REIVINDICACIONES DESDE EL COLECTIVO DE PROFESIONALES DE LA NARRACIÓN ORAL ANTE LA CRISIS PROVOCADA POR LA COVID-19
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PREÁMBULO
La narración oral está considerada por la UNESCO Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. El colectivo de narradoras y narradores orales profesionales trabaja a lo largo del año para llevar los cuentos contados a todos los rincones de este país, desde grandes teatros en ciudades populosas hasta escuelas unitarias en pueblos de pocos habitantes, desde bibliotecas empeñadas en mantener viva la palabra dicha con una programación continua hasta grandes eventos y fiestas de la narración oral que convocan a miles de personas y que se celebran de año en año.
Esta es una actividad artística cercana, humilde y de honda tradición que, a pesar de su carácter efímero y frágil, ha sabido adaptarse a los cambios y a las circunstancias. Sin embargo, la crisis provocada por la pandemia de la covid-19 se presenta como una seria amenaza para nuestro oficio.
No sólo ha supuesto el cese de nuestra actividad en el inicio de nuestra temporada alta, sino que nos aboca a unos meses sin posibilidad de trabajar y, por ende, de obtener ingresos. En estos momentos las previsiones más optimistas (una vez conocido el plan de desescalada del Gobierno) para la vuelta, con una cierta normalidad, a nuestro trabajo, hablan del último trimestre del presente año, pero la aparición de nuevos brotes puede alargar los ceses o el trabajo precario hasta mediados o finales de 2021. Es mucho tiempo, demasiado. Sin unas condiciones mínimas, cuando todo esto pase, este colectivo de profesionales de la narración oral podría quedar muy mermado o, directamente, podría haber desaparecido.
Por este motivo elaboramos el presente documento que incluye unas propuestas económicas que consideramos básicas para la pervivencia de las narradoras y narradores orales profesionales.