... Y sin embargo, silencio...
A María y A Gloria
“Huyendo del sonido
eres sonido mismo,
espectro de armonía,
humo de grito y canto”.
F. G. Lorca de Elegía al Silencio
EL SILENCIO CON MAYÚSCULA
“Qué esplendida laguna es el silencio.
Allá en la orilla una campana espera,
pero nadie se anima a hundir su remo
en el espejo de las aguas quietas”.
Mario Benedetti 1998 Papel Mojado
El Silencio está detrás, detrás de la palabra, de la música, del ruido, al otro lado de la noche, del muro, debajo de la tierra, más allá del horizonte, más alto que el cielo, en las profundidades del mar. Cuando la Humanidad llegó a la luna encontró sobre todo silencio.
No hacía falta ir tan lejos.
También había Silencio más cerca, más adentro, en su propio interior, mezcla de emociones, imágenes y pensamientos difusos, bordeando siempre el lenguaje.
Primero fue el Silencio.
Silencio con mayúscula, oquedad, vasija infinita que pone en relación las resonancias de los seres y del mundo, cuya presencia continua sólo se manifiesta cuando se le presta atención.
Se apaga un motor y el Silencio aparece como si para llegar a percibirlo en toda su potencia nuestra alma necesitase tan sólo que algo callase.
Más que un sonido, más que una ausencia, una sensación, un hueco insonoro que cubre el universo con su fuerza cósmica, una inspiración que nos puebla, que nos preña con su naturaleza tranquila e indecible cuyo sentido, sin embargo, nos empeñamos en desvelar.