Puebla 1

Con el presente texto os propongo un juego de indagación y devolución. Os cuento primero el origen del juego y después las pautas.

Al recibir la invitación a participar en el presente Boletín nació en mí una inquietud, pues al haber participado ya en varios boletines de AEDA y en la revista AEDO tuve la sensación de que lo poco que sé, ya lo había contado por este medio. Mas “Antropología y narración oral” me resulta un tema tan apasionante que decidí aceptar la invitación y contaros no lo que sé, sino lo que en ocasiones intuyo. Y a modo de juego, ampliar con ustedes el mapa donde narrar.

El origen del juego. Iré desde lo pequeñito y personal, a lo grande y grupal.

Mi interés por la mirada antropológica en la narración oral tradicional nació con mi paternidad, hace 12 años. Mi primera hija, cuan aún apenas hablaba, seleccionaba de la biblioteca de casa los libros que quería que le leyese. De todos los libros que ella elegía, prácticamente la totalidad, eran de cuentos. De los cuentos que elegía, la inmensa mayoría eran populares (aunque su selección variaba con el tiempo, un mismo cuento lo solicitaba de forma reiterada durante un largo periodo) y de los relatos que no eran populares elegía aquellos que tenían relación con el origen de su vida (Sal bebé, La primera vez que nací…).

Por curiosidad amplié la mirada hacia otras personas en la infancia para ver qué tipo de cuentos preferían en un ambiente de libre elección.

Participé de forma muy activa en el crecimiento de la biblioteca de la escuela de mis hijas y observé el mismo fenómeno en otras niñas y niños: sobre todo elegían cuentos populares. En dicha escuela se tiene muy en cuenta que las posibles actividades a realizar estén en consonancia con el desarrollo evolutivo de la niña y el niño existiendo, por ejemplo, en la etapa infantil elementos naturales de exploración y trabajo (arena, agua, piedras, plantas…) y en las etapas de primaria y secundaria material estructurado para explorar y comprender las leyes naturales que rigen nuestro entorno (entre otros asuntos). Para pasar de una etapa a otra realizan sencillos rituales de transición. El paso de una etapa a otra lo decide la niña o el niño en función de sus intereses. En todos estos años de lecturas y observación llegué a creer que en el desarrollo de ese grupo de menores se me mostraba una simplificación y un resumen de la evolución humana. La conquista del movimiento, del medio ambiente, del lenguaje, de la literatura, de la música, del teatro, de la ciencia, de otras culturas, de las profesiones… y que la mayoría de esas personas prefirieran que les narrara de forma oral, al final de la mañana a modo de despedida, cuentos populares (sin que supieran que lo eran) me pareció que estaba muy en consonancia con lo que experimentaban por iniciativa propia en esa pequeña sociedad.

¿Por qué elegían cuentos populares? Buscar la respuesta me hizo mirar hacia el contenido de dichos relatos, los cuales anteriormente habían estado en tela de juicio por mi mal interpretado sentido del progreso y mi ignorancia hacia la materia. Me dediqué a leer las investigaciones sobre los cuentos para comprender la predilección de las niñas y niños. Una conclusión muy leída en diversas publicaciones es la de que en los cuentos populares (llamados tradicionales o de hadas según que autoría) subyacen esquemas, mensajes, símbolos y restos de arcaicos ritos y costumbres propias de la evolución humana. Quizás ello, pensé, fuese el motivo de que prefirieran sobre todo este tipo de cuentos. Las personas pueden encontrar y reflejar en estos relatos una simplificación del proceso evolutivo del ser humano.

El grupo de menores de la escuela que os hablo, cuando conquistaron la lectura, descubrieron que muchos de los cuentos que me habían escuchado tenían versiones parecidas en una colección del recopilador Antonio Rodríguez Almodóvar. De forma autónoma decidieron investigar sobre él y su labor. Incluso le organizaron una fiesta de bienvenida a la que Antonio, por supuesto, asistió. Ahora estas niñas y niños (ya prácticamente adolescentes) andan creando sus propias historias y yo no puedo evitar caer en la tentación de seguir viendo en todo este proceso un resumen antropológico del desarrollo humano, muy vinculado primero a la oratura y después a la literatura. No puedo evitar pensar que personas reconocidas como grandes creadoras de historias (Cervantes, Cecilia Böhl “Fernan Caballero”, Lope de Vega…) bebieron de fuentes tradicionales puramente orales.

