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Es cierto que el debate viene de viejo, pero podríamos encontrar un antepasado más o menos moderno en la conferencia que el físico inglés Charles Percy Snow ofreció en 1959 provocando una gran discusión mundial: la charla se llamaba Las dos culturas y denunciaba la excesiva distancia entre las ciencias experimentales y naturales frente las humanidades y su consecuencia inmediata: esa división del conocimiento en compartimentos estancos impedía o retrasaba la resolución de problemas de alcance mundial. 

Las dinámicas de la ciencias técnicas y de las humanidades suelen seguir caminos diferentes pero paralelos; digamos que debido a la estructura administrativa que sostenía hasta ahora su financiación no era preciso el encuentro entre las ciencias y las letras, pero tampoco entre ninguna de ellas y el público. Sin embargo, es el público, o los ciudadanos, los principales y últimos destinatarios de la producción científica. 
A lo mejor es en las ciencias del pasado, y especialmente en la arqueología, donde estamos viviendo desde hace unas décadas un interesante movimiento de confluencia entre las disciplinas humanísticas, las ciencias físicas y la divulgación al público. Si la arqueología precisa comprender, cada vez más, las técnicas que nos permiten entender los procesos de preservación y transformación de la materia física al largo del tiempo, no lo es menos que mirar hacia atrás, cara nuestro propio pasado, es uno de los elementos de mayor fascinación para el público. 

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Comenzaré este artículo, a modo de introducción, haciendo mías las palabras del sabio Mircea Eliade cuando decía que:

Para el hombre religioso, la naturaleza está siempre cargada de un valor religioso, y esto es así porque el Cosmos es una creación divina y, por lo tanto, el mundo está cargado de sacralidad. El Mundo se presenta de tal manera que, al contemplarlo, el hombre religioso descubre los múltiples modos de lo sagrado y, por consiguiente, del Ser. El Mundo tiene una estructura, no es un caos y la Tierra se presenta como la madre y nodriza universal. Por todo ello, desde esta óptica, lo natural está indisolublemente ligado a lo sobrenatural y la naturaleza expresa siempre algo que la trasciende.  

Debido a esta idea, que el hombre religioso sacralizase determinados accidentes geográficos, que percibiese en rocas peculiares la presencia de lo divino o que estas primigenias deidades se soliesen asociar a grandes rocas o cons —como le llamamos en Galicia— no sería algo casual, pues la piedra representa lo imperecedero, lo inamovible, lo eterno. La piedra era lo único de la naturaleza que, a ojos de los primeros pobladores, permanecía inalterable, de ahí que se identificasen con la deidad, sobre todo cuando estas grandes rocas presentaban características morfológicas peculiares, como forma de grandes huevos o de vientres fecundos —que evocaban ideas de renacimiento—, o cuando presentaban aspecto figurativo que pudiese incitar a algún tipo de asociación especial de corte mágico-mítica. No deben extrañarnos estas asociaciones que fueron relativamente habituales en su tiempo. Como ejemplo podríamos recordar que la diosa Cibeles se representaba inicialmente como una gran roca negra. 

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1 Hacerlo bien

Realizar un buen trabajo es la base de todo oficio y también debe ser el primer objetivo de un narrador oral. Aparte de la mejora constante del talento propio hay que estar al día de cursos formativos, el trabajo de otros compañeros narradores y, en general, de la evolución de los gustos artísticos de la sociedad.

 

2 Vender

El narrador ofrece un servicio y hay gente dispuesta a pagar por este servicio: los llamaremos clientes potenciales. Con el fin de convertir estos clientes potenciales en clientes reales habrá que tenerlos informados de los servicios que el narrador ofrece: visitas personalizadas, emails, redes sociales, llamadas, dosieres, carteles...

 

3 Cliente

Un cliente es un tesoro. En la medida que el cliente quede satisfecho, volverá a contratar los servicios del narrador y, en el mejor de los casos, los recomendará a sus contactos. Hay que tratarlos con el máximo respeto, atendiendo a sus sugerencias y escuchando sus opiniones.

En AEDA nos preocupaba la confusión creada con las nuevas normas fiscales, en especial la que se refiere al tipo de IVA que debemos aplicar a nuestras actividades. Por ello hemos realizado un esfuerzo para intentar obtener una respuesta única. Y estudiada la nueva normativa del IVA, analizadas todas las preguntas vinculantes formuladas a Hacienda Pública y la jurisprudencia que existe sobre el tema, consultados Inspectores de Hacienda y Asesores Fiscales, hemos concluido lo siguiente:

 

 Actividad de narración oral (Cuentacuentos)

1.- En el caso de que el público sea menor de 25 años, se aplicará el tipo reducido del 10%,  (protección de la infancia y de la juventud).

2.- Sesiones de Narración para otros colectivos mencionados en la norma:

  Asistencia a la tercera edad.

