Nacidas de los volcanes, bañadas por el Atlántico y sacudidas por los Alisios, cerca de la costa africana, entre el Sahara y Marruecos, allí se sitúan las Islas Canarias. Y allí en las islas, también se cuentan cuentos, y muchos.

Yo vivo en Gran Canaria y me dedico a narrar, muchas de las personas que nos dedicamos a narrar cuentos aquí en la isla nos hemos ido encontrando y coincidiendo en sesiones de narración, talleres, bibliotecas, festivales… La isla es pequeña y tarde o temprano los narradores y narradoras terminamos conociéndonos y nos encontramos muy a menudo.

La mayoría sabemos que los Viernes por la tarde, a eso de las seis, se reúnen en la biblioteca de Arucas un grupo de narradores que se llama “Los Labrantes de la palabra” y que es coordinado por Antonio López. A esas reuniones cualquier persona puede ir a escuchar y a ver cómo se van trabajando cuentos, como van tomando forma, a veces el que viene de fuera también cuenta un cuento si le apetece, los labrantes son también grandes “escuchadores”. 

Escribo en varios blogs. Los uso de diferente manera: para colgar información sobre mi trabajo, como en una web; como lugar de reflexión y archivo de proyectos/espectáculos concretos; como espacios de escritura y reflexión acerca de lo que hago y lo que veo.

Empecé jugando, Emma López, narradora oral y amiga me convenció un verano de lo divertido que podía ser. Y luego, después de dejarme convencer (tengo poca personalidad), me di cuenta de que podían ser diarios o cuadernos de trabajo, así como una forma diferente de publicitar lo que hago. 

El que más me enorgullece es Un lugar para vivir, que recoge información, experiencias y descubrimientos relacionados con uno de mis proyectos más queridos: "Un lugar para vivir", y creo que tiene personalidad (si es posible decir algo así acerca de un blog). Pienso que todo lo que aprendí escribiendo en el blog de Palique mientras duró la rica vida artística común entre Marissa Amado y yo, me ayudó a definir, entender y experimentar con las características del formato. La relación entre imágenes y palabras, el tamaño de las entradas, la posibilidad de colgar documentos audiovisuales… Un blog da para mucho. Y todavía no he probado ni la mitad de lo que se puede. No soy particularmente constante ni paciente. 

Como cuentera en proceso de formación, la búsqueda incesante y el aprendizaje continuo son el pan de cada día. Durante estos años, en ese ejercicio de exploración, de análisis, de profundización en el mundo de la literatura infantil y juvenil y de la narración oral han sido muchos los contenidos que me han atropellado en el camino. Y digo atropellado porque vienen y voy a gran velocidad y muchas veces me sobrepasan, siguen corriendo mientras yo permanezco. Son básicamente información e ideas en torno a teoría y práctica sobre LIJ, en torno a la historia de la narración, a los infinitos estilos que definen a los narradores, a la decisión personal de para qué contar, por qué, cómo, qué seleccionar y un largo etcétera.

Esos atropellos han dejado marcas en la carretera y desde hace unos años esas huellas quedan expuestas y abiertas en el blog ¿Quieres que te cuente?, por si alguien quisiera acercarse a curiosear. 

Personalmente, el ritmo vertiginoso de los días dificulta mi proceso de reflexión.  Aprovecho los trayectos en coche, alguna charla con compañeros, amigos, pareja, un café antes o después de una sesión… y en esos impasse de tiempo me permito detenerme a analizar o más bien las ideas me detienen para autoanalizarse sin mi permiso y me descubro entendiendo certezas que no sospechaba y lo mejor: dudas que no sabía que albergaba. 

Escribir en un blog es como escribir en tu cuaderno. Ese cuaderno que habrás escogido entre una variada oferta. Elegirás el cuaderno en función de lo que piensas escribir en él. La forma, la estética; la calidad de las hojas imprimirá a lo escrito en él una impronta personal. Escoger el soporte donde plasmarás distintas ideas, proyectos, reflexiones dará una relevancia a la escritura. Aunque sea casi de manera inconsciente. Como aquel príncipe que escogía el papel, la tinta y la pluma para escribir sentidas cartas a su amada lejana.