Nuevamente la curiosidad me animó a mirar en sociedades más grandes que aquella pequeña escuela de campo. Ahora miro en pueblos y ciudades (estas últimas más influidas por los pueblos de lo que imaginaba inicialmente)

El juego.

Realizo mi labor de escucha en el occidente de Andalucía, en las provincias de Sevilla, Huelva y Cádiz. En diversos municipios de estas provincias (serranos, costeros, de la vega, de campiña y zona minera) realizo un juego en el que escucho historias y recuerdos que devuelvo al pueblo con forma de cuentos. En los relatos de vida y recuerdos que recibo, aun sin ser cuentos tradicionales, aparecen elementos llamativos para la mirada antropológica. Elementos que pueden encontrarse en estudios sobre el cuento popular (ritos de transición, prácticas sexuales prohibidas, rituales de muerte…) Con los relatos de vida que incluyen dichos elementos tengo la sensación de que el pueblo en el que se narra el cuento tradicional es el escenario imaginativo del mismo cuento, sin que la persona que lo narra se percate de ello.

¿Qué hacer con esa información de interés antropológico que me llegaba? Fue algo que me planteé atendiendo a que no soy antropólogo ni experto en cuento popular, y tomé la decisión de que como solo soy un jugador, pues jugaría. Con respeto, con cariño y devolviendo al pueblo lo que me entregaba como parte del juego. Lo hago sin afán recopilatorio (esa labor ya la realizan personas más preparadas que yo) solo con intención de agitar, promover y disfrutar de la oralidad y la curiosidad por los elementos que en ella se acogen.

Pongo un ejemplo:

En la localidad de Alosno, en la comarca campestre del Andévalo en la provincia de Huelva, dentro de una historia de vida me narraron cómo un grupo de hombres se adentraron en el monte a pie para talar un pino con el que celebrar la Fiesta de San Juan. El pino, elegido en la oscuridad de la noche, resultó ser demasiado grande y pesado como para trasladarlo a tiempo para la fiesta. Finalmente lo resolvieron con un vehículo. Esta es la información del argumento y es lo que inicialmente me interesaba y lo que la persona me quería contar. Mas luego, ya en casa, vuelvo a escuchar la historia recogida en mi grabadora y disfruto del paisaje antropológico que la historia me ofrece. En ella me explican cómo se festeja la Noche de San Juan en aquel pueblo. El motivo fundamental de la historia no es la Noche de San Juan, sino una historia personal, pero el escenario de la narración nos ofrece elementos de disfrute para quien desee observar desde el foco antropológico. Pues en dicha historia se observan diferentes elementos que llamaron mi atención. Enumero alguno de ellos:

- La historia se sitúa en una festividad vinculada al solsticio de verano y al cambio de horas de sol que tiene los días. Cambio que (junto a los equinoccios) se conmemoran desde los albores de la humanidad. Prueba de la antigüedad de esta veneración a los cambios de luz solar es el fenómeno lumínico que se da en la mayoría de los dólmenes (muchos construidos hace más de cinco mil años), donde la luz del sol en el amanecer penetra hasta lugares oscuros el resto del año. La veneración al cambio de tiempo de luz solar sigue existiendo, no solo en cuentos populares, sino en historias de vida y tradiciones religiosas. Resulta llamativo observar las múltiples coincidencias del mapa donde se celebra la Noche de San Juan (antes de extenderse por América) y el mapa donde más se extendió el Megalitismo (muy vinculado a los astros)

-La historia de vida que me narraron cuenta que, en esa noche, se baila alrededor de un pino. Aunque la celebración del solsticio de verano fue adaptada a las nuevas creencias cristianas vinculándola al nacimiento de San Juan Bautista (al igual que el solsticio de invierno, medio año después, está vinculado al nacimiento de Jesús) permanecen en ella rituales de los llamados profanos y precristianos, como es el de bailar alrededor de un árbol, ser muy vinculado a divinidades naturales en las antiguas sociedades celtíberas que habitaron la zona.

