En la asamblea de AEDA celebrada en enero de 2012 hablamos largo y tendido sobre la crisis: 2011 no había sido el año de la recuperación, tampoco parecía que 2012 fuera a ser un año de remontadas. De aquella asamblea salió el encargo de publicar un número especial de El Aedo dedicado a “Contar en tiempos de crisis”, un monográfico que diera datos exactos sobre la importancia de la cultura como generadora de empleo y riqueza, y al mismo tiempo, que mostrara la situación de la narración oral en España (bibliotecas, escuelas, festivales y otros grandes eventos, etc.) y buscara alternativas y vías de desarrollo para nuestro oficio. Merece la pena releer aquellos artículos y, sobre todo, volver a leer el titulado “Narradores frente a la crisis” en el que se habla de dos elementos positivos de nuestro oficio para afrontar la crisis: 

  • La versatilidad. Nuestro oficio es sencillo, no precisa de grandes tramoyas, puede uno ejercerlo con muy pocos recursos escénicos, tiene gran capacidad de adaptación a espacios y públicos y situaciones muy diversas.
  • Ámbitos por explorar. Al ser el nuestro un oficio renovado y con apenas treinta años de reimplantación, hay muchos ámbitos en los que la palabra dicha tiene cabida y no ha entrado todavía (o lo ha hecho en muy pequeñas dosis). Es el caso de los circuitos de teatro; o de formación de expresión oral y animación lectora; y, en general, los circuitos y espacios de gestión privada.