Para considerar el hecho de contar en sí observando lo que sucede justo antes, durante y después de la contada, me parece imprescindible la escucha: escuchar al público antes de empezar; lo que nos dice mientras contamos, para poder así hacer surgir el cuento, y también intercambiar impresiones una vez finalizada la sesión. Las historias crecen gracias al público con el cual las contamos, ya que el público es parte activa y necesaria del acto de contar, y nos servirá de guía para pensar sobre qué podemos potenciar, mitigar, mejorar. 

De la observación atenta de otros narradores y su público, fijándonos en lo que sucede entre ellos, también podemos obtener materia de reflexión para recapacitar sobre nuestro propio trabajo, afinarlo. Hasta una frase escuchada casualmente en la calle puede hacernos meditar sobre lo que hacemos, pues el arte de contar historias forma parte de lo que somos, y siempre nos sale al encuentro.

 

Susana Tornero