-La historia de vida que me narraron cuenta que alrededor del pino, en el baile, antaño era un momento propicio para “ennoviarse” o buscar un amor posiblemente fugaz y secreto.

- La historia de vida que me narraron cuenta que en el pino se coloca un espejo y un tomate. El tomate en otras localidades de la zona es sustituido por otro alimento (como una cebolla) o incluso desaparece. Pero el espejo se repite en muchas. Llegué a preguntar a la persona que me contó su recuerdo ¿por qué se colocan un tomate y une espejo? ¿Cuál es el origen? No lo sabía. Simplemente habían heredado la costumbre. Recurrí a quienes organizan el festejo para averiguarlo, incluyendo al Ayuntamiento. Tampoco lo sabían. Amplié el campo y acudí a un archivero amigo miembro de un colectivo de historiadores del Andévalo y nadie se atrevía a asegurar un origen certero. Así que la ciencia, en este caso, no llegaba a darme una respuesta clara.

Si en vuestro juego encontráis a alguien que os puede asesorar para resolver vuestra duda, pues ¡magnífico! Ya tenéis una historia para devolver con vuestras habilidades de cuentista. Pero si no encontráis quien os dé la respuesta, habrá que buscar otras vías.

Como cuentista caigo en la tentación de vincular el espejo (elemento usado en la superstición popular para protegerse de espíritus indeseados o como puerta a otras dimensiones) con una leyenda extendida y estrechamente relacionada con la noche de San Juan, la leyenda de la Encantada. Esta leyenda habla de una muchacha que se aparece a hombres solitarios precisamente en la Noche de San Juan y que porta un espejo al que se mira mientras se peina. Con un vestido blanco que resalta al recibir la luz de la Luna (presente en dicha noche) la muchacha se aparece cerca de algún elemento vinculado a la piedra (cuevas, castillos en ruinas, dólmenes, roca sobre el río…) con la intención de enamorar al hombre y romper el hechizo que la ata a la piedra… piedra llamada canto en algunos lares. De ahí que haya quien propone el origen de la palabra en-cantada “en el canto”. Aunque la idea más extendida es que proviene de cantar, como cuando se canta un hechizo. Lo cual tampoco nos aleja de la leyenda en cuestión.

¿Cuál es el juego? Pues a través de la narración oral ofrecer el sustento para que estos objetos simbólicos recobren el sentido perdido en la memoria, lo cual posiblemente hará que se mantengan más tiempo y sean más valorados y protegidos. Narrar la leyenda de la Encantada y sugerir su relación con el espejo es una opción para ello. Así recuperaríamos el sentido mágico del objeto que se coloca en el árbol en una noche considerada mágica. Devolveríamos simbolismo al objeto que lo perdió. Posiblemente una vinculación nada ortodoxa y poco científica… pero ¿es que acaso la Historia no se nutre de las historias para elaborar sus argumentos?

Como veis no os propongo un método científico, sino un juego oral, solo un juego. Pero que sin duda enriquece el valor patrimonial de cada localidad a la par que fomenta la oralidad entre las gentes. Y para ese juego es importante que una de las miradas hacia el relato que nos ofrecen y escuchamos sea la antropológica. Pues en esa mirada podemos encontrar las pistas para elaborar el recorrido en el mapa de juego. Si, desde nuestra labor de cuentistas, hacemos que las leyendas locales, así como otros relatos, vuelvan a circular en consonancia y coherencia con las fiestas y costumbres del lugar estaremos ayudando a que la oralidad siga viva de boca a oído, de corazón a cabeza, entre las gentes de las ciudades y pueblos.

Diego Magdaleno

Este artículo forma parte del Boletín n.º 79 - Antropología y narración oral