Palabras para la ciencia
Es cierto que el debate viene de viejo, pero podríamos encontrar un antepasado más o menos moderno en la conferencia que el físico inglés Charles Percy Snow ofreció en 1959 provocando una gran discusión mundial: la charla se llamaba Las dos culturas y denunciaba la excesiva distancia entre las ciencias experimentales y naturales frente las humanidades y su consecuencia inmediata: esa división del conocimiento en compartimentos estancos impedía o retrasaba la resolución de problemas de alcance mundial.
Las dinámicas de la ciencias técnicas y de las humanidades suelen seguir caminos diferentes pero paralelos; digamos que debido a la estructura administrativa que sostenía hasta ahora su financiación no era preciso el encuentro entre las ciencias y las letras, pero tampoco entre ninguna de ellas y el público. Sin embargo, es el público, o los ciudadanos, los principales y últimos destinatarios de la producción científica.
A lo mejor es en las ciencias del pasado, y especialmente en la arqueología, donde estamos viviendo desde hace unas décadas un interesante movimiento de confluencia entre las disciplinas humanísticas, las ciencias físicas y la divulgación al público. Si la arqueología precisa comprender, cada vez más, las técnicas que nos permiten entender los procesos de preservación y transformación de la materia física al largo del tiempo, no lo es menos que mirar hacia atrás, cara nuestro propio pasado, es uno de los elementos de mayor fascinación para el público.