Cuando decidí embarcarme en la coordinación de este boletín a principios de enero, no tenía ni idea de lo que iba a suponer. De hecho, la idea empezó a fraguarse como una presentación de lo que era la terapia narrativa y lo que podía suponer para quienes nos dedicamos a este oficio de narrar a viva voz.

Sin embargo, ya en aquel encuentro de principios de año, pude vivir en mi propia carne la necesidad que teníamos (como todas las personas) de cuidarnos, de observarnos y escucharnos de otras maneras. Recuerdo estar en un pabellón, rodeado de personas increíbles y pobladas de vivencias, personas que deseaban narrar, narrarse, encontrar y encontrarse.

Así fue como tuve la necesidad de hablar de cuidados, pero aún no sabía cómo enfocarlo. Fueron las propias personas que fui contactando quienes dieron una dirección a este boletín: quienes señalaron lugares, quienes se alejaron porque sus propuestas no encajaban o quienes declinaron la invitación para cuidarse y vivir sus propios ritmos.

No ha sido fácil, no. Pero ha sido hermoso. Sobre todo porque he descubierto palabras como cocuidado (que llegó hasta mí gracias a Paola Kolher) y me he sentido arropado por las palabras y los relatos de todas las personas que, aún sin haber formado parte de este boletín en su resultado final, han sido parte del proceso.

Me gustaría decir que, aunque parezca errático, la elección de las personas y los artículos tiene una intencionalidad y una dirección: invitar a quienes lean este boletín a hacer una reflexión en torno a la forma en que nos narramos, nos compartimos, dentro y fuera del escenario; y, al mismo tiempo, reflexionar en torno a la importancia de cuidar a las demás personas mientras nos cuidamos nosotras mismas y nos dejamos cuidar (y todo dentro del marco de la palabra dicha, la palabra que damos, en que nos damos).

El primer artículo que deseo compartir es de Adrián Yeste, un narrador de León afincado en Argentina. Él es especialista (así lo llamo yo, no se autoproclama) en relato autorreferencial, de hecho, tuve el placer de tomar un curso que impartía sobre ese tema y disfruté tanto como aprendí. A él le pedí que hablara justo de eso: de la importancia de contarse a unx mismx (es una elección deliberada este uso de las x, sí). No creo que se trate de una invitación para que todo el mundo haga este ejercicio (aunque también), sino para que reflexionen sobre los espacios íntimos que vamos vertiendo de a poco en los relatos que narramos.

Adrián Yeste - Empecemos por el principio. La autonarrativa y yo

El segundo artículo que les dejo por aquí es de Maíra Domundo, una narradora (psicóloga y terapeuta narrativa) de Brasil, quien teje un puente entre las historias de vida, la responsabilidad, el cuidado, el encuentro. Su artículo fue el último en llegar, por diversos motivos: llegué a ella por causas y azares, pues aunque la conocía desde hacía tiempo, ignoraba que también ella estaba relacionada (y desde hacía mucho más tiempo que yo) con la terapia narrativa. En este caso la invitación es a reflexionar en torno a la otredad y la forma en que conectamos quienes narran y quienes escuchan.

Maíra Domundo - Contar y cuidar: la narración oral y terapia narrativa para cuidar la comunidad

Por último, deseo compartir el artículo de Paola Kolher, a quien tengo el placer de llamar amiga. Es una terapeuta narrativa especializada en prácticas dialógica (e integrante fundadora de Espacio Juliana y de la Red Feminista de Salud Mental de Paraguay) de Paraguay que, aunque piensa está lejos de la narración oral (por el simple hecho de no pisar escenarios), yo sé que está muy cerca (por la forma en que hace vibrar con sus relatos, ayuda a otras personas a construirlos o engrosarlos y, sobre todo, por la forma en que lucha y se posiciona para que las narrativas sean más variadas). Este artículo es una invitación a pensar en los cuidados de forma colectiva, comunitaria. También es una invitación a reflexionar en la responsabilidad de quien narra (o quien cuenta, como prefieran decirlo).

Paola Kolher - Los cuidados en el centro de la vida

Como antes, este boletín no es más que una invitación a la reflexión. Creo que, quienes narramos, nos debemos al menos eso, sentarnos a mirar hacia dentro para pensar y repensar sobre la importancia de lo que narramos, el porqué lo narramos y, sobre todo, qué tipo de semillas queremos sembrar con nuestras palabras…

 

Este Boletín n.º 103 – Narración y cuidados ha sido coordinado por Diego Reinfeld