a Ana, la educadora del aula hospitalaria, que cuántas veces al año venían profesionales a contar cuentos.

- Solo vienen una vez, el mes de noviembre.                      

-¿Hasta el año que viene no vuelven? -pregunté.

Negó con la cabeza. Me pareció absurdo y sin pensarlo, me ofrecí a ir con regularidad. Ella aceptó encantada y desde entonces siempre ha sido incondicional.

En los 10 años que ha durado la colaboración muchos cuentos han pasado por la planta de oncología y trasplantes y la 2ª planta de La Paz y del Ramón y Cajal.

Los cuentos favorecen el proceso de sanación; lo he visto al finalizar cada sesión y nos lo han contado los mismos niños y sus familias con sus caras y en los cientos de encuestas que han rellenado. Son un poderoso instrumento para facilitar que los enfermos infantiles se entretengan, disfruten y les ayude en su  proceso.

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