  Educación especial y asistencia a personas con minusvalía.

  Asistencia a minorías étnicas.

  Asistencia a refugiados y asilados.

  Asistencia a transeúntes.

  Asistencia a personas con cargas familiares no compartidas.

  Acción social comunitaria y familiar.

  Asistencia a ex reclusos.

CuentaCuarenta es un proyecto que nació en 2012 por la necesidad de artistas y ciudadanos de que hubiera en la ciudad de Ávila una actividad cultural dirigida a adultos y en la medida de lo posible, autofinanciada.

Así surgió la idea, y así se hizo posible gracias a narradores orales, personas particulares, asociaciones culturales, grupos de teatro, comercios y hosteleros de Ávila que aunaron esfuerzos, arriesgaron e innovaron en una propuesta cultural novedosa en la ciudad y a nivel estatal.

La respuesta del público fue muy satisfactoria. Durante los siete fines de semana que duró, asistieron a las sesiones de cuentos más de un millar de personas. Hubo más de 3.000 visitas en el blog y se unieron al grupo de facebook más de un centenar. El Ciclo tuvo eco en la prensa local y regional escrita y en radio y televisión. Tanto es así, que en la preparación del II Ciclo los medios se han volcado para que salga adelante.

En 2013 seguimos con la filosofía de cobrar a la salida mediante un juego que gratifica las aportaciones más altas, así como mantenemos las Sesiones Golfas que han tenido mucho éxito. Pero hay novedades. 

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(La siguiente reflexión es la de una persona que tiene presente la realidad y la ficción gallegas como material de existencia, consciente e inconsciente, y que, por lo tanto, se considera parte de una tradición cultural a la que remitir sus imágenes, sus sueños, sus fantasías, sus vivencias)
 
“E agora ando soñando por oficio, e non sei
se son eu quen soño, ou é que por min soñan
campos, olladas azúes, pombas que xogan cun neno,
ou unha man pequena e fría que me aloumiña o corazón”
Álvaro Cunqueiro
 
(“Y ahora ando soñando por oficio, y no sé
si soy yo quien sueño, o es que por mí sueñan
campos, miradas azules, palomas que juegan con un niño,
o una mano pequeña y fría que me acaricia el corazón”)

 

Cuento cuentos por oficio desde hace casi veinte años, la mitad de mi vida, y eso es tanto como decir que llevo la mitad de mi vida haciendo realidad la ficción y viceversa, o, por lo menos, difuminando todavía más los límites entre una y otra. Para alguien como yo, que siempre confió en la fantasía como lugar donde encontrar respuestas a las preguntas que se te ponen por delante cada día; para alguien como yo, que vive aquí, pero imagina otros lugares, otras gentes, otros conflictos; para alguien como yo, a quien le encanta descubrir o crear misterios; para alguien como yo, los cuentos suponen alimento y riqueza para el cuerpo, pero, sobre todo, para el espíritu. Y es por eso que también confío, o desconfío, en no morir del todo, sino que algo de mí quede en las personas que alguna vez escucharon una de las historias que transmito. Además, no sé por qué, algo me dice que durante un tiempo seré fantasma, o ánima errante, no sufriendo ni penando, buscando, buscando más historias, más cuentos que contar, por esta sed eterna que se nos despierta y no se apaga a quienes tenemos el oficio de narrar.

En la asamblea de AEDA celebrada en enero de 2012 hablamos largo y tendido sobre la crisis: 2011 no había sido el año de la recuperación, tampoco parecía que 2012 fuera a ser un año de remontadas. De aquella asamblea salió el encargo de publicar un número especial de El Aedo dedicado a “Contar en tiempos de crisis”, un monográfico que diera datos exactos sobre la importancia de la cultura como generadora de empleo y riqueza, y al mismo tiempo, que mostrara la situación de la narración oral en España (bibliotecas, escuelas, festivales y otros grandes eventos, etc.) y buscara alternativas y vías de desarrollo para nuestro oficio. Merece la pena releer aquellos artículos y, sobre todo, volver a leer el titulado “Narradores frente a la crisis” en el que se habla de dos elementos positivos de nuestro oficio para afrontar la crisis: 

  • La versatilidad. Nuestro oficio es sencillo, no precisa de grandes tramoyas, puede uno ejercerlo con muy pocos recursos escénicos, tiene gran capacidad de adaptación a espacios y públicos y situaciones muy diversas.
  • Ámbitos por explorar. Al ser el nuestro un oficio renovado y con apenas treinta años de reimplantación, hay muchos ámbitos en los que la palabra dicha tiene cabida y no ha entrado todavía (o lo ha hecho en muy pequeñas dosis). Es el caso de los circuitos de teatro; o de formación de expresión oral y animación lectora; y, en general, los circuitos y espacios de gestión privada.