Un blog no es, simplemente, un soporte electrónico, sino el lugar donde se descubrirá una idea estética de su autor, normalmente en consonancia con lo reflejado en sus escritos, aunque sólo sea de manera imperceptible. El autor, escogerá entre distintas ofertas, o ideas, aquella que le inspire, que le haga sentir a gusto con lo que ve; para que, a la hora de escribir, su estética no le cree interferencias al plasmar sus ideas y creaciones.

¿Dónde estarán, entonces, las diferencias entre uno y otro? La intencionalidad misma de cada formato marca la diferencia. El cuaderno será aquello personal, lo que guardamos, lo que nos sirve a nosotros. El blog cumplirá la función de socializar lo que escribimos, bien sea información sobre nuestras actividades, reflexiones sobre cierto tema o difusión de temas de nuestro interés.

Mi abuelo negaba ser gitano. Paquillo “el loco”, hijo de Paco “el loco”,  mote por el que era por todos conocido en Almuñécar. Almuñécar es un  municipio granadino de la costa que en su origen fue un pequeño enclave fenicio llamado "Sexi"; de ahí el gentilicio formal, "sexitano". Mi abuelo se debió tomar al pie de la letra el gentilicio, fueron muchas las amantes que tuvo a lo largo de su vida. Aún, hoy en día, si preguntas a mi padre te dirá que su padre no era “gitano” que era “fenicio”. Otra cosa es si preguntas a mi madre o si preguntas a los familiares que aún quedan y con los que desafortunadamente tengo poco roce. La respuesta es implacable: tu abuelo y toda su familia eran gitanos. 

Yo a mi abuelo lo conocí poco, pero recuerdo cómo me impresionó cuando de pequeña vino de Alemania con mi abuela, donde eran emigrantes, para ir a la boda de un familiar en Salobreña. Yo, que ya había asistido a otras bodas con mis padres en Granada, aburridísimas todas, dicho sea de paso, mantengo en mi memoria, como si de un hecho soñado se tratara, aquel júbilo, aquellas camisas rotas, la corbata cortada y sobre todo aquel pañuelo manchado de sangre al que tanta importancia le daban todos.

La literatura ha sido una fuente constante de material para la narración oral, siendo la adaptación de cuentos y novelas una de las formas más comunes de puesta en escena. De hecho el deseo de escribir cuentos propios para contarlos al público se convierte en un ejercicio de creación literaria para muchos narradores orales, teniendo en cuenta otras formas de creación no escritas que también son puestas en escena. Una de tantas formas es la improvisación.

La improvisación es una posibilidad escénica de gran versatilidad que permite explorar en la escena. Francisco Garzón Céspedes en su texto Oralidad, narración oral y narración oral escénica dice: “La improvisación es una posibilidad del teatro. En el teatro, la reinvención suele existir sólo por la vía de la improvisación (…) La reinvención es esencia misma del arte de narrar, inseparable de ese acto. La improvisación es una de las formas supremas de la oralidad, directamente vinculada a la invención”.

El presente artículo es una reflexión sin conclusión, una pregunta abierta que nace por compartir dos profesiones; la de narrador oral y la de payaso.

En el número monográfico El Aedo #3sobre itinerarios de formación de los narradores orales en España se observó un dato curioso que suscita esta breve disertación. Uno de los talleres de formación que más narradores han hecho no es precisamente de narración, sino de clown. Entonces surge una pregunta: ¿qué tienen en común la práctica del payaso y la cuentería?

Esta pregunta me la había hecho con anterioridad, pero hasta ahora no la había plasmado por escrito. Soy narrador oral, pero casi toda mi formación ha sido en el ámbito del clown. Y dicha formación me ha resultado de gran ayuda para desempeñar la profesión de narrador.

Existen varios puntos en la técnica interpretativa que acerca estas dos disciplinas mucho más de lo que pueda parecer a primera vista. Son puntos que se relacionan entre sí y que hacen todos referencia a una forma de trabajar.

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