El Taller de narración oral de Borrón y cuento nuevo es un taller y no es un curso, es decir, no buscamos compartir contenidos (aunque están), sino crear un espacio de experimentación divertido y confortable, por lo tanto, un espacio donde arriesgarse, ponerse en juego, equivocarse y permitirnos hacer las cosas mal. Lo que está en juego es nuestro aprendizaje, que en el caso de nuestro taller es el descubrimiento de la propia voz. 

Entendemos que para ser narrador  hay que ser  honesto, verdadero con lo que uno es, aunque estemos en constante cambio o evolución. Por esto, por ser un lugar de experimentación, nos parece interesante mezclar distintos niveles (iniciación y avanzados), donde cada cual sigue su propio proceso a partir de nuestras propuestas. Estos aprendizajes se comparten, haciendo la experiencia más enriquecedora.

Nuestro planteamiento inicial de los talleres es que sean intensivos o trimestrales, pero a lo largo de estos años, los alumnos nos han ido demandando la ampliación de los talleres a cursos anuales. Es por eso que hemos tenido la suerte de ver el crecimiento de muchos de nuestros alumnos a lo largo de varios años. Y ellos han visto el nuestro, porque aprendemos con ellos. El taller es un espacio vivo, en evolución. El constante intercambio hace que nosotros y las dinámicas del taller vayan innovándose. En cada periodo del taller, la mecánica la establecemos entre todos. Los ejercicios y los trabajos dependen del grupo y de cada individuo. 

El Festival de Relatos Eróticos de Zamora* nace en el de 2102, como propuesta “refrescante” en las noches calidas del verano de la ciudad de Zamora, con el objetivo de abrir al público de la noche veraniega, una oferta cultural diferente basada en el disfrute de los sentidos a través de la escucha y la palabra.

Elegimos la narración oral porque con ella, con la palabra, hemos transmitido a lo largo de los tiempos la sabiduría de nuestros antepasados a través de historias, leyendas, mitos… y porque luego más cerca, en nuestro entorno emocional, nuestros padres y abuelos nos bañaron en emociones, miedos y aventuras que todavía reposan ocultas en nuestra memoria. Y elegimos los cuentos eróticos porque ellos nos hablan, mejor que ningún otro, del deleite de los sentidos, de los placeres ocultos y las emociones encontradas y nos evocan territorios de confesiones inconfesables.

Queríamos realizar un Festival-Ciclo de Relatos, con no mucho publico (unas 50 personas), que a la vez que disfrutara de la palabra y la escucha, tuviera la oportunidad de disfrutar, así mismo, de la conversación, por eso nuestra propuesta se completaba con una copa nocturna después del espectáculo alrededor de un ambiente musical y con proyecciones de arte erótico realizadas sobre un antiguo muro del Museo.

El programa “Cuentos a la luz de la luna” se inició en el verano del 2001. En esta primera ocasión se eligió para contar rincones del barrio judío de la ciudad recuperando así espacios poco usados hasta entonces para eventos culturales. Fue un recorrido con el público por las callejuelas de este hermoso barrio parándonos a contar en pequeñas plazas y acabando en el entorno de la Catedral Románica de Jaca.

Está primera edición fue realizada por los componentes del grupo de teatro La Carátula de Elche que contaron historias de la picaresca española así como cuentos de tradición oral y Romances cantados. Tuvo tan buena aceptación por parte del público jaqués esta primera edición, que la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Jaca que era quien organizaba este evento planificó para el año siguiente la continuación de este proyecto que se consolidó como el programa “Cuentos a la luz de la luna” y que ya va por su decimocuarta edición.

A lo largo de estos catorce años los espacios han ido variando. Durante los seis primeros años se mantuvo el formato de contar en diferentes espacios de la ciudad, utilizando rincones tan emblemáticos como la Ciudadela, el Rompeolas, el Parque de Sanlure, Jardines de la Universidad o rincones del casco antiguo. A partir del 2008 se consolidó como espacio único la Plaza del Polvorín de la Ciudadela, debido a que el público con los años había ido creciendo y ya se necesitaba un espacio más cómodo tanto para los artistas como para el público asistente.

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