Este año se celebra la décima edición del programa DÍAS DE CUENTOS, un proyecto que surgió con la voluntad de hacer que la presencia del cuento (contado, escrito, leído, ilustrado, pensado...) fuera constante en la isla de Gran Canaria, buscando que la palabra dicha fuera lluvia fina y vehemente más que turbión desbocado.

Antes del diseño de esta propuesta global desde la Biblioteca Insular del Cabildo de Gran Canaria se realizaban diversas y variadas actividades alrededor del cuento, pero siempre había una sensación de acciones deslavazadas o actividades puntuales que exigían sumas de empeño y esfuerzo disgregadas: había espectáculos de narración en la Biblioteca Insular y en otras bibliotecas de municipios de la isla; se celebraba el Maratón de los Cuentos de la Biblioteca Insular de Gran Canaria; se realizaba una exposición temática cada año; se organizaban algunos cursos, talleres, conferencias... pero toda esta actividad carecía de un manto unificador que hiciera más visible lo que se estaba haciendo.

Sin embargo, al agrupar todas las propuestas y darles una línea común, al sumar todas las energías empleadas para su realización, se optimizaron los recursos y se posibilitó ahondar en algunos de sus frentes.

Días de Cuentos 2014 

 

En el catálogo tipológico del cuento tradicional que inició Aarne y la Escuela Finlandesa hace ya un siglo, del total de 2400 tipos de cuentos que hay considerados a día de hoy, unos 500 podrían etiquetarse como obscenos, vergonzantes, eróticos, picantes, procaces... y fueron incluidos por Uther en la última revisión que se hizo del catálogo (hace apenas unos años, en 2004). Este dato nos da la medida del interés que estos textos suscitan y han suscitado a lo largo de los siglos. De hecho, si revisamos colecciones de cuentos tradicionales de todas las culturas y tiempos, nos encontramos con abundancia de textos de este jaez: solo el humilde Infierno de mi biblioteca cuenta con unos 150 títulos de los que la mitad son específicamente de cuentos obscenos (desde libros canónicos para el oficio como el El asno de oro de Apuleyo, el Decamerón de Boccaccio o Los cuentos de Canterbury de Chaucer, a recopilaciones específicas de cuentos vergonzantes como los Cuentos prohibidos rusos de Afanasiev o el Libro de la risa carnal de Almodóvar por poner solo algunos ejemplos).

catalán

Riera d’Agres, Alacant, en marzo.

Durante el fin de semana antes de Fallas mientras Valencia es un hervir de ruido y música, el Festival de la Paraula se convierte en el refugio de aquellos que necesitan un poco más de calma, serenidad y palabras para ser felices.

El Festival de la Paraula nació el 2013 de la mano de narradores, músicos y poetas que tienen la palabra como su instrumento de trabajo y como pasión. El objetivo de este festival es crear un espacio de encuentro entre los profesionales, pero también con el público en general. En un ambiente distendido, en el cual acontecen momentos de difícil hallazgo en otros ambientes y se dan las condiciones para vivir experiencias alrededor de la palabra.

A lo largo  del festival, que dura dos días y tiene lugar en la paradisíaca Granja escuela Riera de Agres, acontecen situaciones únicas. Un niño puede pedir escuchar aquel cuento o canción que tanto le gusta y se crea el espacio y el momento para hacerlo. Un adulto puede encontrar las fábulas de su infancia contadas de nuevo.

El fin de semana empieza sábado por la mañana con un taller-charla-coloquio de un profesional con un público diverso y entregado. Este año será Llorenç Giménez quién nos hablará de dónde encontrar las fuentes de la tradición, hasta dónde puede evolucionar la tradición, cómo utilizarla ahora. La tarde del sábado es el momento de trabajo más intenso, cada cual prepara su aportación para llenar la velada de palabras.

 Así, en la edición del año pasado, tuvo lugar una charla en la que reflexionábamos sobre los elementos de las fábulas y después, músicos, poetas, padres, madres, maestras, apasionados de la palabra todos, creamos nuestra propia “rondalla” con texto, música y poesía. La titulamos La flor de la memòria; ha sido escrita para que los asistentes se la puedan llevar, contar, cantar y esparcir.

Por la noche hacemos un gran fuego y alrededor de él las ideas toman forma y las palabras crepitan: fábulas que asustan, canciones que acompañan la llama, grandes y pequeños hacemos nuestras aportaciones. Porque los niños están presentes todo el fin de semana, unas veces escuchando, otras contando o dando de comer a  los animales, o haciendo un saquito  de olores con plantas aromáticas. Pueden hacer aquello que más les complazca: hacer actividades de granja o formar parte de los talleres.

El concierto en la capilla, que tiene lugar después de la velada, es un lujo. Grupos que están acostumbrados a tocar en teatros y espacios más amplios, nos deleitan con un concierto íntimo en la capilla desacralizada de la granja, en la que, si nos ubicamos bien, podemos caber no más de 30 personas.
El domingo tiene lugar la Feria de la Palabra, un espacio por el cual van pasando todos aquellos que quieren presentar su trabajo de palabra dicha, cantada o hecha poema y unos puestos en las cuales se intercambian libros, música, se conocen ilustradores y autores, se intercambian experiencias, aparecen proyectos nuevos…
Y  después de bien comidos y conversados seguimos escuchando historias hasta la hora de ponerse a bailar. El final de la fiesta lo aliñamos con un concierto de música altamente bailable. Y con la sensación de haber compartido y de estar muy vivos, nos vamos cada cual a nuestro pueblo a esparcir aquello que hemos aprendido.

Almudena Francés